El Madrid de los Austrias es el barrio que custodia el espíritu de la capital, el lugar donde se forjó el carácter de una villa que se convirtió en la capital de un imperio donde, ya sabéis, no se ponía el sol. Pero el Madrid de los Austrias es también un lugar de luces y sombras, de miradas nostálgicas y murmullos maliciosos, de misterios y confidencias. Acompáñanos en esta ruta descubriendo los rincones secretos del Madrid de los Austrias, el corazón de la capital española.
¿Qué es y dónde se ubica el Madrid de los Austrias?
El 8 de mayo de 1561, Felipe II decide trasladar la capital del reino a Madrid. ¿Por qué? Los historiadores han debatido durante décadas sobre las causas que llevaron al hijo de Carlos I, —primer rey de España de la Casa de Habsburgo, segundo ‘Austria’ tras su padre Felipe el Hermoso— a llevar la capital a una localidad que a principios del XVI no tenía gran relevancia.
Cuenta la leyenda que el propio Carlos I aconsejó a su hijo que no llevara la capital a Madrid “si no quería perder el reino”. Pero Felipe II tenía buenas razones para contradecir a su padre: Isabel de Valois, la tercera mujer del rey, no se encontraba bien en el Alcázar de Toledo, prefería aire nuevo.
De cualquier forma, llevar la capital a Madrid supuso para los Austrias afianzar su poder marcando distancias con el poder eclesiástico que representaba la vieja Toledo y castigando a Valladolid por su apoyo a la revuelta comunera. Tras el traslado de la corte, Madrid triplicó su población en cuatro décadas: alcanzó los 100.000 habitantes a finales del XVI.
Aunque el Madrid de la época de los Austrias —que comprende desde Carlos I hasta Carlos II, último Habsburgo anterior a la llegada de los Borbones a principios del XVIII— tiene una mayor extensión, desde un punto de vista turístico suele circunscribirse al espacio que queda entre la Puerta del Sol al norte y la calle de Segovia al sur, y entre el Palacio Real al oeste y el entorno de la Plaza de Santa Cruz al este.
El Madrid de los Austrias y sus rincones secretos
Nuestro itinerario por el Madrid de los Austrias debe arrancar en la plaza de la Villa, uno de los espacios más antiguos de la capital ya presente en la vieja Madrid medieval anterior a la llegada de la propios Habsburgo. La Casa de la Villa del XVII y la Casa y Torre de los Lujanes de finales del XV, uno de los edificios civiles más antiguos de Madrid, dominan esta plaza: un rincón sereno y tranquilo que contrasta con la vecina Puerta del Sol.
Una de las leyendas acerca de esta plaza tiene como protagonista al rey Francisco I de Francia que pudo estar retenido durante un año en la torre de los Lujanes tras ser capturado en la batalla de Pavía de 1525.
La Puerta de la Villa se encuentra a un paso de la calle Mayor, una de las más importantes del Madrid de los Austrias al conectar el viejo Alcázar con Sol, desde donde se podían tomar los caminos de Alcalá de Henares y de los Jerónimos para salir de la ciudad.
El propio extremo de la calle Mayor junto a la vieja iglesia de Santa María de la Almudena, a un paso del viejo Alcázar, alberga uno de los secretos más oscuros de aquel Madrid de los Austrias: el asesinato de Juan de Escobedo, secretario de Juan de Austria —hermano de Felipe II—, el 31 de marzo de 1578, una suerte de complot en el que pudo estar implicado hasta el propio rey.
Este asesinato político en plena calle nos muestra el lado siniestro de un Madrid vibrante y bullicioso, pero también agresivo y peligroso en el que cualquier precaución era poca: si todo un secretario real podía ser liquidado en plena calle, qué les podría esperar al resto…
Pasando la Plaza Mayor a través de su flanco sureste por la calle de Gerona alcanzamos la plaza de Santa Cruz y la plaza de la Provincia donde se ubica el Palacio de Santa Cruz, un edificio creado bajo el reinado de Felipe IV y que, inicialmente, funcionó como cárcel, siendo actualmente sede del Ministerio de Exteriores.
Nos vamos ahora hacia el norte por la calle de San Cristóbal para cruzar la calle Mayor y la Travesía del Arenal y alcanzar la calle del Arenal, una de las más legendarias (y queridas) de Madrid también por su carácter peatonal. La famosa iglesia de San Ginés y la chocolatería y pasadizo homónimos, configuran otro de los rincones más entrañables del Madrid de los Austrias.
La calle del Arenal nos conduce ya a la Plaza de Isabel II, popularmente conocida como Ópera, antesala de la Plaza de Oriente, núcleo cortesano del Madrid de los Austrias. Y es que frente a la Plaza de Oriente se ubicó hasta 1734 el Real Alcázar de Madrid, la residencia real que se erigió sobre una vieja fortaleza musulmana del siglo IX.
Carlos I fue el primer Austria que amplió el recinto, aunque su impulso definitivo llegó con Felipe IV y su arquitecto de cámara Juan Gómez de Mora, uno de los más importantes del Madrid de los Austrias: la reconstrucción de la Plaza Mayor o la propia Casa de la Villa son otras de sus obras.
Célebre por su arquitectura irregular y por los tesoros artísticos que albergaba, la Nochebuena de 1734, ya en tiempos de los primeros Borbones, sufrió un incendio devastador: cuenta la leyenda que los mozos del pintor Jean Ranc se habían pasado un poco celebrando la Nochebuena desatendiendo la chimenea la cual produjo un fuego que se extendió rápidamente: aunque apenas hubo que lamentar víctimas mortales, hasta 500 lienzos fueron pasto de las llamas.
Descendemos ahora por la calle de Lepanto en dirección sur para llegar a la Plaza de Ramales donde su encontraba la iglesia de San Juan Bautista, derribada en el XIX. Se dice que aquí fue enterrado Diego Velázquez cuyos restos mortales descansan en algún punto bajo la plaza, según creencia popular, ya que dichos restos nunca fueron hallados.
Tras pasar Ramales llegamos al viejo barrio de Santiago donde se encuentra la iglesia de San Nicolás de Bari, la que dicen es una de las más antiguas de la capital ya que su origen podría situarse en el siglo XII.
Cruzamos de nuevo la calle Mayor, pasamos por el Huerto de las Monjas, uno de los jardines secretos más jugosos de Madrid y llegamos a la calle Segovia que se extiende por el barranco del desaparecido arroyo de San Pedro. Y tiene su importancia este lugar porque el nombre de Madrid podría derivar del romance matrice (pronunciado matrich), nombre con el que se conocía originalmente a este arroyo: arroyo matriz o arroyo madre.
Si continuamos por la calle de Segovia alcanzamos el primer tramo de la calle de Toledo donde se conservan la Colegiata de San Isidro y los Reales Estudios de San Isidro, testimonios de aquel Madrid preborbónico. Desde aquí podemos regresar al norte, cruzar el Portal de Cofreros hacia la Plaza Mayor, y brindar con una caña recordando aquel viejo Madrid de los Austrias, siempre enigmático, siempre seductor.
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