En el año 1994, el artículo 50 de la Constitución de Política de Costa Rica tuvo una reforma según la cual incorporó a los derechos constitucionales el derecho a gozar de un ambiente sano y ecológicamente equilibrado comprometiéndose el Estado a “defender y preservar ese derecho”.
En 2019, el Gobierno del país centroamericano presentó su Plan Nacional de Descarbonización 2018-2050 con el objetivo de lograr cero emisiones netas para 2050, aspirando a ser el primer país carbono neutral del planeta. 1994 y 2019 son solo dos fechas más de la pionera historia de Costa Rica en defensa del medio ambiente que arranca, según los historiadores, incluso antes de la llegada de la independencia.
Costa Rica: un paraíso natural protegido
Antes de abordar la historia de la defensa del medio ambiente en Costa Rica, unos datos para contextualizar la relevancia de este paraíso natural a nivel mundial. Pese a que su territorio representa solo el 0,03% de la superficie global, alberga el 6% de la biodiversidad del planeta, de la cual la cuarta parte está protegida: el 25,6% de la superficie del país se encuentra sometida a algún tipo de protección estatal, junto con un 8% en manos privadas, pero también protegido.
Así las cosas, Costa Rica cuenta con la mayor superficie protegida del mundo, 1.342.900 hectáreas de superficie protegida mediante el Sistema Nacional de Áreas de Conservación del Ministerio del Ambiente y Energía (MINAE). Dentro de ese territorio protegido, se encuentran 34 entidades especiales, incluyendo parques nacionales, reservas biológicas y refugios de vida silvestre.
Y es que más del 50% de la superficie continental del país está cubierta de bosques y selvas, mostrando un aumento del 12% de la recuperación de la cobertura boscosa en las dos últimas décadas: en estos bosques y selvas se da cobijo a más de 200 especies de mamíferos, más de 800 aves, casi 200 anfibios, más de 250 reptiles y 130 especies de peces de agua dulce. Lo dicho un paraíso natural que, por supuesto, ha de conservarse para garantizar su biodiversidad también en el futuro.
Costa Rica: 200 años de conciencia ambiental
El concepto de “conservación” y de defensa medioambiental dista de mucho de ser ahistórico, como se señala en el informe sobre la Historia Ecológica y Ambiental presentado en el 9º Congreso Centroamericano de Historia de la Universidad de Costa Rica.
Así pues, lo que “se debe conservar”, “cómo” y los “fines perseguidos” con dicha conservación encuentran profundas relaciones con el significado y el valor atribuidos al mundo natural en contexto espacios-temporales específicos. O, dicho de otra manera: lo que ahora nos parece indispensable conservar tal vez no lo sea tanto en el futuro (y viceversa), ya que el concepto “conservación” varía para adaptarse a diferentes factores científicos, políticos, económicos y sociales.
Dicho esto, la conciencia ambiental más genérica, como defensa del medio ambiente como parte indispensable del bienestar humano, animal y del propio planeta, arranca en la Costa Rica contemporánea con una suerte de “ecologismo popular” o “desde abajo” derivados de la problemática hídrica y la privatización de baldíos para la promoción de actividades agropecuarias en los albores de la independencia firmada en 1821.
Arranca así un conjunto de relaciones de explotación-conservación de los recursos naturales como una dualidad compleja e intrincada que, a decir verdad, sigue caracterizando la defensa medioambiental actual, aunque con diversos cambios prácticos tras más de 200 años de evolución histórica.
A finales de siglo XIX, el cientifismo aplicado a la conservación de la naturaleza toma el relevo del ecologismo popular de la mano de conservacionistas como Henri Pittier: es el conservacionismo utilitario y la ecoeficiencia, el conservacionismo “desde arriba” que aboga por una administración racional de los recursos como medio para perpetuar su uso y explotación.
Es así como en 1888 se firma un decreto pionero por el que se declara inalienable una zona de terreno en la Montaña del Volcán Barba mostrando por vez primera con claridad la intención del Estado de situar los intereses nacionales por encima de los derechos jurisdiccionales.
Pero, paralelamente a estos avances en materia conservacionista, también se amplían las explotaciones de los recursos naturales del país, con la introducción de los cafetales, la actividad bananera y la ganadería extensiva. Según este estudio, la ganadería extensiva fue la responsable de la destrucción de más del 60% de bosque primario y secundario a nivel nacional provocado una tasa de deforestación de 60.000 hectáreas por año lo que suponía una alteración considerable de los hábitats de diversos animales y de comunidades rurales.
