Situada en el triángulo turístico más codiciado de Europa central (Praga-Viena-Budapest) Bratislava, la capital de Eslovaquia es, todavía, una gran desconocida para la mayoría de los viajeros que ‘coleccionan’ capitales europeas. A pesar de que, desde 2004, el país es miembro de la Comunidad Europea, desde 2007 pertenece al área Schengen, y desde 2009 tiene el euro como moneda.
Quizá los que más se acercan a sus encantos sean los turistas del sector crucerista que contratan el clásico viaje por el Danubio, ya que la ciudad es escala habitual para los cruceros fluviales que navegan por las aguas danubianas. Pero Bratislava no es una ‘ciudad de paso’, se merece más de un día, y de dos ¡y de tres!
Nada más poner el pie en la ciudad, la primera impresión que tenemos es que estamos en un lugar no invadido masivamente por turistas; y a nada que empezamos a callejear, comprobamos como se cumple lo intuido. Pero ¿Qué es lo que no tienes que dejar de ver? ¿Cuál es el monumento más fotografiado?
9 planes imprescindibles en Bratislava
Ante todo, Bratislava es más una ciudad para sentir en su conjunto que para ver monumentos singulares, que los tiene; así que lo más recomendable es deambular por su casco antiguo y dejarse sorprender. Junto a iglesias góticas y edificios de elegante corte barroco, proliferan construcciones modernistas con sus ornamentos originales, que junto a algunos bloques de pisos de la época comunista confieren a las grandes avenidas un toque vintage. Lo dicho: pasear mirando arriba y abajo.
1. El Castillo de Bratislava
Es el símbolo de Bratislava. Visible desde cualquier punto de la ciudad. La fortaleza, con sus muros blancos y sus ventanas alineadas, parece más bien un edificio ministerial del siglo XX; pero es un castillo construido en el siglo X que, tras varias remodelaciones, ha ido adquiriendo su aspecto actual. Desde lo alto de una de sus torres (tiene cuatro), y previo pago de la entrada, se obtiene una bonita panorámica de la ciudad y del Danubio. Hoy en día alberga el Museo de la Historia.
La pieza estrella es la Venus de Moravany, una pequeña estatuilla del Paleolítico Superior tallada en un colmillo de mamut y descubierta en Eslovaquia durante la primera parte del siglo XX. Para los puristas, conviene saber que se han realizado varias copias que se exhiben en otros museos del mundo. Se cree que el original se encuentra en el Banco Nacional de la República Eslovaca.
2. Catedral de San Martín
Está cerca del castillo y es el templo más importante de la ciudad. Destaca la belleza de las vidrieras y los sepulcros de los emperadores húngaros. La catedral fue el lugar de coronación de 19 reyes y sus esposas. La torre, de 85m, está rematada por una gran corona dorada.
Al salir de la catedral, aprovecha para pasear por las calles adyacentes; muchas de ellas se conservan igual que en la época medieval. En esta misma zona destaca también la plaza Hlavne Nemestie, uno de los lugares más visitados porque allí está la Fuente de Maximiliano, que es el meeting point para los lugareños. También se encuentran el Palacio del Primado, que es la oficina actual del alcalde.
En su interior destaca el Salón de los Espejos y una soberbia colección de tapices británicos del siglo XVII que se descubrió por casualidad, oculta en las paredes, cuando se restauró el palacio a principios de siglo XX., y que se pueden admirar; y el edificio del Antiguo Ayuntamiento, desde el cual y, a través de un pasadizo, se accede a la Plaza Principal, donde en la Edad Media se celebraba el mercado (y las ejecuciones), y donde ahora montan el mercadillo de Navidad.
3. La Iglesia Azul
La vistosa Iglesia de Santa Isabel (conocida popularmente como la iglesia azul), en honor a Isabel de Hungría, que creció en el castillo de la ciudad, se encuentra en la parte este del casco histórico, en la calle Bezrucova. Es una de las representaciones más extraordinarias que existen del llamado art nouveau húngaro. Hay listas de espera de años para poder casarse ahí. Es azul por fuera y por dentro. Precisamente esta iglesia es la que representa a Eslovaquia, en su versión miniatura, en el parque llamado Mini Europe de Bruselas.
4. La calle Ventúrska
Es una de las calles más animadas de Bratislava. Está plagada de palacetes -unos más restaurados que otros- de todos los siglos que te imagines. En el número 10 se encuentra el Palacio Pálffyho, aunque todo el mundo lo conoce como la Casa Mozart,por la visita que hizo el compositor siendo niño acompañando a su padre Leopold. Al final de la calle, o al principio (según desde donde se acceda) está la Puerta de San Miguel, la única que queda de las cuatro puertas de la ciudad que fueron parte del del fuerte del siglo XIV y que ahora esuna torre de 50 m. con un reloj, y en la que está situado un mirador Museo de Armas y un mirador situado a más de 50 metros de altitud.
