Por fin ha llegado el verano. Durante las vacaciones podemos dedicarnos por completo a relajarnos y recargar energías para el resto del año, pero lo que muchas personas todavía no piensan demasiado es el papel crucial que juega la microbiota intestinal en nuestro cuerpo. Y, si al efecto destructivo del estrés añadimos las “bacterias extranjeras” de los alimentos y bebidas consumidos durante los viajes al extranjero, la inmunidad de nuestro organismo y el descanso tranquilo pueden verse seriamente amenazados.
Para la salud de nuestros intestinos, es imprescindible un suministro adecuado de líquidos, protección contra el ataque de microorganismos extraños con el apoyo de bacterias probióticas antes y durante las vacaciones, y el fortalecimiento del sistema inmunológico. Te revelamos el “secreto” que necesitan nuestros intestinos en verano para disfrutar de las vacaciones sin molestias desagradables.
Sigue estos consejos básicos para cuidar tu estómago al viajar
Antes del viaje, es importante recordar no solo guardar bien el pasaporte, sino también equipar nuestros intestinos con compañeros de viaje adecuados que nos ayuden a evitar la “maldición del faraón”, es decir, la comúnmente conocida diarrea del viajero.
Basta con recordar algunas reglas simples para que nuestras vacaciones sean completamente exitosas:
Viajar sin estrés:
Lo único que puede arruinar este momento es el estrés adicional antes de la partida. En el trabajo, a menudo hay muchos asuntos pendientes que deben atenderse para poder descansar plenamente durante el viaje. Al regresar del trabajo, además de las tareas domésticas, aún hay que planificar el viaje. Finalmente llega el día y resulta que hay un enorme atasco en la autopista, los niños se aburren en los asientos traseros. Estamos sentados en un tren abarrotado o pasamos varias horas en las colas de facturación en el aeropuerto. El estrés acumulado no es el mejor compañero de viaje.
Preparar el botiquín:
Dependiendo de adónde vayamos, debemos preparar un botiquín diferente. Si no sabes qué llevar contigo, consulta a un farmacéutico o médico de confianza. Serán esenciales los remedios para la diarrea y el estreñimiento del viajero. Es importante recordar guardar los medicamentos en el equipaje de mano, para que estén a mano y no terminen en la bodega helada del avión.
Diferentes países, diferentes bacterias:
Cada país o continente tiene diferentes microorganismos, además de que no todos los países tienen los mismos estándares de limpieza. Los lugareños están expuestos regularmente a pequeñas dosis de patógenos dañinos a diario y eso actúa como una especie de vacuna: la flora intestinal crea un antídoto efectivo, que es como un antibiótico natural y previene enfermedades. Si tú viajas desde un país donde no existen ese tipo de bacterias, eres obviamente más vulnerable a ellas.
En particular, las personas cuyos intestinos están cargados diariamente con una dieta inadecuada o altamente procesada, enfermedades crónicas, toman determinados medicamentos o sufren estrés, son susceptibles a infecciones del sistema digestivo que se manifiestan con fiebre y diarrea.
No bebas agua del grifo:
Los microorganismos que causan diarrea no son visibles a simple vista. Se pueden encontrar en manijas de puertas, manos, baños, etc. Lavarse y desinfectarse las manos regularmente reduce el riesgo de infección y, lo que es más importante, durante el viaje solo bebe agua de botellas cerradas. Incluso al cepillarte los dientes, ten cuidado. Es mejor enjuagar tu boca con agua embotellada. También se recomienda tener cuidado al elegir bebidas, es mejor optar por aquellas que estén frías de la nevera y que no necesiten añadir cubitos de hielo.
