Tanto los aficionados al ciclismo como aquellos que intentaban echar la siesta el pasado 12 de septiembre se quedaron alucinados ante el espectáculo que mostraba la televisión: un sinuoso camino entre vertiginosas paredes rocosas que emergían de un exuberante manto verde. La serpiente multicolor de la Vuelta a España nunca había dado tantas vueltas, valga la redundancia.
Fue la etapa 16 de la pasada ronda española que volvió a mostrar la belleza del Desfiladero de la Hermida entre Cantabria y Asturias, el desfiladero más largo de España con sus 22 kilómetros y 174 curvas. Nosotros dejamos las dos ruedas para Vingegaard y compañía y recorremos este paraíso natural en la Cordillera Cantábrica en coche y a pie descubriendo pueblos deslumbrantes e inolvidables rutas de senderismo.
Desfiladero de la Hermida, vértigo en los Picos de Europa
Cuentan que los Picos de Europa recibieron esa denominación porque era lo primero que veían los navegantes procedentes de América cuando se aproximaban a la península ibérica. Aunque es una hipótesis más que dudosa, como leyenda suena muy bien: y es que el naming de los Picos de Europa no puede hacer más justicia a uno de los grandes mitos de las montañas del sur continental.
Y el Desfiladero de la Hermida es uno de esos tesoros de los Picos, concretamente del macizo de Ándara o macizo Oriental, uno de los tres macizos que integran estas montañas de la Cordillera Cantábrica. Y donde hay un desfiladero no puede faltar un río, en este caso el río Deva, que nace en Fuente Dé para desembocar en el Cantábrico marcando la frontera entre Cantabria y Asturias.
Y es justamente en esta desembocadura donde arranca la carretera que conecta el litoral con el desfiladero: se trata de la N-621 que, desde Unquera, va ascendiendo hacia el sur pasando por diferentes municipios cántabros —y uno asturiano, Peñamellera Baja— hasta el final del desfiladero en torno a Potes, capital del Valle de Liébana.
Y es que este desfiladero ha sido durante siglos la única comunicación entre el mar y la comarca liebanega. Pero no sería hasta mediados del XIX cuando esta ruta se remoza y se comienza a usar de forma habitual para transporte industrial de mercancías una vez que se descubren las riquezas minerales de la zona, mientras los amantes de la naturaleza de otras latitudes (y los artistas) empiezan a sentirse atraídos por la fama de un vertiginoso desfiladero en el norte de España.
Actualmente, el Desfiladero de la Hermida ofrece al visitante numerosas rutas de senderismo que nos sacan de la carretera principal para descubrir tesoros ocultos, además de acercarnos a numerosos pueblos que se encuentra tanto al borde de la N-621 como en algunos caminos adyacentes como la CA-282 que arranca de la localidad de La Hermida, la cual da nombre a todo el desfiladero.
Recorriendo los pueblos del Desfiladero de la Hermida
Partimos de Unquera en dirección sur, ubicada junto a la ría de Tina Mayor en la desembocadura del Deva, una localidad de inconfundible aroma cantábrico que roza los 1000 habitantes en la que hacer acopio de las corbatas de Unquera, un clásico de la repostería cántabra que nos vendrá de perlas para recargar energía durante la larga marcha del desfiladero: se trata de un pastel de hojaldre con forma de corbata culminada con una capa de azúcar glas con almendras.
Pasando San Pedro de las Baheras, la N-621 cruza la frontera con Asturias para llevarnos a Panes, la capital de Peñamellera Baja: es el inicio oficial de esa mítica ruta entre Panes y Potes que sonará a todos los norteños: casi 30 kilómetros de gozosa carretera… para los que disfruten del curveo o vayan bien provistos de Biodramina.
Y es tras pasar Panes donde, técnicamente, arranca el Desfiladero de la Hermida: una curva a la izquierda muy cerca del punto en el que el Cares entrega sus aguas al Deva, donde comenzamos a ver como la carretera empieza a abrirse entre verticales paredes de piedra gris cubiertas en muchos tramos por masas boscosas que crecen a medida que avanzamos hacia el sur.
