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Formentera es uno de los mejores destinos para esquivar el final del verano, para huir de la rutina de septiembre. Mientras en buena parte de España se recogen las tumbonas y se bajan las persianas de los chiringuitos, la isla balear permanece indemne a los grises vientos del otoño.

Porque los veranos de Formentera siempre han sido diferentes, menos inquietos, más apacibles, más lentos. Acompáñanos en esta ruta por 6 pueblos para conocer Formentera, un itinerario para descubrir el alma de la luminaria del Mediterráneo más nostálgico.

La Savina

6 pueblos para conocer Formentera
Faro de La Savina. Fuente: Depositphotos

Cuesta creer que el puerto de entrada de este paraíso balear fuera no hace tanto tiempo una colonia penitenciaria. Al igual que en otras latitudes, las islas más pequeñas parecían el lugar ideal para establecer una cárcel. Y así se hizo con la zona de La Savina tras la Guerra Civil: en sa Colònia o Es Campament  convivieron más de dos mil prisioneros políticos recluidos en el inicio de la dictadura franquista.

Por suerte, este episodio no duró mucho y, con el paso del tiempo, La Savina cambió de perfil para erigirse en la vía de entrada de personas y mercancías a Formentera, llegando a contabilizar más de un millón de pasajeros al año, mucho de los cuales proceden de los ferrys de la vecina Ibiza o de la alicantina Dénia.

Aunque buena parte de los pasajeros que arriban en La Savina tienen en mente las paradisiacas playas y calas formenteranas, conviene detenerse un rato y disfrutar de su mercado vespertino y de su faro desde el que se tienen fantásticas perspectivas de Ses Illetes e Ibiza.

Sant Francesc Xavier

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Ayuntamiento de Sant Francesc Xavier. Fuente: Unsplash

Otro pueblo de paso para muchos viajeros primerizos en la isla sin tiempo para conocer la capital formenterana. Y es un error porque Sant Francesc Xavier cobija a casi el 30% de los habitantes de la isla. O, dicho de otra forma: aquí vive Formentera.

Sede del Consell Insular y de los principales servicios de la isla, Sant Francesc Xavier creció en la primera mitad del XVIII en plena de época de repoblamiento, multiplicándose su caserío en torno a la iglesia parroquial y a la capella de sa Tanca Vella, que funcionaba también como refugio ante los envites de los piratas.

Tampoco debemos perdernos el Fossar Vell, cementerio restaurado por el arquitecto formenterano Marià Castelló, con una intervención que le valió ser finalista en los premios FAD de arquitectura 2017. Y a las afueras, hacia el oeste, los primeros molinos, seña de identidad de la isla: El Molí d’en Mateu (hoy vivienda privada) y el Molí d’en Jeroni. Ambos datan del siglo XIX, aunque dejaron de funcionar en la década de los 50.

Sant Ferran

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Iglesia parroquial de Sant Ferran de Ses Roques. Fuente: Depositphotos

Ponemos rumbo hacia el este para visitar Sant Ferran, a tan solo 3 kilómetros de la capital. Seguro que habrás oído muchas historias y leyendas sobre los hippies de Formentera. Pues bien, este pueblo custodia el gran mito hippie de la isla: Fonda Pepe.

Este restaurante y hostal fue abierto en 1953 por Pepe Tur y su esposa Catalina, cuando la isla pitiusa aún era un lugar secreto más allá de los circuitos turísticos. Pronto se convirtió en centro de reunión de artistas y bohemios que escapaban del mundanal ruido en Formentera, como un tal Bob Dylan que frecuentó la Fonda cuando pasó unas semanas de retiro en la isla en 1967.

Al margen del mito hippie de la Fonda Pepe, también debemos pasarnos por la iglesia parroquial de Sant Ferran de Ses Roques de finales del XIX y seguir admirando molinos como el d’en Teuet y el de Ses Roques.

Es Pujols

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Barcas ante la playa de Es Pujols. Fuente: Depositphotos

Tras un buen paseo por el interior formenterano, indispensable si no se quiere tener una imagen limitada de la isla pitiusa, regresamos a la costa para conocer su lado más turístico y festivo. Porque más allá de molinos, nostalgia hippie y brisa mediterránea, Formentera también es un destino muy seductor para el turismo internacional. Y Es Pujols es su principal baluarte. Si buscas juerga nocturna, la encontrarás en esta localidad que concentra buena parte de la oferta hotelera de la isla.

Pero la mayor parte de los viajeros que pernoctan en Es Pujols tienen entre ceja y ceja la playa de Ses Illetes, ubicada a unos minutos al norte. No es ningún secreto, estamos ante una de las mejores playas de todo el Mediterráneo, así que en temporada alta se llena hasta los topes. Recomendamos acudir en bicicleta evitando el colapso de los aparcamientos de coches y motos.

Es Caló de Sant Agustí

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Varaderos de Es Caló. Fuente: Depositphotos

Es hora de retomar el rumbo hacia el este para disfrutar de una de las estampas más típicas de Formentera: los varaderos de madera de Es Caló de Sant Agustí. Ni que decir tiene que es de esos lugares que Instagram ha empezado a convertir en peregrinaje influencer, pero antes de ponerte a investigar los filtros que puedes añadir a la imagen, guarda un ratito el smartphone y disfruta (con los ojos) de una vista inolvidable.

Se trata de un singular conjunto semicircular de varaderos de madera que dan cobijo a los llaüds, las barcas tradicionales de pesca de las Baleares. Además, en el entorno de Es Caló podemos disfrutar de Ses Platgetes, un conjunto de calas que harán las delicias de los fanáticos de estos paraísos de piedra, arena y mar.

El Pilar de la Mola

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Mercado artesanal del Pilar de la Mola. Fuente: Depositphotos

Para finalizar este delicioso itinerario conociendo Formentera a través de sus pueblos, nos ponemos nuestro calzado más cómodo para hacer una de las 30 rutas verdes que transitan por la isla: la ruta 25 conocida como el Camí de Sa Pujada que conduce desde Es Caló hasta el Pilar de La Mola, último pueblo de nuestra ruta.

Se trata de un sendero de 4 kilómetros con un importante desnivel ya que el Pilar se ubica en el altiplano de La Mola, la zona más elevada de la isla, con sus casi 200 metros sobre el nivel del mar. Pero el premio a nuestra caminata es alcanzar a pie uno de los rincones más bellos de Formentera desde donde, por cierto, parten seis rutas más, por si el Camí de San Pujada nos ha sabido a poco.

El Pilar de la Mola es popular por tres facetas: su venerable faro —que se puede alcanzar siguiendo la Ruta Verde 29— que acoge desde 2019 un espacio cultural que difunde el patrimonio marítimo de Formentera, el inmaculado templo parroquial de Nuestra Señora del Pilar del XVIII, y su más que célebre Mercado Artesano que ameniza las tardes de los miércoles y los domingos de mayo a octubre. Así que aún estamos a tiempo, porque el tiempo en Formentera, ya sabes, no tiene prisa.