4.4/5 - (7 votos)

Desde el Valle de Pineta, hasta el Mar de Aragón, desde el Monte Perdido, hasta la mayor confluencia fluvial de la península ibérica. No parece mal plan, ¿verdad? Se trata del curso del río Cinca que desciende desde el Pirineo Aragonés atravesando comarcas como Sobrarbe y Somontano hasta marcar durante su tramo final rumbo al Segre y al Ebro la frontera entre Huesca, Zaragoza y Lleida.

La ruta del Cinca, de Monte Perdido al Mar de Aragón

Río Cinca - Fuente: Depositphotos
Santuario de Torreciudad sobre el embalse de El Grado – Fuente: Depositphotos

A lo largo de los casi 200 kilómetros de este río, el paisaje aragonés cambia notablemente, desde los ibones, las cascadas y el vértigo pirenaico hasta las apacibles llanuras del Cinca Medio y el Bajo Cinca, comarcas del sur de Huesca a las que da nombre el propio río.

Y es que el Cinca no es un río más en Aragón, habiendo marcado la historia de los asentamientos humanos en esta tierra y definiendo el carácter de algunas de sus localidades, como Bielsa, Fraga o Aínsa, que no faltarán en nuestro recorrido.

El nacimiento del Cinca en el Valle de Pineta

Río Cinca - Fuente: Depositphotos
Montañas y valle en torno a Bielsa – Fuente: Depositphotos

Buscar el nacimiento exacto de un río no es siempre tarea sencilla, que se lo pregunten si no al Esla que sigue despertando debates entre los hidrólogos. Pero lo del Cinca parece más claro: nace en el ibón de Marboré del Valle de Pineta, en el municipio de Bielsa, ubicado a más de 2.500 metros de altura.

Una impresionante ruta nos permite disfrutar de este entorno. Siguiendo la HU-V-6402 desde Bielsa, llegas en 20 minutos a la zona del Parador de Bielsa, donde también se ubica la Ermita de Pineta. Aquí comienza esta ruta de más de 15 kilómetros con un desnivel de casi 1.400 metros que puede hacerse (ida y vuelta) en algo más de 10 horas. Un considerable esfuerzo para alcanzar el nacimiento del Cinca y disfrutar del Balcón de Pineta y de algunas de las icónicas cascadas que genera el río en sus primeros tramos.

Ya en Bielsa, el curso del Cinca recibe las aguas del Barrosa y un poco después del Cinqueta, en torno a Salinas de Sin, río que debe su nombre a su hermano mayor. En Bielsa podemos hacer también una pequeña ruta desde el pueblo hasta el embalse de Pineta, siguiendo el curso del Cinca que en este tramo está muy encañonado entre las montañas y el valle.

Rumbo a Aínsa

Aínsa - Fuente: Depositphotos
Aínsa – Fuente: Depositphotos

Seguimos hacia el sur por la comarca de Sobrarbe, aún con el aliento de los Pirineos a nuestra espalda, dejando atrás pueblos como Lafortunada, Laspuña y Escalona. El caudal del Cinca va aumentando a medida que desciende en altitud, recibiendo aquí las aguas del Bellos, el Irués y del Yaga.

Y tras pasar Labuerda llegamos a Aínsa, una de las villas pirenaicas más bonitas de Huesca, como quedó constancia la primera vez que la visitamos. Se trata de una localidad con una interesante historia escrita a orillas de la confluencia del Cinca y el Ara, este último otro memorable curso de agua pirenaico con una longitud de 70 kilómetros que proviene del oeste de Sobrarbe.

De hecho, el núcleo original de Aínsa, emplazado según la leyenda ainsetana ya en el siglo VIII, se ubicó en el promontorio que se forma entre ambos ríos, con el Cinca a oriente y el Ara a occidente. Varios miradores nos permiten disfrutar de este espectáculo, como el que se ubica al norte del pueblo.

Los embalses del Cinca

Río Cinca - Fuente: Depositphotos
Río Cinca y embalse de El Grado desde el Santuario de Torreciudad – Fuente: Depositphotos

En el extremo sur de Aínsa, el curso del río se ensancha hasta formar el primero de los grandes embalses del Cinca, el de Mediano, ubicado en el término municipal de La Fueva. Su origen está en 1959 finalizando en 1974, cuando el municipio de Mediano quedó anegado por el embalse: es uno de los más grandes de Aragón con sus más de 1.740 hectáreas.

