Córcega tiene todo lo que le puedes pedir a una isla del Mediterráneo: vibrante naturaleza, playas de ensueño, pueblos entrañables y una apasionante historia. Porque la isla corsa vivió frecuentes incursiones y dominios de pueblos extranjeros, pero siempre ha conservado un espíritu de independencia que se mantiene hasta nuestros días. A continuación, recorremos Córcega de norte a sur, la isla de los acantilados imposibles.
El norte de Córcega: de Cap Corse a los calanques
Entramos en la isla por Cap Corse, una península de 40 kilómetros que es recorrida a lo largo de 120 kilómetros por la carretera D-80: un aperitivo de todo lo que nos vamos a encontrar en la isla francesa. Si vamos bien de tiempo —para recorrer la isla como se merece necesitaremos una semana como mínimo— podemos rodear Cap Corse visitando algunos de sus deliciosos pueblos costeros como Nonza, Centuri o Erbalunga.
A diez kilómetros al sur de Erbalunga, llegamos a Bastia, la segunda ciudad más poblada de la isla, refundada por navegantes genoveses en el siglo XIV y que aún mantiene viva esa herencia italiana en sus calles y edificios como el Palacio de los Gobernadores, la Catedral o la Plaza de San Nicolás.
Nos vamos ahora a la costa noroeste de Córcega para conocer Calvi, una de las localidades más célebres de la isla. Y es que el origen de Calvi está en aquellos tiempos en los que los cartagineses dominaban el Mediterráneo en franca pugna con Roma. Calvi es un buen lugar también para empezar a disfrutar de las playas corsas: desde el largo arenal del golfo de Calvi hasta las calas escondidas de Punta Revellata, más al oeste.
Dejamos la costa para hacer una primera incursión en el interior de Córcega donde se encuentran algunos de los parajes naturales más impresionantes de la isla. Si lo tuyo son los senderos exigentes, Córcega está plagado de ellos, como el que conduce a la cima del Monte Cinto, el punto más alto de la isla con sus 2.700 metros. Si vas justo de tiempo, mejor la cara sur ya que se alcanza la cima en menos de diez kilómetros desde Lozzi.
Al sur del Monte Cinto se extiende el Parque Natural Regional de Córcega con sus más de 350.000 hectáreas que equivale a casi el 40% de toda la isla. Varias rutas largas como el GR-20, el ‘mare a mare’ o el ‘mare a monti’ son algunos de los grandes tesoros para senderistas que custodia este inmenso parque que conecta el norte y el sur de Córcega.
Nosotros regresamos ahora a la costa oeste para disfrutar del precioso entorno del golfo de Girolata admirando sus seductoras playas y sus asombrosos acantilados rojizos rodeados de maquis.
Al norte del golfo se encuentra la Reserva Natural de Scandola, patrimonio de la Unesco, un impresionante paraje de origen volcánico donde encontramos los tafoni, esas misteriosas cuevas generadas por la erosión del mar en la roca.
Y terminamos esta primera parte de nuestro viaje por el norte de Córcega gozando con los calanques de Piana, al sur de Girolata. El término calanque designan estos paisajes de caprichosas rocas graníticas que bordean el Mediterráneo generando acantilados imposibles. Además, esta zona oculta preciosas playas y calas como la de Porto. Para disfrutar de este magnífico espectáculo, dos opciones: recorrer la D-81 que conecta Porto con Piana, o bien una excursión en barco, que ya toca.
El sur de Córcega: de Ajaccio a Bonifacio
Sin dejar aún la costa oeste de Córcega, pero ya entrando en el sur de la isla, visitamos la capital corsa, famosa por haber visto nacer a Napoleón, uno de los personajes más carismáticos de la historia contemporánea europea. Que alguien del ingenio y la ambición de Bonaparte naciera en una isla tan orgullosa como Córcega no es una coincidencia.
En Ajaccio —que además celebra el bicentenario de su muerte este año— podemos hacer un recorrido por la vida y milagros del militar corso visitando su casa-museo, la Capilla Imperial donde están enterrados algunos de sus familiares, o el singular NapoRama donde se representa la vida de Napoleón a través de dioramas de figuras de Playmobil.
Pero, además, Ajaccio cuenta con un bonito puerto deportivo y un ambiente muy animado, sin olvidarnos del archipiélago de las Sanguinarias, unos islotes de granito rojo que suponen otras de las excursiones más famosas de Córcega.
A una hora al sur de Ajaccio nos detenemos en el yacimiento prehistórico de Filitosa con 8.000 años de antigüedad y declarado Patrimonio Mundial por la Unesco. Una buena manera de recordar el brillante pasado corso admirando los singulares menhires con caras humanas talladas.
Nos acercamos ya al sureste de la isla para disfrutar del mejor ambiente mediterráneo en Porto Vecchio, al que llaman la Saint-Tropez corsa. Tal y como sucede en la localidad de la Costa Azul, al antiguo pueblo de pescadores se han ido anexando villas, hoteles y modernos complejos turísticos.
Y es que al sur de Porto Vecchio se ubican algunas de las playas más famosas de Córcega. Qué decir de Palombaggia, una larga y estrecha playa bañada por mansas aguas turquesas. Si seguimos hacia el sur nos encontramos con La Folaca, Santa Giulia, Porto Novo y, por fin, Rondinara, tal vez el arenal más espectacular de toda la isla.
Llegamos a nuestra última parada en este recorrido por el sur de Córcega visitando Bonifacio, para muchos, la localidad más bella de la isla. Y es que Bonifacio es el puerto que recibe diariamente a cientos de viajeros procedentes de la vecina Cerdeña que quedan embelesados con esa estrecha y larga lengua de mar que los conduce a los pies de la ciudadela donde todavía se puede rastrear la herencia española en la Escalera del Rey de Aragón: durante el siglo XIV, la Corona de Aragón tuvo una importante presencia en la isla.
Y nos despedimos ya de Córcega con una última excursión al sur del sur: desde el puerto de Bonifacio tomamos un barco y nos dirigimos a las Lavezzi, un grupo de islas rocosas protegidas por las leyes corsas por su gran valor ambiental —solo Cavallo está habitada— pero en el que podremos disfrutar de sus sensacionales calas.
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