Todos los niños de España tuvimos que seguir las “fortunas y adversidades” del Lazarillo de Tormes porque siempre ha formado parte de las lecturas obligatorias de nuestro sistema educativo. Pero a pesar de que no es edad en la que se disfruten“obligaciones”, al Lazarillo se le acaba cogiendo cariño, también porque era corto y anónimo, y no había que saber nada sobre el autor.

Unos cuantos años más tarde, hojeando de nuevo el Lazarillo, asumimos que debe ser de obligada lectura porque camino del medio milenio de existencia, no ha perdido vigencia: lo que entendemos por un clásico con todos los honores. Y un viaje por la provincia de Toledo hasta la capital de las tres culturas es la mejor forma de rendir homenaje a uno de los grandes personajes de nuestra historia literaria.

El viaje del Lazarillo por la comarca de Torrijos

'El Lazarillo de Tormes' - Fuente: Museo del Prado
‘El Lazarillo de Tormes’ de Luis Santamaría y Pizarro – Fuente: Museo del Prado
Acaeció que, llegando a un lugar que llaman Almorox al tiempo que cogían las uvas, un vendimiador le dio un racimo de ellas en limosna.

Y así comienza uno de los episodios más recordados del Lazarillo de Tormes en compañía del ciego, su primer amo: cuando ves que alguien no cumple con su palabra, tú decides que lo mejor es seguir su “ejemplo” y no cumplir tampoco con la tuya. Y así nos va porque siempre tendremos alguna excusa para hacer las cosas como no deben hacerse. Y así le fue al Lazarillo en Almorox donde aprendió una de sus primeras lecciones de vida: no le tomes el pelo a un ciego que (casi) todo lo ve.

Municipio ubicado al norte de la provincia de Toledo, pasando San Martín de Valdeiglesias y el Pantano de San Juan si llegas desde la Comunidad de Madrid, en Almorox destaca El Pinar, una reserva natural entre ambas comunidades, y ya en el pueblo la picota o rollo de la justicia de la Plaza de la Constitución, allí donde se proclaman los ajusticiamientos hasta que son suspendidos a principios del XIX: de ahí lo de “poner en la picota”.

Si vas bien de tiempo, puedes recorrer el Sendero del Lazarillo, una ruta de 13 kilómetros que recuerda al joven salmantino y su periplo por el pueblo del norte toledano.

Escalona

Castillo de Escalona - Fuente: Depositphotos
Castillo de Escalona – Fuente: Depositphotos
Estábamos en Escalona, villa del duque de ella, en mesón, y diome un pedazo de longaniza que le asase. Ya que la longaniza había pringado y comídose las pringadas, sacó un maravedí de la bolsa y mandó que fuese por él de vino a la taberna.

A diez minutos al sur de Almorox llegamos a Escalona siguiendo el camino del Lazarillo en la comarca de Torrijos, donde el pícaro vive el desagradable episodio de la longaniza que recordó Goya muchos años después.

Harto del ciego, Escalona también es testigo de la cruel venganza del Lazarillo, cuando envía a su amo derecho a un poste para que se dé un tremendo zurriagazo: “¿Cómo, y olistes la longaniza y no el poste? ¡Olé! ¡Olé!”. Este mítico episodio sigue recordándose en el pueblo como no podía ser menos.

Suponemos que, además de desventuras, la pareja también echó un ojo a las bellezas de este pueblo en el que destacan las ruinas de su impresionante castillo sobre el río Alberche.

Al otro lado del río se ubica la denominada playa de Alberche, un baño de vistas espectaculares, cerca también del Puente Viejo, que no es tan viejo, ya que fue terminado a principios del XIX, siendo otro elemento destacado de Escalona.

Maqueda

Castillo de la Vela - Fuente: Wikimedia
Castillo de la Vela – Fuente: Wikimedia
Fuime a un lugar que llaman Maqueda, adonde me toparon mis pecados con un clérigo que, llegando a pedir limosna, me preguntó si sabía ayudar a misa. Yo dije que sí, como era verdad, que, aunque maltratado, mil cosas buenas me mostró el pecador del ciego, y una de ellas fue ésta.

