Dejar que pasen los meses de verano y, entonces sí, visitar Ibiza. La joya balear se transforma en esta época en un terreno de relajación y calma, dejando atrás fiestas y playas repletas de gente. Es entonces cuando el viajero puede caminar relajadamente por sus costas, conectar con los imponentes atardeceres y empezar un nuevo ciclo vital.
Septiembre también es un mes inmejorable para descubrir hoteles que destacan por su carácter naturalmente acogedor. Un buen ejemplo es 7Pines Resort Ibiza, que va a cumplir seis años entre bosques de pinos, terrenos lunares y acantilados miméticos. Compuesto exclusivamente por suites de estilo ibicenco, el establecimiento se ubica delante de Es a Vedrà, una isla que, según la leyenda, tiene propiedades mágicas.
Detalles que marcan la diferencia
Una magia que ya se siente durante el check in, que siempre se acompaña de un cóctel de bienvenida con vistas al mar. Un detalle que apunta al cuidado por el detalle del equipo, que se percibe tanto en los minibares con productos locales como en los cargadores inalámbricos, los tejidos de alta calidad o las amenities de Molton Brown, sin olvidar a unos conserjes que forman parte de las Llaves de Oro.
Otra pieza fundamental del proyecto es el spa Pure Seven, que organiza muchas actividades activas -tanto para huéspedes como para visitantes- que incluyen saltos desde acantilados, excursiones combinadas con meditación o caminatas por los campos colindantes. La Torre d'en Rovira, Cala Comte, Cala Escondida y Sa Figuera Borda bien merecen una visita otoñal.
El gimnasio, además, demuestra el compromiso del resort con el bienestar: a diferencia de muchos otros, éste cuenta con luz natural y ocupa un lugar central del complejo. Justo delante y al aire libre, la pequeña piscina con hidromasaje es uno de sus secretos mejor guardados, y compite con la marítima Infinity Pool y con la familiar Laguna Pool.
Gastronomía con vistas al mundo
Ya sabemos que el desayuno es un gran indicador del compromiso hotelero con los productores autóctonos. Aquí encontraréis ingredientes tan distintivos como la miel de Ibiza del reconocido apicultor Paul Lucian Falticska y las mermeladas de la empresa familiar Can Malacosta, que permiten conectar a los huéspedes con la cultura gastronómica local.
Para una comida informal se puede visitar el Cone Club, especializado en platos mediterráneos para compartir, como papas con mojo y sobrasada de porc negre, o el Pershing Yacht Terrace, que combina recetas de fusión asiática con cócteles como Es Vedrà, con ginebra Roku, o la sangría especial creada para el quinto aniversario. Como curiosidad, el nombre de esta terraza apunta a los itinerarios a bordo de yates privados que se pueden realizar desde el complejo.
La joya gastronómica de 7Pines, no obstante, es el restaurante The View, reconocido en las actuales guías Repsol y Michelin y que, muy probablemente, ganará más premios en el futuro. El chef Andrés Fernández propone aquí una cocina mediterránea de autor con toques nórdicos que se integra en el paisaje y que cuenta con ingredientes tan selectos como el buey de Valles del Esla o el caviar Osetra.
Comáis lo que comáis, la recomendación es que siempre lo hagáis mirando al mar y, a ser posible, durante la hora más ibicenca de todas: la que combina el momento exacto en el que deja de ser de día y empieza a ser de noche. No es casualidad que aquí sea tradición aplaudir durante los atardeceres; los amplios cielos ibicencos bien merecen tal ovación.
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