En los primeros ochos kilómetros del Desfiladero no hay espacio para más: una estrecha carretera de dos carriles y naturaleza hasta donde alcanza la vista. Antes de que la ruta gire hacia el sureste, un primer desvío a la derecha hacia la pequeña aldea asturiana de San Esteban de Cuñaba que llegó a ser nombrado Pueblo Ejemplar de Asturias en 1990. ¡Cómo pasa el tiempo!
Regresando a Cantabria nos acercamos ya a La Hermida, cruce de caminos y epicentro del desfiladero que lleva su nombre. Se trata de una localidad que no suma más de 100 vecinos pero que en temporada alta es un hervidero de senderistas, viajeros y turistas que disfrutan de los diferentes atractivos de la zona, incluyendo la propia vía ferrata que descubriremos más tarde.
Aquí también se encuentra el famoso Hotel Balnerario de 4 estrellas, pero nosotros nos acercamos a visitar las ruinas de la ermita de San Pelayo, cruzando el Deva, además de hacer un recorrido a pie por las diferentes esculturas de madera del pueblo, desde una moto Bultaco hasta una guerrera a lomos de un oso.
Desde La Hermida parten dos carreteras, una hacia oriente y otra a occidente. La CM-22/03 sigue el río Corvera y lleva a Bejes junto al puerto homónimo en el que terminó la etapa 16 de la pasada Vuelta a España. También desde Bejes tienes la posibilidad de hacer una ruta que sube el vecino Pico San Carlos pasando por el Refugio Casetón Ándara, muy célebre entre los senderistas de los Picos: cada cinco años esta ruta se convierte en una fiesta, la de la peregrinación del Sagrado Corazón.
Desde La Hermida en dirección este se puede tomar la CA-282 —también con un buen puñado de curvas— que nos acerca en primer lugar al mirador de Verdeja y al pueblo de Linares donde nos podemos acercar a la iglesia de San Andrés Apóstol y a la Torre del Pontón, uno de los monumentos más curiosos que encontrarás en el desfiladero: una torre-cubo de planta cuadrada del siglo XIV en muy buen estado de conservación.
La CA-282 continúa luego hacia el sur para alcanzar Piñeres tras pasar Navedo, también pertenecientes al municipio cántabro de Peñarrubia: un pueblo de 50 habitantes a casi 600 metros de altura en el que destaca la ermita de Santa Catalina en el monte Hozarco construida entre el XVII y el XVIII.
Esta zona está plagada de rutas como la Mitológica del monte Hozarco que recorreremos después, además de dar acceso al mirador de Santa Catalina, el más famoso del desfiladero: un imperdible para disfrutar de la magnificencia de este tesoro natural de los Picos de Europa.
Si continúas por esta carretera te vas adentrando en la comarca Saja-Nansa empezando por el pueblo de Lamasón que conecta con el propio Camino Lebaniego, pero nosotros regresamos al desfiladero y a la carretera principal en dirección sur que nos lleva a Allende, a 8 kilómetros de La Hermida, donde se encuentra la ermita de Santa Eulalia y al otro lado de la carretera, Lebeña donde está la joya monumental del desfiladero: la iglesia de Santa María de Lebeña.
Se trata del mejor testimonio del Prerrománico cántabro y una de las iglesias más importantes adscritas a la arquitectura mozárabe, anticipando algunas de las soluciones constructivas y estéticas que triunfarían décadas más tarde en el Románico que se difundiría por toda Europa meridional.
Tras pasar Castro Cillorigo cerca de la ermita de San Francisco se llega al Centro de Interpretación de los Picos de Europa, el lugar por el que toda ruta por los Picos debe empezar para conocer la historia y leyenda de este macizo cantábrico, además de nutrirnos de información actualizada para las rutas.
Pasando este punto, las grandes paredes del Desfiladero ya van quedando atrás: ya estamos a un paso de Potes, final de esta ruta, una localidad que no se pierde una lista de las más bonitas de Cantabria. Mientras la N-621 continúa hacia el sur llegando a Riaño en León, desde Potes puedes continuar la “fiesta” de nuevo hacia los Picos de Europa siguiendo la CA-185 hasta Fuente Dé: otra impresionante media hora de carretera que conecta con el teleférico.