Continuamos hacia el sur y en poco más de diez kilómetros llegamos a Maqueda donde el Lazarillo aprende eso de que mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer. Si con el ciego no le había ido muy bien, con el clérigo aún le va peor, pero siempre aprendiendo, aunque sea a base de hambre extrema y garrotazos:

Yo he tenido dos amos: el primero traíame muerto de hambre, y dejándole topé con estotro que me tiene ya con ella en la sepultura. Pues si de éste desisto y doy en otro más bajo, ¿qué será sino fenecer?

El muy bien conservado Castillo de la Vela, la Torre del mismo nombre del siglo XII, resto de la antigua fortaleza, así como la Puerta Califal que hace de atrio de la iglesia de Santa María de los Alcázares son los imperdibles de este pueblo en pleno centro de la comarca.

Torrijos

Colegiata de Torrijos - Fuente: Depositphotos
Colegiata de Torrijos – Fuente: Depositphotos

Y llegamos ya a la capital de la comarca donde, curiosamente, el autor del Lazarillo de Tormes pasa de puntillas, ya que, según cuenta en el capítulo anterior a su llegada a Maqueda, el protagonista va directamente desde Escalona a Torrijos, donde pasa la noche, pero como no le “parece estar allí seguro” decide poner rumbo a Maqueda, una vuelta atrás que puede deberse a un fallo en la memoria geográfica del autor.

Suponemos que, a mediados del siglo XVI, Torrijos sería un lugar un poco menos hospitalario, como era habitual en esa época, pero actualmente es localidad de gran atractivo monumental, empezando por la Colegiata que fue concluida poco antes de que el Lazarillo pasara una noche aquí.

Y es que, según las fuentes, este edificio fue trazado nada menos que por los hermanos Egás que también se relacionan con la catedral de Toledo y con la Catedral Nueva de Salamanca, ofreciendo un nuevo testimonio del gótico flamígero que triunfaba en la época siguiendo la tendencia que había iniciado Juan Guas, arquitecto de los Reyes Católicos. Además, también pudo intervenir Alonso Covarrubias, padre del Renacimiento hispano que había nacido en esta localidad toledana en 1486.

Toledo

Toledo - Fuente: Pixabay
Toledo – Fuente: Pixabay

Y tras hacer una pasada por Barcience para visitar las bonitas ruinas de su castillo, entramos en la “insigne Toledo” donde dio consigo el Lazarillo tras el dramático episodio con el clérigo que le tuvo quince días postrado en una cama tras el garrotazo que le soltó su amo tras confundirlo con una culebra.

La vida del Lazarillo en la ciudad de las tres culturas merece capítulo aparte y sería demasiado extenso referirnos a todas las aventuras que vive el pícaro en las calles de la ciudad, empezando por su tercer amo, el escudero al que el pobre Lázaro debe alimentar.

Hay que recordar que a principios del XV, Toledo era la capital del reino, llegando a proclamarse a Juana y Felipe el Hermoso herederos de la corona castellana en 1502 en su catedral. Así que debió ser toda una aventura para el Lazarillo pulular por estas calles en esta época… aunque fuera pidiendo limosna

Si con el escudero suele frecuentar la plaza de las Cuatro Calles, en pleno centro de la ciudad, con el fraile se mueve por la plaza de la Merced, al norte del casco antiguo, donde se ubica actualmente la Diputación Provincial.

Y el último episodio del Lazarillo tiene lugar en torno a la iglesia del Salvador, cuando consigue trabajar como pregonero del arcipreste de esta iglesia, casándose con su criada que era, en realidad, la amante de su amo. Un final “deshonroso” pero feliz para el Lázaro que ha aprendido que, entre otras cosas, la deshonra se lleva mejor con el estómago lleno.