La localidad de Fátima en Portugal es uno de los lugares de peregrinación más importantes para el mundo católico. Cada año, más de seis millones de personas llegan hasta este pequeño rincón a 130 kilómetros al norte de Lisboa para realizar un acto de fé, pedirle algo a la su famosa Virgen o, simplemente, para ver con sus propios ojos su sobrecogedor santuario, uno de los edificios religiosos más sorprendentes de Europa.

Porque, aunque el turismo religioso resulta el mayoritario de este destino, cualquier persona, creyente o no, puede sentir la atmósfera tan especial de este lugar y descubrir muchos otros atractivos turísticos. No solo en la propia localidad de Fátima sino también en sus alrededores. Acompáñanos en este viaje espiritual y terrenal para conocer esta parte mundialmente conocida de la región de Leiria.

Qué ver en Fátima

Santuario de Fátima

Basílica de Nuestra Señora del Rosario – Foto de Christian Rojo

La leyenda que envuelve a Fátima es bien conocida. En 1917, tres niños pastores que vivían en la zona afirmaron haber visto en varias ocasiones a la Virgen. Las noticias del supuesto milagro se fueron expandiendo y la gente comenzó a peregrinar cada vez en mayor número. Seis meses después se produjo el conocido como Milagro del Sol, cuando miles de personas afirmaron haber visto un temblor del sol durante unos minutos. Fue el detonante para que la Iglesia Católica reconociera el lugar y, con el tiempo, se fuera desarrollando todo el complejo religioso que hoy podemos visitar.

Cuando se llega al lugar se observa una enorme plaza presidida en uno de sus lados por la imponente Basílica de Nuestra Señora del Rosario, un templo moderno de grandes dimensiones que destaca por su alta torre central de 65 metros, coronada por una gran cruz, que se ilumina por la noche, y su larga fachada porticada. En su interior alberga una iglesia con capacidad para 9.000 personas. En el mismo complejo se ubica la Basílica de la Santísima Trinidad, un edificio más moderno aún diseñado por el arquitecto griego Alexandros Tombazis.

El punto más importante de la plaza es, no obstante, la pequeña capilla levantada sobre el lugar donde la leyenda cuenta que se apareció la Virgen. La Capilla de las Apariciones se ubica en uno de los laterales de la plaza y su primera versión fue construida ya en la década de los 20 del siglo pasado. Aún mantiene el estilo de una pequeña capilla rural, aunque ha sufrido diferentes renovaciones en este último siglo. Es aquí donde podemos encontrar la imagen de la Virgen de Fátima hasta la que peregrinan sus devotos.

Las Casas de los Pastores y otros monumentos

Aljustrel

Otra de las visitas habituales en Fátima son las casas de los niños que iniciaron toda la leyenda en la población cercana de Aljustrel. Por un lado, el hogar de los hermanos Jacinta y Francisco y, por otro, la Casa da Lúcia. Se han conservado prácticamente intactas estas sencillas construcciones del siglo XIX, que nos muestran los cuartos de los niños y nos permiten hacernos una idea de cómo era la humilde vida de los campesinos y ganaderos de esta zona de Portugal hasta bien avanzado el siglo XX.

Alrededor del Santuario se han ido levantando un buen número de esculturas, monumentos y museos que simbolizan diferentes momentos de las supuestas apariciones. Y también dos museos. El primero es un espacio interactivo que nos cuenta la historia de Fátima y su santuario. Y el segundo es un Museo de Cera que representa 31 escenas de la historia de las apariciones y algunos momentos relevantes del santuario.

Los días más importantes y que más peregrinos atraen a la ciudad son el 13 de mayo y el 13 de octubre, fechas de la primera y última mencionada aparición de la Virgen. Entre medias, los días 13 de cada mes se conmemoran el resto de las apariciones y casi todas las noches se celebran procesiones de velas un tanto sobrecogedoras. Lógicamente, en estas fechas acude mucho más público del habitual así que es importante tenerlo en cuenta en función del objetivo de nuestra visita. Se trata de un espectáculo único, pero puede llegar a ser un tanto agobiante la multitud que se concentra en el lugar.

Qué ver en los alrededores de Fátima:

Cuevas de Mira de Aire y de Alvados

Decíamos al comienzo que Fátima ofrecía atractivos turísticos más allá del santuario y vamos a tratar de descubrirlos. El mejor ejemplo de ello son los impresionantes complejos de cuevas de Alvados y de Mira de Aire, uno de los conjuntos más interesantes de la península.