En el extremo sur del embalse, puedes visitar las ruinas de la iglesia de la Asunción de Mediano, cerca ya de la presa. Dependiendo del nivel de las aguas del embalse la encontraremos más o menos sumergida pudiendo entrar en su interior.

Entre el embalse de Mediano y los embalses de El Grado debes visitar el impresionante castillo de Samitier en lo alto de un promontorio y el Congosto del Entremón que se puede recorrer en otro interesante sendero.

Por su parte, los embalses de El Grado en torno al municipio homónimo se concluyeron a finales de los 60, originando también el denominado Canal del Cinca que forma parte del sistema de riegos del Alto Aragón.

Pero el emblema arquitectónico del embalse es el santuario de Torreciudad en Secastilla, en el margen izquierdo del Cinca construido junto a la ermita que cobija la imagen de la Virgen de Torreciudad, una talla románica del XI perteneciente al grupo de vírgenes negras.

De Barbastro a Fraga

Río Cinca - Fuente: Wikipedia
Vista de la ciudad de Fraga y su puente colgante‘ (1850) de Genaro Pérez Villaamil – Fuente: Wikipedia

A partir de El Grado, pueblo que encontramos en la orilla occidental del embalse, el valle del Cinca va adquiriendo el perfil del Somontano: las montañas ya quedan lejos y las mesetas van tomando protagonismo.

Dejando Barbastro a la derecha, ponemos rumbo a Monzón ya en la comarca del Cinca Medio, que es dominada por otro impresionante castillo que se eleva en la orilla oriental del río. De origen árabe, este castillo enclavado en una montaña de arenisca llegó a pertenecer a la Orden del Temple.

Los 50 kilómetros que separan Monzón de Fraga, el Cinca Medio del Bajo Cinca, pueden recorrerse siguiendo la A-1234 pasando pueblos que nos recuerdan en sus apellidos la importancia del río en este territorio: Pomar de Cinca, Alcolea, Belver, Osso o Velilla, ya muy cerca de Fraga.

Pocas localidades de este recorrido están tan definidas por el río Cinca como Fraga, cuya historia no se puede contar sin hacer mención en repetidas ocasiones al río que la divide en dos. Y es que las aguas del río pirenaico han nutrido desde tiempo inmemorial las tierras fragatinas convirtiéndolas en una de las más fértiles de Aragón.

Pero no sería hasta la llegada de los árabes cuando se comienza a aprovechar de forma más eficiente sus aguas, gracias a la legendaria habilidad de este pueblo siempre en pugna con la escasez de agua. Mucho tiempo más tarde, a finales del XIX, se construye el primer puente de hierro que sustituye el antiguo puente colgante, una obra maestra que fue derribada en la Guerra Civil, tras la que se construyeron los tres que existen hoy en día, incluyendo el viaducto de la A-2.

La desembocadura del Cinca: el Aiguabarreig y el Mar de Aragón

Río Cinca - Fuente: Depositphotos
Embalse de Mequinenza, entorno también conocido como ‘Mar de Aragón’ – Fuente: Depositphotos

Y llegamos ya a la zona de desembocadura de nuestro río, cuando hace frontera con Lleida y se une primero al Segre y después al Ebro ofreciendo uno de los grandes espectáculos fluviales de nuestro país. Conocido como el Aiguabarreig, se trata de la mayor confluencia fluvial de la península ibérica y una de las más grandes de Europa.

Primero es el Cinca el que vierte sus aguas al Segre entre los términos municipales de Massalcoreig y La Granja d’Escarp, ambos en Lleida, para después, un poco más al sur, ya en la provincia de Zaragoza, en el municipio de Mequinenza, ser el Ebro el que llega desde oriente recogiendo las aguas del Segre.

No obstante, el aspecto actual del Aiguabarrieg es reciente: la construcción de los embalses de Mequinenza y Ribarroja sepultaron el Aiguabarreig original que, con el tiempo, van recuperando el aspecto de antaño incluyendo masas forestales y carrizales, aunque las aguas son más mansas por el efecto de la cola del embalse

Todo este entorno está plagado de islas, playas de guijarros, pozas, flora esteparia proveniente de los cercanos Monegros, diversos miradores y hasta un Museo de la Minería en uno de los lugares más singulares de la frontera entre Aragón y Cataluña.