Así mismo, la contaminación de aguas superficiales y subterráneas en las principales cuencas hidrográficas del Valle Central constituyó un grave problema que, aún hoy, sigue estando de actualidad en Costa Rica.
Constitución de 1948 y “revolución verde”
En este contexto de dualidad entre conservacionismo y capitalismo explotador se llega a 1948, fecha de la guerra civil en Costa Rica que antecede la firma de la Constitución con la significativa abolición de las fuerzas armadas, un hecho con pocos precedentes a nivel mundial que aún hoy sigue despertando fascinación en muchos otros países.
Tres años antes de la firma de la Constitución se había declarado como parque nacional un área de los Robledales al sur de la provincia de Cartago, el precedente del establecimiento de áreas silvestres protegidas (ASP). Para 1955, se crea el Instituto Costarricense de Turismo que dio declaración de parque nacional a las zonas comprendidas dentro de un radio de dos kilómetros de los cráteres de los volcanes del país.
Pero sería a partir de 1970 cuando empieza la verdadera “revolución verde” de Costa Rica con el nacimiento del Comité de Defensa del Patrimonio Nacional (CDPN). Un año antes se había firmado la Ley Forestal creando el Departamento de Parques Nacionales, una etapa clave para el establecimiento de dichos parques nacionales, además de reservas biológicas, reservas forestales, zonas protectoras y refugios de vida silvestre.
El CDPN fue fundamental, por ejemplo, para evitar que la Isla de Caño se convirtiera en un casino, tal y como se pretendía en 1974. O su labor con la Isla del Coco, protegida actualmente por la Unesco.
La defensa de la vida silvestre, de la riqueza arqueológica o de la lucha contra la contaminación del agua han sido tres tareas que ha desarrollado el CDNP, tareas que han corrido paralelas a la creación del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC) que aglutina diferentes entidades hasta ese momento independientes: Servicio de Parques Nacionales, la Dirección General Forestal y la Dirección General de Vida Silvestre.
El objetivo prioritario del SINAC, eje actual de las políticas conservacionistas de Costa Rica, supone “contribuir activa y comprometidamente con el alcance de un ambiente sano y ecológicamente equilibrado en el nivel nacional”, es decir, hacer cumplir el artículo 50 de la Constitución, que este no se queda en papel mojado, como sucede en ocasiones con esta clase de declaraciones bienintencionadas.
Medio ambiente en Costa Rica: presente y futuro
Pese a la revolución verde costarricense y a su carácter pionero y referencial en todo el mundo, Costa Rica también sigue teniendo retos medioambientales que abordar. Según el informe La conciencia ambiental en Costa Rica publicado en 2017 por el propio SINAC, “la huella ecológica de Costa Rica es insostenible pues cada costarricense utilizó un 8% más de los que el territorio es capaz de reponer” demostrando que la batalla por la sostenibilidad (real) es más que complicada.
Y es que Costa Rica depende en un 72,1 de los hidrocarburos como consecuencia de un sistema de transporte que consume el 58,8% de toda la energía comercial, pese al ambicioso proyecto presentado en 2019 y las cero emisiones para 2050. Porque una cosa es tener un plan y otra lograr cumplir sus objetivos. Pero, al menos, en Costa Rica tienen un plan, algo que no se puede decir de todos los países del mundo, desde luego.
En este sentido, también se denuncia que el área cubierta por manglares se ha reducido en un 42% en las últimas tres décadas. Además, mientras que la población creció sólo un 23% en los últimos 15 años, la flota vehicular se duplicó lo que supone más complicaciones para lograr el referido cero emisiones. Y es que el caballo de batalla del país es su sistema de transporte público que tiene que lidiar con una geografía montañosa muy compleja para disfrutar de un transporte público no solo sostenible, sino eficiente.
Con todo, y a pesar de las dificultades de los retos de futuro, que no son muy diferentes a los del resto del mundo, Costa Rica recibió en 2019 el premio Campeones de la Tierra por su labor en la protección de la naturaleza y sus esfuerzos para promover la descarbonización de la economía y combatir el cambio climático. Sin duda un premio merecido por estos 200 años de trabajo en la defensa medioambiental.
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