Fantasear con las mil y una noches en la antigua mezquita del Castillo de San Marcos, soñar con odiseas marítimas admirando un mapa único en el mundo, un baño sanador en la playa de Valdelagrana, recorrer en bici los Toruños bajo el hechizo de la luz dorada del sur y terminar con un pescaíto frito y un Fino en una noche estrellada de brisa sabrosa. Esto es alegría, esto es vida, esto es El Puerto de Santa María. Nos vamos a Cádiz para visitar una de las localidades más radiantes de España.
Recorriendo El Puerto de Santa María
Cuenta la leyenda que Colón se acercó al Puerto de Santa María en su incansable búsqueda de financiación para su gran viaje al otro lado del mundo. Y que estando en El Puerto un marinero tuerto le indicó la ruta hacia aquella tierra ignota a la que él no pudo llegar por culpa de unos “terribles vientos”.
Sea o no verídica esta historia, lo cierto es que, a finales del siglo XV, El Puerto de Santa María era una de las localidades costeras más boyantes del occidente andaluz al estar integrada en las principales rutas comerciales por el Atlántico. Y algunos de los más importantes colaboradores de Colón fueron vecinos de la localidad gaditana.
Es el caso de Juan de la Cosa, navegante y cartógrafo cántabro que poseía su propio barco, de nombre Santa María… Pese que esta nave nunca regresó de América al haber naufragado frente a las costas haitianas, Juan de la Cosa sí volvió a España, estableciéndose de nuevo en El Puerto de Santa María donde en el año 1500 firmaría una de las joyas cartográficas más importantes del mundo: el primer mapamundi conservado que contiene una representación de América.
“Juan de la Cosa la fizo en el puerto de Santa María anno de 1500”, reza este mapa cuyo original custodia el Museo Naval de Madrid y que cuenta con una reproducción en cerámica que se acompaña de un busto del navegante en la Plaza Juan de la Cosa, al lado de la Plaza de Alfonso X el Sabio, donde también se encuentra el popular banco decorado con besos.
Sin duda, el Descubrimiento de América es uno de los hitos que marcarían la historia de El Puerto de Santa María como sucede con otras localidades de la costa occidental andaluza. Durante principios del XVI, El Puerto se erige en un centro comercial de productos procedentes de América lo que atrae a numerosos mercaderes y empresarios.
No tardará en convertirse en la ‘ciudad de los 100 palacios’ sobre todo desde que la localidad gaditana sea elegida como nueva sede de la Capitanía General de la Mar Océana: muchos comerciantes acaudalados se establecen aquí construyendo sus elegantes mansiones.
Este esplendor comercial de la Bahía de Cádiz todavía puede rastrearse en algunos edificios —agrupados bajo la denominación de casas-palacio de cargadores a Indias— como el Palacio de Aranibar en la Plaza de Alfonso X el Sabio al lado del Castillo de San Marcos que incluye el famoso Salón Mudéjar y un fantástico patio con columnas de mármol.
Son precisamente estos patios portuenses una de las características más destacables de las casas de cargadores como también podemos apreciar en la casa de Pedro Muñoz Seca 48. Este edificio ha sido rehabilitado por sus actuales propietarios convirtiéndolo en un centro de arte contemporáneo, residencia de artistas y escenario para todo tipo de eventos: un intento de vivificar el dinamismo de aquella antigua ciudad de los cien palacios que también podemos encontrar en la Casa Palacio de los Leones del XVII reconvertido actualmente en hotel.
Otro de los grandes símbolos de El Puerto nos transporta unos siglos antes del Descubrimiento. En tiempos de Alfonso X se construye a partir de una antigua mezquita el Castillo de San Marcos cuya relevancia demuestra el hecho de que apareciese en una de las Cantigas del Rey Sabio. De la antigua mezquita, la zona más evocadora del conjunto, se mantienen tanto el muro de la quibla como el mihrab. La transformación cristiana del edificio lo convierte en una impresionante iglesia-fortaleza de torres almenadas.
Nos vamos un poco hacia el norte siguiendo la calle Palacios hasta la Plaza de España para disfrutar de otro de los monumentos más queridos por los portuenses. La Basílica de Nuestra Señora de los Milagros o Iglesia Mayor Prioral comenzó a levantarse a finales del siglo XV, pero debe reconstruirse parcialmente en el XVII por el derrumbe del edificio original. Destaca la Puerta del Sol, un impresionante ejemplo de fachada-retablo con elementos barrocos y platerescos, estilos que tanta influencia tendrían también en la arquitectura del otro lado del Atlántico.
Ya al norte de El Puerto siguiendo la margen derecha del Guadalete alcanzamos el Monasterio de la Victoria construido en el siglo XVI. Destaca especialmente su portada gótica flanqueada por estribos de estrechos baquetones coronados por pináculos que enmarcan un arco conopial que custodia a su vez un arco peraltado… una exquisita y delicada joya gótica.
Playa, ocio y gastronomía en El Puerto
La Bahía de Cádiz está plagada de deliciosos arenales y El Puerto de Santa María no es una excepción. Hasta cinco de sus playas recibieron la Bandera Azul en 2020, empezando por Fuentebravía al norte de El Puerto ya cerca de Rota. Más al sur encontramos Santa Catalina, otra playa con Bandera Azul que se extiende a lo largo de más de 3 kilómetros por la vertiente oeste de la ciudad gaditana.
Ya bajo el acantilado del antigua castillo de Santa Catalina encontramos dos de las playas más coquetas de El Puerto: La Muralla y la Calita. Al otro lado de Puerto Sherry tenemos la playa de la Puntilla y al otro lado del Guadalete la playa de Valdelagrana, la más turística de la localidad gaditana. Y finalmente, la playa de Levante en Los Toruños.
Es justamente los Toruños una de nuestras últimas paradas en este recorrido por El Puerto de San María. Integrado en el Parque Natural Bahía de Cádiz ocupa una extensión de 1.000 hectáreas de torno a la desembocadura del río San Pedro: una joya natural para pasear, recorrer en bicicleta o en kayak.
Y no nos podemos ir del Puerto de Santa María sin volver sonreír con el sabor de su refrescante gastronomía y de sus legendarios vinos. El pescado es, como no podía ser de otra forma, el principal ingrediente de la gastronomía portuense: el pescaíto frito no necesita presentación, pero el caldillo de perro tal vez sí: una sopa marinera de pescado con cebolla, ajo, aceite y zumo de naranja agria. Por su parte, la raya al pan frito o el malarmao a la sal son guisos que levantan cualquier ánimo renqueante.
Como lo hacen sus vinos: desde sus Finos, a los dulces de Pedro Ximénez y Moscatel pasando por los Amontillados o los Olorosos. Qué mejor forma de despedirnos de El Puerto de Santa María que brindando con una copa de vino por un año un poco menos áspero, un poquito más alegre, un poquito más portuense.
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