Los personajes: un cadáver, una novia falsa, un espía alemán, un oficial británico, Churchill y Hitler. Los escenarios: Berlín, Londres, Sicilia, Cerdeña, Grecia… y la playa de El Portil en Punta Umbría. Una buena base para una película, ¿verdad?
Pero esta historia no es ficción, sucedió en 1943, mediada la II Guerra Mundial, cuando aliados y las potencias del Eje mantenían un pulso definitivo para dominar la contienda. Esta es la historia del hombre que nunca existió de Punta Umbría. ¡Ah! Y, por supuesto, después tuvimos película, libro, serie…
Objetivo: recuperar Europa
A principios de 1943 la II Guerra Mundial se había convertido en un conflicto enquistado al que aún no se vislumbraba un final cercano. Pero desde el Frente Oriental iban llegando buenas noticias que hacían concebir esperanzas a los aliados. “¿Van a dejar que hagamos todo el trabajo?”, llegó a decir Stalin sobre la lentitud en el avance aliado por el oeste. Algo hay que hacer para recuperar Europa Occidental.
Es así como empiezan a surgir proyectos para desembarcar en algún punto estratégico dominado por las potencias del Eje para comprimir sus fuerzas una vez que los aliados triunfaron en la campaña del Norte de África frente al mítico Rommel. Sicilia era la mejor opción para los aliados para recuperar el dominio del Mediterráneo. Pero los alemanes lo sabían y, por eso, tenían allí una base de la Luftwaffe… ¿Cómo entrar en Sicilia minimizando las bajas y asegurando el triunfo?, se preguntaban en el alto mando aliado.
En este contexto, aparece uno de los protagonistas de esta historia, Ewen Montagu, un capitán de corbeta y oficial del MI5 —servicio de inteligencia del Reino Unido— especializado en operaciones de contraespionaje y desinformación. Montagu y su equipo traman un plan que, a la postre, sería fundamental para la posterior invasión aliada de Sicilia.
El cadáver de Punta Umbría
A las 7:30 del 30 de abril, un pescador de nombre José Antonio Rey María que faenaba en las aguas cercanas a la playa de El Portil en Punta Umbría encuentra un cadáver vestido de oficial británico que portaba un maletín atado por una cadena a su gabardina. Rápidamente, el rumor llega a los oídos de Adolf Clauss, un espía de la Abwehr —agencia de inteligencia militar alemana— la cual tenía un amplio dispositivo operando en Huelva, tradicional feudo británico por la presencia de las minas de Río Tinto que operaban empresas de ese país.
Cinco días más tarde, el cadáver del comandante de los Royal Marines William Martin era enterrado con honores militares en el cementerio de Huelva. La esquela del oficial aparece en el Times. ¿Y el maletín?
El gobernador civil de Huelva Joaquín Miranda, colaborador alemán, cooperó con la Abwehr para que aquel maletín que contenía documentos que debían ser “devueltos a cualquier precio a Londres” llegaran a manos alemanas. Los espías nazis fotografiaron el contenido de aquellos documentos y los enviaron urgentemente a Berlín. Cuidadosamente, volvieron a meter todo en el maletín y el 13 de mayo fueron remitidos desde España a Londres.
Los documentos de William Martin
Entre los documentos que custodiaba William Martin se encontraron cartas del banco, tarjetas de identidad, facturas, una foto de Pam, la novia del comandante… y una carta personal del teniente Sir Archibald Nye, Segundo Jefe del Estado Mayor del General Imperial, al general Sir Harold Alexander, comandante británico en el norte de África, con información altamente sensible sobre los planes de los aliados.
En dicha carta, Alexander recibía información confidencial sobre la ‘Operación Husky’: él estaría al cargo del ataque a Córcega y Cerdeña y el general Sir Henry Wilson estaría al frente de la operación de Grecia. Además, en la carta se decía que se estaban estableciendo operaciones de desinformación para hacer creer a los alemanes que el ataque sería en Sicilia, obligándolos a dispersar a las fuerzas del Eje en dos puntos diferentes una vez se produjese el doble ataque ‘real’.
Hitler y su equipo cotejaron los documentos interceptados y les dieron validez. Por supuesto, la inteligencia nazi estaba más que acostumbrada a las operaciones de desinformación y a buen seguro que se produjo un debate sobre la veracidad de los documentos. Pero, teniendo en cuenta las derrotas en África y el Frente Oriental optaron por considerar este suceso como el milagro que estaban esperando para asegurar la resistencia en Europa. Pero los milagros no existen.
“Hitler se ha tragado la carne picada”
Winston Churchill recibe un telegrama urgente con una sola frase: “Mincemeat Swallowed Whole” (se han tragado toda la carne picada)”. A buen seguro que Churchill esbozó una sonrisa maliciosa y le dio una buena calada a su puro. Las cosas se podían poner muy bien en el Frente Occidental. Pero, ¿qué era aquello de ‘carne picada’?
Toda la historia del cadáver de Punta Umbría era una patraña… una sensacional patraña urdida con mimo en las oficinas de la contrainteligencia británica.
William Morris era un personaje inventado, el hombre no se ahogó —al menos en ese momento—, sino que fue echado al mar por un submarino británico que navegaba por las aguas cercanas a Punta Umbría, los mensajes interceptados por los alemanes pidiendo aquellos documentos “a cualquier precio” eran una estratagema y, lo que era más importante, las cartas del falso oficial británico estaban escritas por el equipo de Ewen Montagu: todo mentira, todo, justamente, al revés. Bueno… y Pam era una funcionaria del MI5.
El objetivo, por supuesto, era que los alemanes dieran veracidad a los documentos y movilizaran sus fuerzas para anteponerse a un doble ataque en Cerdeña y Grecia, dejando parcialmente desprotegidas las costas sicilianas. Y así fue, Hitler desoyó a Mussolini que temía por su Sicilia y reforzó las fuerzas en Cerdeña y Córcega enviando a Rommel a Atenas.
El resto es historia. El 9 de julio arrancó la Operación Husky… en el sur de Sicilia. Terminó en apenas un mes con poca resistencia. Los aliados iniciaban la reconquista de Europa.
De Punta Umbría al final de la II Guerra Mundial
Aunque no cabe ninguna duda de la importancia en el desarrollo de la II Guerra Mundial de la Operación Mincemeat que abrió el camino aliado para el éxito de la Operación Husky, lo cierto es que el principio del fin de las potencias del Eje en Europa sucedió en el Frente Oriental, gracias a ‘la batalla más sangrienta de todos los tiempos’ que terminó con la victoria soviética: Stalingrado. De cualquier forma, es evidente que la brillante argucia de Montagu ayudó a salvar vidas y allanar el camino hacia la victoria aliada.
No obstante, aunque se han escrito ríos de tinta sobre la Operación Mincemeat, aún quedan algunos cabos sueltos que ni los libros de Ewen Montagu —que trató de sacar el mayor rédito a su hazaña de contraespionaje— ni las distintas investigaciones independientes —la Universidad y la Diputación de Huelva han sacado sendos trabajos de investigación— ni, por supuesto, las películas o las series de televisión han logrado anudar. El más importante, sin duda: ¿quién fue realmente el hombre que nunca existió?
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