Casitas de colores con fachadas azulejadas y toques modernistas, calles tranquilas bañadas por el sol en las que palpita un cautivador ambiente bohemio y el seductor aroma del Mediterráneo que se cuela entre los viejos barracones marineros. Así es el Cabanyal, un barrio de moda en Valencia que representa la esencia de la ciudad, una esencia que a punto estuvo de ser devastada por los planes urbanísticos de aquellos felices años 90. Pero el Cabanyal, ese barrio donde Valencia se abraza con el Mediterráneo, resistió.
Cabanyal: de pueblo independiente a icono de Valencia
Que un periódico tan prestigioso como el británico The Guardian citase el Cabanyal como uno de los barrios más cool de 2020 junto a Bonfim en Oporto o Neukölln, al sur de Kreuzberg, en Berlín, no es un golpe de suerte, es la constatación de que este barrio es auténtico: recorriendo sus calles podemos rastrear la historia de una ciudad, de un pueblo.
Una historia que comienza allá en el siglo XIII en el momento de la misma fundación del núcleo de Vilanova del Grau por Jaume I con un grupo de barracas del que ya se tienen noticias durante el siglo siguiente cuando recibe el nombre de Cabanyal. La modalidad de pesca tipo arrastre usando bueyes lleva los locales a construir casas para animales que marcan el inicio de la característica urbanización del barrio.
A medida que avanza la construcción del muelle del puerto, el mar se aleja de la tierra y van surgiendo los arenales que marcarán otra de las estampas más típicas del Cabanyal que en la primera mitad el XIX se constituye como municipio independiente dividido en dos grandes bloques: el Canyamelar al sur, cerca de Grau y el Cabanyal al norte, origen de la denominación oficial del barrio: El Cabanyal-El Canyamelar.
En este contexto se configuran los principales elementos del urbanismo moderno del pueblo como la calle de la Reina, una de las principales arterias del Cabanyal desde entonces, por donde desfilan las cofradías en la famosa Semana Santa Marinera.
La aventura independiente del Poble Nou del Mar dura poco más de 60 años. Pese a la resistencia del pueblo, pasa a integrarse en el municipio de Valencia el 7 de junio de 1897. Ya por estas fechas comienzan a aparecer los primeros planes de prolongación del Paseo del Mar que supondrá para los vecinos una nueva resistencia que dura hasta nuestros días.
El anteproyecto presentado en 1998 para prolongar la avenida Blasco Ibáñez hacia el mar que, actualmente, se detiene en la plaza de la Estación del Cabañal, supondría el derribo de más de 1600 viviendas seccionando el barrio en dos mitades aisladas. 20 años más tarde, los vecinos del Cabanyal respiran tranquilos y orgullosos, conscientes de que el tesoro que custodian no debe ser devastado.
Una vuelta por el Cabanyal
Con sus más de 20.000 habitantes, el Cabanyal-El Canyamelar es un barrio del este de Valencia que se ubica al norte de Grau y del puerto, al sur de Malvarrosa y al este de Ayora, Beteró e Illa Perduda.
Al contrario que otros barrios de pescadores, el Cabanyal tiene una estructura urbana en damero que puede sorprender al viajero: calles rectas y armónicas, aunque algunas muy estrechas, que parecen diseñadas con tiralíneas y que derivan de la antigua alineación de las barracas paralelas al mar, estructura que se mantuvo durante el crecimiento del barrio a lo largo del siglo XIX.
Estas calles serenas que conducen al mar están flanqueadas por esas viviendas bajas, de apenas dos alturas, muchas de las cuales cuentan con fachadas azulejadas o pintadas de vibrantes colores que constituyen el símbolo del barrio. Es el modernismo popular, un estilo que se forjó en la segunda mitad del XIX y que, a la postre, ha sido el principal bastión de la resistencia del Cabanyal al convertir el barrio en Bien de Interés Cultural.
Se trata de un modernismo que se inspira en las corrientes ‘cultas’ que llegan del centro de la ciudad. Los viejos barracones van sustituyéndose por primeras residencias o viviendas de veraneo que se decoran inspirándose en corrientes historicistas y eclécticas.
La cerámica arquitectónica será el principal elemento definitorio de estas humildes casas modernistas que se alejan de la rimbombancia épica de los palacios de otras latitudes. Lo del Cabanyal son sencillos poemas en piedra con aroma a salitre y pescado fresco.
Recorriendo calles como Sant Pere, Escalant o la propia calle de la Reina podemos encontrar algunas de esas entrañables manzanas de viviendas que se combinan con otros edificios más altos y menos singulares, de las décadas de los 60 y 70.
Mientras caminamos en dirección oriente atraídos por el rumor de las olas del mar vamos percibiendo una atmósfera única que envuelve buena parte del barrio, ese ambiente bohemio, desenfadado y grafitero que no encontrarás en otras zonas más refinadas de la ciudad y que ha cristalizado en diferentes movimientos y eventos culturales.
Canalizados por Salvem El Cabanyal, la organización vecinal que desde hace décadas lucha por el respeto de la estructura urbana y sus valores culturales y sociales, han surgido otras iniciativas como el Festival Cabanyal Intim, un evento que, cada primavera, ofrece propuestas escénicas en pequeño formato.
Y tal y como sucede en otros barrios tradicionales de las grandes ciudades, en el Cabanyal se integran varias generaciones de valencianos. Por un lado, familias que llevan ‘toda una vida’ frente al mar con jóvenes que acuden al Cabanyal atraídos por esa promesa de autenticidad y ambiente distendido. Son ellos los responsables de muchos negocios culturales y hosteleros que están dinamizando la zona y convirtiéndola en ese barrio cool que enamora a aquellos viajeros que buscan en Valencia algo más una foto frente al Oceanogràfic.
Es el momento de dejarnos seducir por el olor de las bodegas, las tabernas y los chiringuitos donde dar buena cuenta de la mejor comida tradicional regada por unas cañas, además de algunas propuestas más sofisticadas siempre tomando como base la legendaria cocina valenciana.
Y así, casi sin darnos cuenta, llegamos al mar, al Paseo Marítimo de Valencia que transcurre desde la Marina hasta la playa de Patacona. Son varios kilómetros de arena en los que se fusionan varias playas incluyendo Las Arenas o La Malvarrosa. Pero nosotros nos quedamos en esta ocasión con la playa del Cabanyal, ese trocito de paraíso que culmina uno de los barrios más efervescentes del litoral valenciano.
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