Uno de los monumentos más fascinantes de Oriente es la Gran Muralla China. Este imponente muro que se extiende por miles de kilómetros del país resulta tan hermoso como interesante y provoca un sinfín de preguntas a todo aquel que lo contempla, lo conoce o lo recorre.
Si quieres saber cuál es su historia y los mejores tramos para visitarlo si vas de viaje a aquel lejano lugar, no te pierdas las claves que te ofrecemos en el artículo de hoy. Así se construyó la Gran Muralla China.
Periodo de los Estados Combatientes
La primera imagen que suele acudir a nuestra mente cuando pensamos en la Gran Muralla China data de entre los siglos XV y XVI, del tiempo de los emperadores Ming. Estos ordenaron reconstruir este muro destinado a la defensa del territorio con ladrillos y piedras, además de torres de comunicación y vigilancia, en las que se instalaban guarniciones de unos 30 o 50 hombres, donde prestaban servicio en períodos de 4 meses.
Pero la historia de la Gran Muralla China empieza centurias atrás, en el siglo III a. C., cuando los pastores y guerreros nómadas de las estepas comenzaron a ocupar el norte de China y a atacar el sur del territorio con frecuencia. Las autoridades buscaron la manera de poder contrarrestar la amenaza en la que aquellos se convirtieron y, entre las distintas soluciones, surgió la idea de construir una serie de fortificaciones en línea destinadas a la defensa.
Comienza así la primera etapa de construcción de estas barreras, conocida como Período de los Estados en Guerra o Período de los Estados Combatientes, entre los años 475 a. C y 221 a. C. Era la época en la que China estaba dividida en siete grandes estados, cada uno de los cuales comenzó a levantar sus muros defensivos.
La dinastía Qin
El siguiente de los períodos tuvo lugar con el establecimiento de la dinastía Qin (221 a. C.-207 a. C.). El primer emperador Qin Shi Huang ordenó emprender el proceso de unificación de todos esos muros y barreras para constituir la Gran Muralla. Se estima que tardaron alrededor de dos décadas en unificarla, con una mano de obra de entre 300 000 y 500 000 soldados, además de medio millón de trabajadores, en su mayoría, campesinos y prisioneros condenados a trabajos forzados. Los materiales de construcción se portaban a hombros o a la espalda, y se utilizaban cestas de bambú, sistemas de poleas y carretillas.
La dinastía Han
Pero con el final de la dinastía Qin, se produjo un periodo de paz y estabilidad, de manera que la muralla quedó desatendida. Fue con la aparición de nuevos conflictos, en el 134 a. C., bajo el reinado del emperador Han Wudi, cuando se inició el siguiente periodo de construcción de la Gran Muralla, el de la dinastía Han (206 a. C.-220 d. C.). De nuevo se volvió a restaurar y a unir, y se aumentó su tamaño con 400 kilómetros más en el desierto del Gobi, para proteger la Ruta de la Seda.
La dinastía Ming
La dinastía Ming (1368-1644) sería la siguiente. Mientras que, durante los siglos anteriores, los principales materiales utilizados para la construcción de la Gran Muralla fueron la madera y la tierra apisonada, y en el desierto se utilizaron juncos, sauce y toneladas de arena, en esta etapa se emplearon otros que mejoraron la construcción, como las piedras y los ladrillos.
La mayor parte de la Gran Muralla que ha llegado hasta nuestros días pertenece a esta etapa. A la dinastía Ming siguió la dinastía Qing (1644-1911), aunque ya no se volvería a reformar, mantener ni construir la Gran Muralla.
Tramos de la Gran Muralla China en Pekín
En el año 1987, la Unesco catalogó a la Gran Muralla China como Patrimonio Mundial de la Humanidad. Según los cálculos oficiales, la Gran Muralla cuenta con más de 21 000 kilómetros de longitud. Con semejante extensión, y parte de ella en riesgo de desaparecer, seleccionar el lugar para visitarla puede parecer un poco complicado, pero los tramos más emblemáticos que puede recorrer el viajero se sitúan cerca de Pekín.
El tramo más popular es, sin duda, el de Mutianyu, a 73 kilómetros de la ciudad, en la que destacan 23 torres de vigilancia. Un poco más lejos, a 154 kilómetros de Pekín, se encuentra una de las rutas más bonitas: la sección de Jinshanling. Aunque si prefieres recorrer tramos más salvajes que no se encuentran restaurados, debes acudir a la sección de Jiankou y a la sección de Gubeiku.
Dos de los tramos más cercanos a Pekín están habilitados para personas con movilidad reducida y sillas de ruedas. El primero de ellos es la imponente fortaleza de la Gran Muralla: Juyongguan, así como la sección de Badaling, abierta al público desde el año 1957, y en la que se encuentra el Museo de la Gran Muralla.
Otros de los tramos más populares son la sección de Simatai, con sus 39 torres de vigilancia, y la sección de Huanghuacheng, con algunas de sus zonas sumergidas en las aguas de un lago.
Tramos de la Gran Muralla en el resto de China
Aunque no tan famosos como los tramos en torno a Pekín, es posible visitar otras secciones de la Gran Muralla igual de fascinantes en el resto del país. Así, en la provincia de Hebei se localiza la fortaleza de Shanhaiguan, que se encuentra junto al mar, y el tramo de Zijing guan.
En la provincia de Liaoning se localizan los tramos conocidos como las Nueve Aperturas (Jiumenkou) y la Montaña del Tigre, en el pueblo de Hushan en el condado de Kuaidian, mientras que en el municipio de Tianjin se ubica Huangya Guan, donde cada año se celebra la mítica maratón de la Gran Muralla China (The Great Wall Marathon).
Gansu también guarda secciones de la Gran Muralla en la antigua Ruta de la Seda, como la fortaleza del paso Jiayu, la Gran Muralla de Dunhuang de la dinastía Han, la fortaleza del paso de la puerta de Jade en Yumenguan y la fortaleza del Yangguan.
La fortaleza de Zhenbeitai y la Gran Muralla a unos 5 kilómetros de la ciudad de Yulin, en Shaanxi, y el paso Yanmen, paso Niangzi, Pian guan y Ningwu guan en Shanxi, así como la Gran Muralla de Ningxia y la Gran Muralla de Mongolia Interior son los últimos lugares donde encontrarás este monumento tan imponente como legendario.
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