Es una de las excursiones perfectas desde Kioto, un espacio natural en el que la vida discurre paciente al ritmo que marcan las aguas del Katsura. No se oyen el claxon de los coches, ni el alboroto del Pontocho: aquí hasta los turistas caminan un poco más lento, como si tuvieran miedo de alterar el equilibrio de uno de los distritos más bellos de la ciudad de los mil templos. Porque Arashiyama también tiene varios santuarios, pero es popular en todo el mundo por su bosque de bambú, uno de esos hitos de Japón que dejan extasiado al viajero occidental.
Pero pronto el viajero se da cuenta de que Arashiyama es algo más que su memorable bosque de bambú. Lo percibe cuando cruza el Togetsukyo y se adentra en un sendero que discurre hacia la montaña entre esa espesura impenetrable y embrujadora tan típica del país oriental. Y cuando sube unas escaleras que parecen no conducir a ningún lado se encuentra con un minúsculo templo de madera entre la maleza. Así es Arashiyama, una matrioshka llena de delicadas sorpresas.
Arashiyama y su bosque de bambú
Muchos viajeros que hacen parada en Kioto dudan si visitar o no Arashiyama. ¿Más templos en la ciudad de los mil templos? Pero cuando abren una guía de viaje y ven una foto del bosque de bambú ponen una cruz a este distrito y cargan la batería de la cámara: el bosque de bambú es un regalo para los instagramers pero también es un delicioso paseo entre largas cañas que llegan casi hasta el cielo. De hecho, es uno de los curiosos efectos de este espacio natural: las cañas de bambú se quiebran tapando el cielo dejando al caminante apresado en su vibrante verde eléctrico. Otro mundo.
Este espacio natural cuidado con mimo por las kiotenses se encuentre en el lado norte del Katsura muy cerca del templo Tenryuji, el más famoso de Arashiyama, por lo que puede ser una excelente visita complementaria si vamos justos de tiempo. Son unos quince minutos andando desde la estación de tranvía Keifuku Randen que, por cierto, es una de las mejores formas de acercarse a Arashiyama por las vistas que ofrece del entorno durante buena parte del trayecto, incluido el denominado túnel de los cerezos.
De cualquier manera, no hay perdida con el bosque de bambú porque la mayoría de los turistas se dirigen a él como primera (y a veces única) parada en Arashiyama. Aunque no suele ser fácil lograr la típica foto sin turistas recorriendo el bosque, paciencia: si has sido capaz de hacerlo en Fushimi Inari, también podrás hacerlo aquí.
Otra de las visitas complementarias al bosque de bambú es el cercano mirador del parque de Arashiyama que nos permite observar la embrujadora espesura de la montañas que flanquean el río.Y un poco más al norte, se encuentra la antigua residencia del famoso actor de películas samurái Denjiro Okochi: a cambio de 1000 yenes podremos visitar una impresionante villa de 30.000 metros cuadrados que ofrece otro panorama de la naturaleza que rodea Arashiyama además de la posibilidad de disfrutar de la tradicional ceremonia del té, degustando el matcha al estilo de los antiguos samuráis…
Templos y rincones secretos de Arashiyama
El otro punto focal de Arashiyama es su fantástico templo Tenryuji, una de las joyas de todo Kioto: se trata de uno de los cinco grandes templos zen de Ciudad Capital. Se encuentra a apenas dos minutos andando de la estación de tranvía de Arashiyama… así que no hay perdida. Por cierto, justo al lado de la estación merece la pena acercarse al conocido como Kimono Forest, una recreación de un mini bosque de bambú decorado por las telas de kimonos japoneses que van cambiando según la época del año: otro imperdible para instagramers.
Tenryuji fue construido a mediados del siglo XIV siendo una de una las sedes más importantes de la Escuela Rinzai de Budismo Zen. Su joya de la corona es el jardín zen que refulge con las aguas del estanque central. No importa la época del año en la que te acerques a este templo pues siempre ofrece una estampa asombrosa, aunque en otoño la combinación de colores es apabullante. Y en primavera… el sakura, por supuesto. Recorrer los pequeños senderos que rodean es toda una experiencia como lo es probar la shojin ryori, la comida vegetariana zen que se ofrece en el templo.
¿Más templos? Arashiyama está plagada de ellos como el resto de la ciudad de Kioto, pero tal vez uno de las más espectaculares al norte del Katsura (y al margen de Tenryuji) es Adashino Nenbutsuji que ofrece la posibilidad además de callejear un poco por el Arashiyama menos turístico descubriendo ese ritmo apacible ritmo de vida de los locales: al final del camino nos encontraremos con nada menos que 8.000 estatuas de piedra para 8.000 almas abandonadas.
Volvemos al centro de Arashiyama para reponer fuerzas en alguna de sus calles céntricas y cruzar por fin el puente Togetsukyo. Cuenta la leyenda que el mismísimo emperador vio un día a la luna cruzar este puente y desde entonces se le denomina como el ‘puente que cruza la luna’: imaginaos lo que es atravesar Togetsukyo una noche con luna llena. Claro que adentrarse de noche por los senderos del lado norte de Arashiyama de camino a la montaña tal vez no sea lo más aconsejable…
El camino que bordea el río al otro lado de Arashiyama nos adentra en la espesura del monte disfrutando del rumor del Katsura. Por cierto, este río —que más allá del puente se conoce como Oi y después Hozu— puede ser recorrido en un crucero turístico: otra opción más para disfrutar de la naturaleza que rodea Arashiyama. Pero nosotros íbamos camino de Senkoji, considerada la mejor vista de Kioto: un delicado y casi secreto templo zen en la ladera de la montaña que es la mejor manera de terminar esta excursión por uno de los distritos más románticos de Kioto.
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