El 15 de febrero de 2007, Francisco Ayala fue el encargado de inaugurar una iniciativa muy particular del Instituto Cervantes: usar las cajas de la cámara acorazada de un banco para albergar legados culturales. A todos los premios Cervantes se les invita desde entonces a ocupar una de las cajas que también han sido cedidas a otras grandes personalidades culturales.

¿Y qué guarda un artista en una cámara acorazada? Libros, manuscritos, guiones, máquinas de escribir… y algunos secretos más o menos inconfesables. Y es que la mayoría de estos cofres serán abiertas al público en una fecha designada por su dueño. Así, por ejemplo, Carmen Balcells —tal vez la agente literaria más importante de las letras castellanas del siglo XX— solo mantuvo cerrada su caja durante un año: fue una forma de reivindicar (y promocionar) la obra del escritor maldito Aliocha Coll. Pero la caja de Gabriel García Márquez no se abrirá jamás…

La cámara acorazada del Banco Central

Caja de las Letras
Fuente: Wikipedia

La actual sede del Instituto Cervantes en Madrid alojó al Banco Central durante muchos años. Se trataba de una entidad privada que se había formado a principios de siglo XX y que en 1991 se fusionó con el Banco Hispano Americano para, finalmente, integrarse en el Banco Santander.

Prácticamente desde su origen el Banco Central ocupó el edificio situado en Alcalá 49 popularmente conocido como ‘de las Cariátides’ por las esculturas que decoran parte del exterior de esta fachada de corte abiertamente neoclásico. Y como cualquier sede de un banco, este edificio debía custodiar grandes cantidades de dinero para lo que se construyó una inexpugnable cámara acorazada.

Cuando en 2007 el Instituto Cervantes ocupó el edificio de las Cariátides se encontró con miles de cajas vacías dentro de la cámara. César Antonio Molina, director de la institución por aquella época, tuvo la idea de convertir esta fortaleza económica en un bastión cultural: nace la Caja de las Letras.

Caja de las Letras
Fuente: Wikipedia

Un guión inédito, un TP de Oro y una carta de amor

Cuando el 27 de mayo de 2008 el director Luis García Berlanga acudió a la Caja de Las Letras para guardar su legado no quiso desvelar su contenido pero empezaron a difundirse rumores de que se trataba de un guión no rodado. Quedan menos de dos años para desvelarse este misterio ya que su caja se abre en junio de 2021.

Otro misterio es el que generó el escritor chileno Jorge Edwards que guardó en su caja una carta de amor que nunca envió. Se dice que es una persona muy famosa, pero deberemos esperar hasta 2035 para conocer su nombre.

Otros artistas, sin embargo, no han tenido reparo en hablar abiertamente del contenido de sus cajas. El actor Manuel Alexandre legó su premio TP de Oro, Ana María Matute la primera edición de Olvidado Rey Gudú y la actriz y cantante Ana Belén las obras completas de García Lorca y los pendientes que usó en la representación de La casa de Bernarda Alba.

Las cajas ‘in memoriam’ de la Caja de las Letras

En La Caja de las Letras existen cinco cofres excepcionales. Se trata de los únicos casos en los que los artistas ya habían fallecido cuando se les adjudicó una caja. Familiares, amigos y otras personalidades fueron, en este caso, los que decidieron qué debía albergar cada cofre.

Nada menos que el nombre de Gabriel García Márquez está grabado en la caja número 1483. Fue la ministra de cultura de Colombia la que en el año 2015 depositó tierra de la casa de Aracataca en la que nació el Premio Nobel.

La mujer de Buero Vallejo decidió guardar en la caja 1516 una pipa, una carta, un bolígrafo y una edición antigua del Arte Poética de Aristóteles. Miguel Hernández, Atahualpa Yupanqui o la poeta maldita Alejandra Pizarnik son los otros tres artistas que cuenta con una caja in memoriam.

Caja de las Letras
Ida Vitale guarda su legado en la Caja de las Letras. Fuente: Instituto Cervantes

La última escritora en dar nombre a un cofre de La Caja de las Letras ha sido Ida Vitale, Premio Cervantes 2018, depositando un manuscrito de 1950 de José Bergamín. Por su parte, el pasado mes de octubre Les Luthiers ocuparon la caja 1224 con una gran cantidad de recuerdos de su trayectoria entre los que se incluyen hasta una colección con los DVDs de sus espectáculos. Con el sentido del humor que les caracteriza han asegurado que “al saber que nosotros dejábamos nuestro legado muchos otros artistas que también lo dejaron han exigido que se lo devuelvan”. Seguro que no.