Los Pirineos hoy en día son una frontera de lo más accesible entre Francia y España. Son varias las carreteras que los atraviesan. En sus extremos por autopistas, pero por el corazón de la cordillera hay varios puertos y túneles que permiten cruzar al territorio galo fácilmente. Una estupenda opción para descubrir lugares muy interesantes.

Podríamos nombrar un sinfín de enclaves, ciudades o pueblos dignos de conocerse. Pero hemos acotado la distancia a menos de dos horas de carretera y hemos procurado seleccionar la mayor variedad posible, para que sean cuales sean tus gustos encuentres un buen destino que descubrir nada más cruzar las montañas pirenaicas.

Collioure

Castillo de Collioure, Unsplash, Robin Alves

A pocos lugares se les puede aplicar más literalmente la descripción de ser un destino interesante que nos aguarda nada más pasar al otro lado de los Pirineos. Lo cierto es que la villa de Collioure está a muy pocos kilómetros de cruzar la frontera franco-española por la AP-7. Si bien hay que desviarse hacia la costa.

Dada su situación geográfica esta población ha pertenecido indistintamente al territorio francés y al español. Y en su historia van apareciendo personajes de lo más variopintos. Aunque quizás uno de los más renombrados es Antonio Machado. ¿Por qué? Porque el poeta llegó hasta aquí camino del exilio durante la Guerra Civil, pero llegó a Collioure tan exhausto y tan triste que aquí falleció. Y hoy en día su tumba sigue siendo un lugar de peregrinaje.

Toulouse

Cité del Espace, Pixabay, Rauschenberger

Un poquito más lejos de los Pirineos está la ciudad de Toulouse. Una de las urbes francesas más fascinantes. Un buen destino para como mínimo un fin de semana, ya que hay mucho que disfrutar en las calles tolosanas. Para empezar su extraordinario patrimonio con joyas como la Basílica de Saint Sernin, el gran edificio del Capitole o el monasterio de los Agustinos.

No obstante, el gran encanto de Toulouse es callejear por su centro histórico hasta llegar a las orillas del majestuoso río Garona, cuyas riberas siempre están rebosantes de gente tomando algo o contemplando el panorama. Y quien viaje con niños a Toulouse, a las afueras les espera la Ciudad del Espacio, donde es fácil soñar con convertirse en astronauta.

Los puertos del Tour

Col de Tourmalet, Pixabay, Dendoktoor

El mayor escaparate de los Pirineos es el Tour de Francia. En realidad, esta carrera ciclista que año tras año acaba en París es el mayor spot publicitario de toda Francia. Pues bien, por las montañas y paisajes pirenaicos tiente lugar muchas de las etapas más apasionantes. Aquí han tenido lugar grandes gestas del deporte de los pedales y los puertos donde han ocurrido esos hechos son míticos para todos los amantes de ese deporte

De hecho, puertos como el Tourmalet, el Aubisque o el Marie Blanche están señalizados con todas sus características para la ascensión en bici. Son miles de ciclistas de toda Europa los que llegan hasta aquí para emular a sus ídolos de este deporte y de paso disfrutar de algunos lugares espectaculares como el bello pueblo de Luz-Saint Sauver o el observatorio astronómico del pico de Midi de Bigorre.

Biarritz

Surf en Biarritz, Unplash, Mauro Paillex

Y del centro de los Pirineos franceses llegamos hasta sus estribaciones a orillas del océano Atlántico. Al País Vasco Francés donde la prolongación de la autopista desde Irún nos lleva a lugares de costa fantásticos como San Juan de Luz. Sin embargo os proponemos ir un poquito más allá y llegar hasta una de las ciudades costeras más elegantes de Europa: Biarritz.

En esta pequeña población todo es encanto. Sus tiendas, su casino, sus mansiones más señoriales o sus playas, donde si el tiempo es bueno se puede disfrutar de largas jornadas al sol. Pero si el tiempo no es tan bueno, siempre se puede bajar a la playa e intentar cabalgar las olas del mar gracias a una tabla de surf. El deporte por antonomasia en la población.

Burdeos

Plaza de la Bolsa de noche, Unsplash, Juan Di Nella

Para acabar os proponemos adentraros unos cuantos kilómetros más al norte de Biarritz hasta llegar hasta una de las ciudades cuyo nombre es prácticamente como hablar de vino. Está claro que nos referimos a Burdeos. Una ciudad que como Toulouse también está bañada por el río Garona, si bien aquí su cauce es anchísimo y ya está próximo a su desembocadura.

Burdeos es un ciudad de lo más acogedora y posee rincones verdaderamente espectaculares. Por ejemplo su increíble plaza del Bourse, cuyo pavimento mojado se convierte en un espejo y una obra de arte frente al río. También merece la pena admirar su catedral, el larguísimo Puente de Pierre o la portentosa Porte de Cailhau.

No obstante, quien haga esta escapada al otro de los Pirineos, seguro que antes de llegar a Burdeos ya ha apreciado un elemento clave en el paisaje: los viñedos. Pues bien, nuestro consejo es que aprovechen la estancia para recorrer ese entorno y de vez en cuando entrar a uno de los chateaux de los bodegueros que suelen hacer catas y visitas guiadas por sus dominios. Unos recorridos para llevarse el mejor sabor de boca de este viaje, además de alguna que otra botella de recuerdo.