Bajo esta torre un círculo dorado, la Rosa de los Vientos, señala la distancia de Bratislava a 29 ciudades del mundo… Es el kilómetro 0 de la capital eslovaca. La leyenda dice que, si logras cruzar la puerta sin nadie al lado, se cumplirá el deseo en el que pienses en ese momento… ‘turisticada’ eslovaca al uso.
Después pasamos por delante del palacio Grassalkovich, la Casa Blanca eslovaca… Aunque solo sea para hacer la foto a la bola del mundo que está en la fuente de la plaza y descansar del paseo. Es una plaza bonita con bancos y jardines.
5. Estatuas callejaras
Algunas ciudades se fijan en la memoria -no solo en el móvil- por algún motivo especial. Y cuando me preguntaba: ¿Qué es lo más fotografiado de Bratislava? La respuesta es: las estatuas de bronce callejeras. Son curiosidades modernas, pero ya se están convirtiendo en curiosidades históricas. La misión del turista que se precie es, cámara en ristre, encontrarlas. Son cuatro.
A saber: el observador Cumil, que representa a un hombre saliendo de una alcantarilla, y se encuentra en la intersección de las calles Panská y Sedlarská; el Francés, un soldado del ejército de Napoleón que está sentado en uno de los bancos de plaza mayor de Bratislava; un dandi trasnochado que levanta el sombrero de copa que está clavado en la calle Sedlarska, al que llaman Schöne Náci; otra estatua entrañable es la del escritor danés Hans Christian Andersen, quien visitó Bratislava en 1841; y la estatua de un ‘paparazzi cazado’, que está en el UFO.
6. El ‘UFO’
Los 45 años de etapa soviética dejaron una peculiar impronta en la fisonomía de la ciudad, como así lo demuestran algunas edificaciones extrañas. A veces han sido denostadas por los gobernantes que sucedieron a los jefes comunistas de antaño, pero afortunadamente no todas han sido destruidas, porque desde el punto de vista arquitectónico tienen su importancia.
Una de estas construcciones es el Puente Nuevo -también conocido como Puente del Levantamiento-, una maravilla del funcionalismo moderno construido en 1972. Al final de puente se erige una torre de 95 m. de altura culminada con una especie de platillo volante, de ahí el nombre de UFO (ovni). La plataforma de observación alberga un restaurante con muy buena cocina, y tiene las mejores vistas de la ciudad, sin discusión… Y ahí han colocado la estatua del paparazzi.
7. Monumento Slavín
Al noroeste de la Ciudad Vieja hay algo interesante, aunque dramático. Se trata del Monumento Slavín, uno de los pocos testimonios que quedan del arte del realismo social. Es un cementerio donde reposan los restos de 6.845 soldados del Ejército Soviético que fallecieron defendiendo a Bratislava de las tropas nazis en la Segunda Guerra Mundial. Lo preside un enorme obelisco con la estatua de un soldado ruso pisando una esvástica. La memoria que persiste.
8. La sopa es lo primero
Mención especial para las sopas eslovacas porque solo pensar en la palabra goulash es meterse de lleno en la cocina del antiguo imperio austrohúngaro. El imperio se dividió, y ahora cada país lo hace a su manera. El goulash eslovaco es una receta de carne estofada (70% vacuno y 30% cerdo) a la que se añade patata en una base de manteca de cerdo más un compuesto casero al que llaman lêco (pimiento amarillo y rojo, ajo, cebolla, zanahorias, apio, tomate y paprika).
Se remata con setas y un chorro de vino tinto; un plato contundente. Otra opción como entrante será, irremediablemente, otra sopa: la kapustnica, a base de col fermentada; o una sopa de frijoles enriquecida con patatas, tocino y carne ahumada; o la clásica sopa de ajo de la abuela, que se sirve dentro de una hogaza de pan; o, ¡y para los más valientes! la drzková (sopa de callos). En definitiva: de la sopa como entrante no se libra nadie.
9. El tokay eslovaco
Eslovaquia es un país con gran potencial en vinos originales que, poco a poco, han conseguido compartir su espacio con la todopoderosa y sempiterna cerveza. La frontera sur eslovaca comparte terroir con el norte de Hungría, es decir: con la zona donde se cultivan las variedades vitivinícolas Furmint, Hárslevelü o Sárgamuskotály. Por lo tanto, y a resultas de esta vecindad limítrofe, los famosos y prestigiosos vinos Tokay también se producen en Eslovaquia. Los vinos húngaros se venden en españa, los tokay eslovacos no; así que, es tu oportunidad de probar un vino único en el mundo. Compra una botella para un día especial, las venden en Vinotéka Cormner & Co… No te arrepentirás.
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