Pocos paisajes podemos encontrar en España tan impresionantes como el que dibuja el Duero en esa parte de su recorrido que nos separa, o nos acerca, a nuestros vecinos portugueses. Alrededor de esa maravilla natural y de pueblos tan pintorescos como Fermoselle, en Zamora, o San Felices de los Gallegos, en Salamanca, se ha desarrollado en los últimos años una interesante ruta que va mucho más allá de sus fantásticos vinos.
Nos acercamos a este rincón de nuestro país para conocer una de las denominaciones de origen más peculiares del mapa enológico y algunos interesantes proyectos de emprendimiento rural que tratan de luchar contra la despoblación y el abandono tan frecuente en la conocida como la España vaciada. ¿Nos acompañas?
Unos viñedos que nacen en medio de una geografía muy particular
El Parque Natural de Arribes del Duero, ubicado en las provincias de Salamanca y Zamora y limitando con Portugal, es un área protegida que destaca por su valor ecológico y paisajístico. Originada por la erosión fluvial del río Duero durante millones de años, la región, que cuenta con una geografía única de profundos cañones y grandes desniveles, ha servido como santuario para una rica biodiversidad, además de poseer un notable potencial hidroeléctrico que ha impulsado la construcción de infraestructuras como la extraordinaria Presa de Almendra.
A pesar de la despoblación causada por su aislamiento y falta de infraestructuras, la zona lucha por mantener su riqueza histórica, cultural y natural, experimentando en los últimos años un ligero resurgimiento a través de inversiones en turismo y emprendimiento rural. Gracias a su estatus de reserva de la biosfera transfronteriza y a su inclusión en la Red Natura 2000, el parque promueve la conservación y la apreciación de su patrimonio a través de iniciativas de ecoturismo.
Una de estas iniciativas es el Crucero Ambiental de Europarques, que combina la investigación científica con experiencias turísticas. Los visitantes pueden embarcarse en una travesía educativa a lo largo del impresionante cañón que dibuja el Duero, explorando características geológicas y etnográficas únicas, y teniendo la oportunidad de observar la fauna local, incluyendo aves emblemáticas como el águila real y la cigüeña negra.
Así son los vinos de Arribes
Con el objetivo de mejorar y completar la experiencia turística en torno a la región se ha desarrollado la Ruta del Vino de Arribes, una dinámica iniciativa turística que actualmente une a 43 socios que provienen no solo del mundo vitivinícola sino también de otras actividades artesanales o del sector de la restauración. Más que una simple excursión para los amantes del vino, este proyecto nos abre una ventana a la esencia cultural y natural de la región, invitándonos a una experiencia que trasciende la degustación de vinos para sumergir a los visitantes en la belleza y la historia únicas que caracterizan a Arribes del Duero.
La historia vinícola del territorio se remonta a la Edad Media y ha sido testigo de épocas de prosperidad y adversidad, incluyendo la necesaria recuperación tras la devastadora crisis de la filoxera en 1870, cuando muchos tuvieron que emigrar a Sudamérica. Entonces, la región apostó por ser pionera en la replantación con portainjertos americanos, demostrando una resiliencia que se ha mantenido como una de sus señas de identidad.
A mediados del siglo XX, la construcción de bodegas cooperativas marcó un hito en la producción vinícola de la región, convirtiendo a Arribes del Duero en un epicentro para los amantes del buen vino. Este avance culminó con la fundación de la asociación “Vino de la Tierra de Arribes del Duero” en 1998, que tenía como objetivo principal elevar la calidad del vino de la zona, logrando con éxito la denominación de origen en 2007. La distinción y carácter únicos de los vinos de esta región se deben en gran medida a la diversidad de altitudes y exposiciones de sus viñedos, así como a los suelos limo-arenosos y rocosos que confieren a los vinos una personalidad inconfundible.
No obstante, el terreno inclinado y la necesidad de terrazas para cultivar las viñas complicó mucho la rentabilidad de muchas bodegas a finales del siglo pasado, lo que resultó en el abandono de una gran parte de sus viñedos. En los últimos años, afortunadamente, la irrupción de jóvenes bodegas ha revitalizado la industria vitivinícola de la zona, rescatando y realzando el valor de los vinos de Arribes, que ahora están ganando reconocimiento y aprecio global gracias a su particularidad y singularidad.
Los vinos de la D.O. Arribes se caracterizan por la frescura y acidez de sus blancos y rosados, y la riqueza de aromas frutales en sus tintos, con una alta concentración de polifenoles. Estos atributos se deben a una variedad de uvas únicas como la Juan García, bruñal, entre otras, y al microclima de la región, que fomenta la maduración de los frutos y potencia su perfil aromático, resultando en vinos con características distintivas en sabor, color, olor y textura, diferenciándolos notablemente de otras denominaciones.
En el renacimiento de los últimos años, varias bodegas han apostado por la innovación y por revivir variedades autóctonas como la Juan García y la Puesta en Cruz. Entre ellas, se encuentra Frontio, un ambicioso proyecto encabezado por Thyge Jensen, un danés que abandonó su carrera en la bolsa para embarcarse en la aventura vitivinícola en Zamora, y que ha sido acogido cálidamente por la comunidad local.
Otro interesante proyecto es la Bodega de El Hato y el Garabato, una apuesta muy personal llevada a cabo por Liliana Fernández y José Manuel Benéitez. Esta pareja ha restaurado la antigua casa familiar para establecer una bodega que destila encanto y autenticidad, produciendo vinos de una calidad excepcional.
Existen 21 bodegas en toda la denominación, de las cuales 7 son parte de la Ruta del Vino de Arribes. Bodegas Arribes Del Duero es la principal cooperativa del área y las otras bodegas que forman parte de la ruta, además de las mencionadas, son Viña Romana, Pastrana, Romanorum y Quinta Las Velas.
La lucha del emprendimiento rural contra la España vaciada
Durante nuestro recorrido por Arribes del Duero, tuvimos la oportunidad de descubrir diversos proyectos impulsados por habitantes locales o descendientes de la región, quienes están comprometidos en crear nuevas oportunidades de empleo en un área que históricamente ha estado apartada. Estos proyectos son en su mayoría liderados por mujeres, quienes a menudo son las catalizadoras del cambio y la innovación en muchas áreas rurales.
Entre estos innovadores está Teresa Cotorruelo, quien regresó a la tierra natal de sus abuelos para establecer una pequeña empresa especializada en la producción de mermeladas y conservas en Fornillos. Asimismo, Ángeles Santos es otro ejemplo notable; ella está al mando de la Quesería La Faya junto a sus hermanos, donde se dedican a la fabricación de exquisitos quesos elaborados con leche de oveja. Además, en Ahigal de los Aceiteros, Loli Sánchez, una emprendedora con una gran pasión, administra una almazara ecológica donde produce un excepcional aceite de oliva virgen extra (AOVE) utilizando la variedad de oliva local zorzal, comercializado bajo la marca Abade.
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