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Unos comen fuera de casa por obligación, y otros —la mayoría— por devoción. De viaje, la comida es un ingrediente básico, de tal forma que una buena cena en un restaurante puede convertirse en un recuerdo memorable. Y es que comer es un placer incomparable. Y los hosteleros lo saben.

Si bien cuando comemos fuera de casa por placer nos gusta dejarnos engañar un poquito, conviene estar atento a esos pequeños trucos que usan los restaurantes para que gastemos más. Y aunque el mejor truco para que gastemos más es ofrecer comida de calidad y un trato profesional en un ambiente agradable, aquí va una lista de esos (otros) trucos que usan los restaurantes para estimular nuestra cartera.

Una carta diseñada al milímetro

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Fuente: Unsplash

Es posible que en el restaurante de la tía Paca en tu pueblo el menú escrito con tiza en la pizarra no haya sido estudiado por expertos en neuromarketing, pero en la mayor parte de locales de restauración de los destinos turísticos la carta es el elemento clave que orienta a los clientes. Y ningúna faceta de la carta es casual.

Desde el tipo de letra a la organización de los platos, todo tiene por objetivo crear expectativas en el cliente para activar nuestro paladar, sino lo está ya. Las letras cursivas, por ejemplo, se asocian a platos de mayor calidad. Los platos más caros suelen estar en la parte superior derecha que es la que miramos primero mientras que los menos rentables para el local suelen estar en la zona inferior izquierda que es la última que miramos.

¿Y dónde está el símbolo del euro? Como en otros sectores comerciales, el símbolo de la divisa no suele aparecer para tratar de hacernos olvidar que al final vamos a tener que pagar… con dinero. Y los precios eluden los céntimos que tampoco tienen mucho glamour. En algunos casos, la lista de precios no aparece en línea recta para que el cliente tenga más dificultades a la hora de comparar precios. Al fin y al cabo, el sueño de este sector sería copiar a Apple: una carta sin precios

Un ‘naming’ seductor

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Un aspecto directamente relacionado con el diseño de la carta es el nombre y la descripción de los platos. Solo tenemos que entrar en una de esas hamburgueserías gourmet que se reproducen por esporas a lo largo de las ciudades para asumir que lo de la hamburguesa con queso ya está pasado de moda. Descripciones largas y más o menos incomprensibles, pero elegantes es la tendencia en cualquier local: desde un sencillo café hasta el restaurante de mayor postín.

Así mismo, la denominación del plato tiende a explotar el aspecto étnico: en un restaurante indio los nombres escritos en ese idioma nos hacen salivar, aunque no tengamos ni idea de lo que quiere decir.

La bebida

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Seguro que habéis escuchado alguna vez eso de que en la bebida es donde los restaurantes obtienen mayor beneficio. Pues es cierto. Y hay que tener en cuenta, además, que no hay que cocinar una caña de cerveza, un agua con gas ni una botella de vino. Solo abrirla y listo. Y ten en cuenta, también, que las bebidas alcohólicas en buena parte del mundo están más caras por los elevados impuestos que soportan. Noruega es un caso muy llamativo en este sentido.

Por otro lado, en diversos países del mundo no te obligan a pedir bebida con la comida. En muchos locales de Francia o Estados Unidos, por dar dos ejemplos, te ponen agua gratis. Así que si quieres ahorrar un poco en los restaurantes responde “nada, gracias” a la clásica pregunta: “¿Y de beber?”. Y quédate tranquilo, no te van a mirar mal: muchos oriundos lo hacen. No olvides que a un restaurante se va a comer.

Las recomendaciones del camarero

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Estando de viaje es difícil tener referencias objetivas sobre la honestidad de un camarero de un restaurante, así que nunca sabemos si nos podemos fiar de él o no. A todos nos ha pasado alguna vez que hemos dejado hacer al camarero con las recomendaciones —”tenemos un pulpo muy fresco hoy, muuuy fresco”— para luego lamentar nuestra falta de decisión.

A menudo las recomendaciones tienen un objetivo un tanto oscuro: ofrecer al cliente los platos con mayor margen de beneficio y sacarse de encima género sobrante. Así que mucho cuidado con las recomendaciones de ese camarero tan amable y proactivo

El tipo de vajilla

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Un plato de un blanco virginal, pesado e inmenso para acoger una ración escasa… ¡pero qué bien emplatado está! También comemos con los ojos y con el tacto, y con eso también juegan los hosteleros. Según diversos estudios, los comensales tienden a valorar mejor la comida si la vajilla pesa más, independientemente de la cantidad de comida que vaya en ella.

Por otro lado, existe una tendencia opuesta que también funciona en algunos restaurantes: platos pequeños, redondos y muy blancos en los que, obviamente, cabe menos comida.

El ambiente

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Os podríamos decir que un estudio de la Universidad de Wisconsin ha demostrado que en un ambiente agradable se come más y se paga con más satisfacción, pero no creemos que haga falta. Si entramos en un restaurante japonés y tiene una televisión con el partido del Atleti a todo volumen es muy probable que sintamos el deseo de huir. Pero si, en cambio, tiene un suave hilo musical de un shamisen, la velada empieza bien.

Lo mismo puede aplicarse a la decoración y al mobiliario. Un restaurante que cuida estos aspectos y crea un ambiente coherente con el tipo de comida y el servicio se habrá ganado nuestra confianza sin tan siquiera mirar la carta. No somos tontos y sabemos que las paredes y las sillas no se comen, pero en un restaurante también nos gusta que nos seduzcan… poco a poco.

El postre

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El postre puede ser la culminación de una velada inolvidable. Si ya nos hemos dejado engañar un poco en los puntos anteriores, lo del postre ya estará atado y bien atado a mitad de la cena. Una botella de vino semivacía, unos platos que casi han recuperado el blanco original y una buena compañía… y el postre llega solo.

El postre suele ser otro plato con un buen margen de beneficio para el restaurante así que cuidado. Y, de nuevo, ojo con las recomendaciones: a menudo su postre estrella es el más rentable y no tiene por qué ser el más sabroso.