No es casualidad que algunas de las supuestas apariciones de la Virgen tuvieran lugar en una cueva, en concreto en la Cueva de Iria, porque el terreno de esta zona de Portugal es especialmente propicio para este tipo de accidentes geológicos. Las Grutas de Mira de Aire son las más grandes que se pueden visitar en nuestro país vecino y un auténtico espectáculo para los amantes de las cuevas.

Ubicadas en la aldea del mismo nombre, a unos 15 kilómetros de Fátima, Estas cuevas, también conocidas como las cuevas de los antiguos molinos, fueron descubiertas en 1947 y abiertas al público en 1974. Las diferentes grutas se encuentran unidas entre sí por un conjunto de túneles artificiales que suman más de cuatro kilómetros, de los cuales se visitan algo más de 600. La visita va descendiendo por diferentes cavidades y salones como la espectacular Gran Galería, que alcanza los 230 metros de profundidad.

Otras cuevas interesantes son las de Alvados, a 25 kilómetros de Fátima. La visita incluye un recorrido de unos 450 metros que nos permite atravesar unas diez salas diferentes con algunos lagos de aguas cristalinas y bonitos conjuntos de estalactitas y estalagmitas, que se unen en ocasiones formando interesantes pilares.

Otras excursiones desde Fátima

Óbidos – Foto de Christian Rojo

Portugal está lleno de rincones preciosos y algunos de ellos se encuentran relativamente cerca de Fátima. Podemos visitar, por ejemplo, el Monasterio de Batalha, a una media hora en coche de Fátima. Un fantástico edificio de estilo gótico que data del siglo XIV y cuya visita incluye la iglesia, el claustro, las tumbas reales y una zona de exposiciones. Un poco más al sur también encontramos el Monasterio Cisterciense de Alcobaça del siglo XII, que esconde la leyenda de amor entre el rey Pedro I y su amada Inés.

Óbidos, la joya medieval de Portugal, se encuentra a una hora de Fátima. Un pueblo amurallado que se ha conservado a la perfección y que mantiene todo su encanto (siempre y cuando ese día no lo hayamos invadido los turistas). Mucho más cerca, se encuentra la villa de Ourém, donde destaca su magnífico castillo y su enrevesado entramado de calles al más puro estilo medieval. Y, si nos apetece disfrutar del mar, podremos acercarnos a conocer la turística localidad de Nazaré y sus famosas olas que la han convertido en un paraíso del surf. Se encuentra a unos 60 kilómetros de Fátima.

Dónde alojarse en Fátima: Mercure Fatima

Mercure Fatima

Fátima cuenta con una gran oferta hotelera capaz de absorber el gran volumen de turistas que atrae la leyenda. La mayoría de los hoteles se concentran en la calle Cónego Manuel Nunes Formigão, que se extiende a uno de los lados de la explanada principal del santuario. Entre ellos, uno de los más recomendados es el Hotel Mercure Fatima, que abrió hace unos meses y nos garantiza una gran relación calidad-precio. Se trata de un hotel de 4 estrellas con 72 habitaciones, dos estupendos restaurantes y una gran tienda de recuerdos y souvenirs.

Fue, de hecho, esta tienda, abierta hace más de 40 años, el origen del hotel. El negocio de la familia Pereira lleva décadas siendo uno de los más visitados de Fátima y hace unos años se lanzaron a la aventura de abrir su propio hotel consiguiendo el apoyo del grupo Accor con su marca Mercure. Superados estos dos años de incertidumbre, el hotel se ha convertido rápidamente en una de las referencias de alojamiento en la ciudad.

Sus habitaciones están decoradas de manera minimalista y elegante con colores sobrios y algunos toques naturales en la decoración de las paredes. La mayoría son habitaciones dobles y algunas son de categoría superior pero todas ellas cuentan con aire acondicionado, WIFI, un escritorio de trabajo, hervidor de agua, minibar, caja fuerte y baño privado con ducha. Dispone también de habitaciones adaptadas y accesibles para personas con discapacidad.

Uno de los grandes atractivos del hotel es su restaurante Casa Plátano. Dispone de dos espacios diferenciados, uno en la planta baja y otro en el primer piso, pero ambos comparten la misma carta. Como ya comentamos en nuestra visita al Hotel Mercure de Lugo, la enseña cuida cada vez más la oferta gastronómica de sus hoteles y esta es una nueva muestra de ello. La apuesta en este caso es sencilla pero eficaz: cocina tradicional portuguesa con productos de cercanía y un enfoque sostenible. Destacan especialmente sus platos de pescado como el Bacalhau à Plátano, el plato estrella del restaurante, o su pulpo del Algarve.

Y es que nada mejor que terminar con la rica gastronomía portuguesa para concluir este viaje que, espiritual o no, os podemos asegurar que no deja indiferente a nadie.