… porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas (…).
— ¿Qué gigantes? —dijo Sancho Panza.
— Aquellos que allí ves —respondió su amo—, de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
— Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.
El Quijote, Miguel de Cervantes
Os suena, ¿no? El episodio del Quijote frente a los molinos de viento es uno de los más recordados de la obra maestra de Cervantes: el delirio caballeresco del ingenioso hidalgo ante los gigantes de La Mancha. Pues muchos de esos gigantes siguen en pie esperando, sino que les ataquemos con una lanza a lomos de Rocinante, al menos que disfrutemos de las deliciosas postales que ofrecen en algunos enclaves de Castilla-La Mancha.
Consuegra, en la provincia de Toledo, es uno de esos pueblos en los que aún podemos respirar el ambiente quijotesco gracias a su grupo de 12 molinos encaramados al cerro Calderico que, junto al castillo —uno de los castillos mejor conservados de toda Castilla-La Mancha—, ofrece una estampa única en toda España.
De ‘Consaburum’ al Quijote
Con una población que supera los 10.000 habitantes, Consuegra se sitúa a unos 70 kilómetros al sur de Toledo y a unos 140 kilómetros de Madrid. Aunque su origen es prerromano fue con la conquista de Roma cuando la zona conoce su primer momento de esplendor. Consaburum se erige en la principal ciudad de la antigua Carpetania que agrupó una zona de la meseta sur peninsular que corresponde aproximadamente con las actuales provincias de Madrid, Toledo, Cuenca, Guadalajara y Toledo.
Punto clave de una calzada romana que conectaba el norte con el sur peninsular, los romanos potenciaron el enclave construyendo un circo, un acueducto y una presa. Esta última es uno de los grandes atractivos de Consuegra, no tanto por su belleza, sino por su envergadura: dicen de ella que fue la mayor presa romana de Occidente, una muestra más de la destreza ingenieril romana.
Con la caída del Imperio Romano, llega la época visigoda que podría ser el origen del famoso Castillo de la Muela, una de las joyas de Consuegra. Durante el dominio árabe, se transforma en torre vigía, estructura que aún se mantiene. Alfonso VIII conquista la zona en el siglo XII y entrega el castillo a la Orden Militar de Jerusalén, etapa en la que la construcción alcanza su aspecto definitivo que podemos disfrutar actualmente. Y es que el Castillo de la Muela es uno de los mejor conservados de España.
En diálogo permanente con el castillo y sobre el propio cerro Calderico encontramos los 12 molinos de viento de Consuegra, cuya imagen asombra a los muchos visitantes que se acercan a la localidad toledana para disfrutar de un pueblo de cuento. Dicen de los molinos que cada uno tiene su propia personalidad. Sus apodos, extraídos del Quijote, así lo atestiguan: Chispas, Caballero del verde gabán, Mambrino, Clavileño, Alcancía, Cardeño, Mochilas, Vista Alegre, Sancho, Rucio, Bolero y Espartero.
Entre ellos, debemos destacar a Sancho… cómo no. El último fin de semana de octubre, el fiel escudero de Alonso Quijano se pone en funcionamiento para consagrar la Fiesta de Azafrán, uno de los eventos más estimados por los consaburenses. Y es que el molino Sancho aún conserva la maquinaria original del XVI siendo capaz de moler grano, algo que comparte con el molino Rucio, que desde 2013 ha sido convertido en museo.
Y atención, porque hasta podemos comer en uno de los molinos. El Caballero del verde gabán fue transformado en el “el primer restaurante dentro de un molino manchego”. Primero y último, suponemos. Este gastromolino ofrece un menú degustación en el que deleitarse con algunas de las delicias de la zona como codorniz con chocolate y cardamomo. Suena prometedor, ¿no?
Consuegra: más allá de los gigantes molinos
Por supuesto, la estampa de los molinos de viento junto al castillo son el atractivo más llamativo del pueblo y principal reclamo turístico. Pero Consuegra tiene mucho más que ofrecer. En la céntrica Plaza de España, por ejemplo, nos fascina el edificio de Los Corredores, una construcción de siglo XVII con una preciosa balconada de madera tallada de querubines con soportales de madera. Actualmente, acoge el Museo Arqueológico de Consuegra.
Así mismo, la arquitectura religiosa de la localidad toledana también aporta interesantes ejemplares de arquitectura mudéjar como el Convento de las Madres de la Inmaculada Concepción o la iglesia parroquial de Santa María la Mayor. Y como ya señalamos antes, no puede pasar desapercibido para el visitante el pasado romano de Consuegra con los restos de su famosa presa.
Pero Consuegra también sabe pasárselo bien. A mediados de agosto, la localidad manchega recuerda su pasado medieval con la recreación de una batalla de finales del siglo XI en la que murió el único hijo varón del Cid Campeador: las tropas de Alfonso VI se enfrentaron al ejército almorávide llegado del norte de África dispuesto a frenar el avance de las tropas cristianas hacia el sur peninsular. Y la Fiesta del Azafrán, claro, que nos devuelve al cerro Calderico y a sus molinos que, a medida que avanza el día y —la fiesta—, más gigantes parecen…
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