Del grifo no, pero embotellada sí. La importancia de agua:
El equilibrio de electrolitos es extremadamente importante no solo para nuestros intestinos, sino también para todo el cuerpo. Como resultado de la sudoración, debido a las altas temperaturas, el cuerpo pierde no solo agua sino también sodio, potasio, calcio y magnesio. Se debe beber al menos 1,5 litros de agua al día, pero en verano mucho más. Aquellos que disfrutan de hacer deporte en verano deben enriquecer el agua con una pizca de sal (sodio).
Vacaciones, un desafío para nuestro sistema digestivo:
Durante las vacaciones, incluso las menos exóticas, pueden surgir problemas digestivos. Los nuevos platos son un desafío para nuestro sistema digestivo. No solo los cambios de condiciones y alimentos en el extranjero son responsables de revolucionar nuestros intestinos, los patógenos también ingresan a nuestro organismo con alimentos que no se han cocido bien o se han elaborado con agua contaminada.
Prepara tus intestinos para el viaje:
Una flora intestinal sana y diversa puede defenderse mucho mejor contra invasores extraños y prevenir la colonización del tracto digestivo por microorganismos patógenos, de modo que no puedan hacernos daño. Lo mejor es comenzar a tomar un probiótico una semana antes del viaje y continuar la suplementación durante las vacaciones.
Vale la pena mantener la suplementación con probióticos y prolongar las vacaciones de nuestros intestinos durante 7 días adicionales desde el regreso de las vacaciones, ya que la diarrea del viajero puede ocurrir no solo durante la estancia en el extranjero, sino también hasta 10 días después de regresar a casa.
Prevención con un estilo de vida saludable
Además del uso de probióticos, se puede lograr un efecto preventivo a través de una alimentación específica. Todos los días come muchas frutas y verduras, tan variadas como sea posible. Limita el consumo de azúcar y productos de harina blanca, así como carne y embutidos. En su lugar, come legumbres y arroz integral.
Lo mejor es comenzar a cambiar la dieta unas semanas antes del viaje. Si además de las medidas preventivas mencionadas, también se siguen algunas reglas durante las vacaciones, podemos disfrutar del viaje sin preocupaciones.
Cocina todo y pela siempre la fruta:
Esa es la regla de oro para unos intestinos saludables durante el viaje. Evita consumir alimentos crudos, ensaladas y frutas que puedan haber sido lavadas de manera incompleta o con agua del grifo. Lava las frutas y verduras con agua embotellada y pélalas antes de consumirlas. Ten cuidado con los melones y las sandías, a menudo se inyecta agua del grifo en estos frutos para que sean más pesados y, por lo tanto, más caros.
Elige verduras cocidas o a la parrilla, en la medida de lo posible no consumas alimentos preparados en mercados locales y puestos callejeros. La carne, el pescado y los huevos son un excelente caldo de cultivo para microorganismos dañinos, asegúrate de que la carne y los mariscos sean frescos y estén bien cocidos.
Ten cuidado al hacer barbacoas:
Los ambiciosos maestros de la barbacoa a menudo ignoran el hecho de que, en la temporada de verano, los microorganismos como la salmonella tienen condiciones favorables para multiplicarse. Las bacterias se sienten mejor en productos perecederos como carne cruda y embutidos, mariscos, huevos y productos lácteos. Las bacterias patógenas también pueden asentarse en ensaladas y verduras crudas, lo que lleva a problemas en el tracto digestivo. Vale la pena recordar lavarse las manos después de preparar la carne. Así, los patógenos no se transferirán a otros platos. Tampoco dejes la carne al sol demasiado tiempo antes de asarla y cocínala bien, en ningún caso comas carne medio cruda.
Desafortunadamente, los patógenos que causan enfermedades se multiplican con rapidez, especialmente cuando hace calor, lo que puede arruinar nuestras vacaciones. Para evitar síntomas desagradables como dolor de estómago, diarrea o náuseas y poder disfrutar del verano con plena salud, vale la pena seguir unas normas básicas. Recuerda, si quieres disfrutar plenamente de tus vacaciones, prepárate bien para ellas y no olvides la prevención intestinal.
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