Rutas de senderismo en el Desfiladero de la Hermida
Los amantes del senderismo tienen en la zona de La Hermida uno de los grandes tesoros del norte peninsular. Sin llegar a las exigencias de las rutas más duras de los Picos de Europa, buena parte de los senderos del desfiladero pondrán a prueba tu resistencia para contemplar algunos de los paisajes más increíbles del entorno del río Deva.
Urdón-Tresviso (PR-PNPE 30)
Empezamos con una ruta corta pero dura, un clásico del Desfiladero de la Hermida que nos lleva desde Urdón hasta Tresviso. Son algo más de 5 horas (ida y vuelta) de una ruta con más de 800 metros de desnivel. Se puede dejar el coche a la derecha de la carretera en dirección sur a la altura de Urdón.
El camino que se recorre fue abierto a mediados del XIX en esa fiebre minera de la que hablábamos. Y es que cuando se huele la posibilidad de hacer dinero, ningún camino es imposible: una obra de ingeniería que permitió la conexión de las minas de Ándara y Tresviso con el camino del desfiladero. Y además de disfrutar de un pueblo precioso, el premio de probar el famoso queso que se fabrica aquí.
Este sendero también se puede combinar con el PR-PNPE-29 que conecta con la localidad asturiana de San Esteban en otras tres horas de recorrido: más dificultad y más peligros, solo reservada a montañeros sin vértigo porque algunos tramos no tienen protección y son especialmente vertiginosos.
Ruta Circular desde Bejes (PR-PNPE 28)
Seguimos con rutas exigentes en uno de los senderos más impresionantes del Desfiladero, el que nos lleva por el macizo de Ándara desde Bejes. Se trata de una ruta circular de 25 kilómetros con principio y fin en la localidad cántabra que nos lleva a conocer el Hoyo del Tejo junto a la carretera de Sotres a Tresviso, además de los hayedos de Valdediezma y La Llama pasando por el mencionado Casetón Ándara. Unas 8 horas con un desnivel de más de 1.100 metros… solo para senderistas en buena forma y empezando bien temprano. Y a poder ser con buen tiempo.
Ruta de las Agüeras y mirador de Santa Catalina
Para que nos podamos relajar un poco caminando, que también se puede, por supuesto, en este desfiladero, una ruta más sencilla que cubre algunos de los rincones más populares de la zona, empezando por el mirador de Santa Catalina, el lugar que ofrece las mejores vistas de este paraíso.
Son algo más de 11 kilómetros con un considerable desnivel, pero sin riesgos especiales en el propio sendero. Puedes dejar el coche en el aparcamiento de la denominada caseta de Pescadores a la derecha de la carretera en dirección sur, aunque la ruta es hacia el otro lado siguiendo la riega Cicera en primer lugar hacia el pueblo homónimo desde donde se sube hacia el norte para luego tomar un desvío hacia el mirador tras pasar ante la ermita de Santa Catalina.
La ruta continúa más tarde tras bajar del mirador pasando cerca de Navedo, admirando una cascada para después continuar hacia el sur siguiendo el curso del Deva y del desfiladero hacia el aparcamiento donde hemos dejado el coche.
Senda Mitológica
¿Que los niños no pueden con el Desfiladero de la Hermida? Eso es que no conocéis la Senda Mitológica, diseñada justamente para que las familias al completo puedan disfrutar de este entorno. No tiene pérdida ya que se toma desde el desvío que conduce al mirador de Santa Catalina, pasando la ermita. Toda la ruta está plagada de “criaturas” de la cultura tradicional cántabra como el Trenti, el Arquetu o el Enano Bigarista: 16 figuras de tamaños real diseminadas a lo largo del camino.
Ferrata La Hermida
Y terminamos este recorrido senderista en el propio pueblo de La Hermida donde se encuentra la vía ferrata con sus diferentes alternativas: desde la Ruta de los Puentes que exige el uso de un disipador, hasta la Vía Ferrata Peñarruscos de dificultad alta y los propios barrancos como el Navedo o el Cicera en los que deberás usar neopreno, casco, arnés y cuerda. El fin de fiesta para los amantes del montañismo en el desfiladero más grande de España.
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