El Torcal de Antequera fue el primer Espacio Natural Protegido de interés nacional en Andalucía, allá por 1929. Un siglo más tarde, esta región suma más de una treintena de parajes entre los que destacan el Desierto de Tabernas, el Embalse de Malpasillo, las Marismas de Odiel o las Peñas de Aroche.
Pero a pesar de esta distinción, el Torcal de Antequera sigue siendo un paraje desconocido para muchos de los visitantes de Málaga, que ponen rumbo al sur embelesados por la Costa del Sol. Pero a medio camino entre Villanueva de la Concepción y la propia Antequera, encontramos una de las joyas geológicas más sorprendentes de la península ibérica, un paraíso natural para perderse —incluso literalmente— con su casi 12 km2 de superficie.
Las rocas imposibles del Torcal de Antequera
Puede que la geología te suene aún peor que las matemáticas, pero la visita al Torcal de Antequera te obligará a preguntarte: pero bueno, ¿cómo es esto posible? Y es que encontrar un paraje tan singular en mitad de la provincia de Málaga obliga a hacerse preguntas, hasta al visitante más resabiado.
El Torcal de Antequera debe su nombre al término ‘torca’, depresión circular con bordes escarpados, la cual es habitual en los karst. ¿Y qué es eso de karst? Un tipo de relieve que ya hemos visitado en alguna ocasión y que se origina por la meteorización química de determinadas rocas. Os lo explicamos.
Uno de los karst más imponentes de Europa
Hace 200 millones de años, durante el Jurásico, buena parte de Europa y Oriente Medio aún se encontraba sumergida bajo el mar de Tetis, una inmensa masa de agua interior, cálida y poco profunda del tamaño de Asia.
La acumulación de esqueletos y caparazones de animales marinos durante millones de años en el fondo de este mar comenzó a emerger durante el Mioceno medio como consecuencia del empuje de las placas ibérica y africana: es la orogenia alpina que configura el relieve europeo actual.
Se trata de un proceso que aún se mantiene en la actualidad, pero que comenzó hace ya 25 millones de años. Una vez que los sedimentos afloran ya como roca caliza, la acción erosiva del agua, el hielo y el viento la modelan generando estos singulares paisajes pétreos, unas rocas imposibles plagadas de fracturas, acanaladuras, ‘marmitas de pastor’, simas, cuevas, además de los propios torcales que dan nombre al paraje.
De hecho, en el karst malagueño se contabilizan hasta mil cavidades, entre las que destacan las simas de desarrollo vertical y las cuevas horizontales. Algunas de ellas han servido de refugio humano durante siglos, desde el Neolítico hasta la Edad del Bronce, como atestiguan los restos arqueológicos.
Pero en la superficie se hallan los relieves más famosos del Torcal de Antequera: la disolución diferencial de los estratos calizos ofrece un inusitado catálogo de formaciones pétreas entre las que encontramos arcos, puentes, o los famosos tornillos que son el emblema del paraje: y es que cuesta creer que algunas de estas rocas estén sometidas a la fuerza de la gravedad dado su aparente desequilibrio.
Los senderos del Torcal de Antequera
A 15 kilómetros al sur de Antequera, siguiendo la A-7075, llegamos al Centro de Visitantes de El Torcal Alto donde se ubica uno de los dos aparcamientos del paraje. El otro está a la entrada del mismo, antes de tomar la MA-9016 que conduce a la zona superior del Torcal.
Hay que tener en cuenta, en este sentido, que en la época de mayor afluencia del paraje —especialmente en otoño y primavera, cuando el tiempo es más propicio— el aparcamiento superior suele llenarse por lo que se cierra el acceso a los vehículos privados que deben quedarse en la zona inferior. Un autobús lanzadera, en este caso, te conduce a la zona del Centro de Visitantes: si quieres ir andando es algo más de una hora.
Ruta Naranja o subida al Torcal Alto
Pero existe una alternativa más que interesante para subir al Torcal Alto evitando la carretera: se trata de la ruta naranja, uno de los tres senderos habilitados por las autoridades del paraje que parte del aparcamiento de abajo discurriendo por un camino que transcurre por una zona inferior a la carretera a lo largo de casi cuatro kilómetros.
Aprovecha viejas rutas de canteros y pastores, como el Hoyo de Gramaeros. Aproximadamente a mitad de camino nos encontramos con el mirador Manuel Grajales, que lleva el nombre de un activista que dedicó parte de su vida a la conservación y mantenimiento del paraje: desde este mirador situado a casi 1.100 metros de altura podemos observar la zona inferior del Torcal, además de una buena perspectiva de las sierras de Camarolos, Cabras y Mijas. Y en días claros, hasta la propia Costa del Sol.
Continuando la subida pasamos el Puerto de Tinajuela que da paso a la Cañada de Tosaires ya alcanzando los 1200 metros: aquí se encuentra el emblema del paraje, el Monumento El Tornillo. Y a menos de 10 minutos de este ya alcanzamos el Centro de Visitantes desde donde parten dos senderos más.
Ruta Verde
La más sencilla es la ruta verde, de apenas 45 minutos, que comparte parte de su trazado con la amarilla. Uno de los puntos más curiosos de este sendero es el conocido como Hoyo de la Burra, al parecer un punto energético famoso entre fanáticos de la meditación. Durante esta ruta, además, podremos tratar de localizar algunas de las formas más icónicas del paraje como la Esfinge, el Canario, el Vigía o el Indio.
Ruta Amarilla
Pero el sendero más frecuentado del Torcal es el amarillo que nos ofrece el mejor panorama del paraje ya que atraviesa buena parte del Torcal Alto. También es el sendero más exigente, no a nivel físico, sino orientativo, ya que es fácil perderse si te sales de las marcas y decides ir “un poco más allá”. No será el primer ni el segundo senderista que se pierde durante horas por el Torcal: el Google Maps no te sacará de ahí, así que cuidado donde te metes.
Entre las formaciones rocosas que podrás ver en esta ruta está el Camello, el Adelantado, o el Púlpito, sin olvidarnos de la variedad de vegetación que encontramos a lo largo del camino: desde líquenes a helechos y zarzas. También destaca el callejón del tabaco, uno de esos rincones que bien merece un descanso por su singularidad. Y tal vez te encuentres por las zonas más altas con alguna cabra montés, los habitantes más veteranos de este espectacular paraje de la provincia de Málaga.
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