“Las leyes y las normas están hechas para los mediocres. El hombre ordinario no puede vivir sin reglas que guíen su conducta. Es infinitamente más difícil vivir sin reglas, pero eso es lo que el hombre honesto, sincero y reflexivo necesita hacer”. Con estas palabras, Frank Lloyd Wright (Wisconsin, 1867 – Phoenix, 1959) se definía a sí mismo mostrando además el camino que le había llevado a ser el arquitecto más famoso de su tiempo en Estados Unidos.
Hace año y medio, la UNESCO rendía homenaje a este polémico y altivo genio indómito declarando ocho de sus obras como Patrimonio de la Humanidad. Las recordamos a continuación.
Casa Robie (Chicago, 1910)
Siempre se ha recordado esta vivienda como el paradigma de las ‘casas de la pradera’, denominadas así por su presunta inspiración en las praderas que rodeaban Chicago. A la ‘ciudad del viento’ había llegado Lloyd Wright tras abandonar los estudios de ingeniería en la universidad de Wisconsin. Lo suyo no eran los estudios reglados. ¿Y dónde se estaba llevando a cabo la arquitectura más revolucionaria de su época? En la Escuela de Chicago donde Frank entró en contacto con Louis Sullivan responsable del edificio Carson (1899) hoy Monumento Histórico Nacional en Estados Unidos.
En el estudio de Sullivan, Lloyd Wright puso las bases de su estilo que apostaría por una arquitectura funcional y orgánica radicalmente liberada de las influencias clásicas. Con las casas de la pradera, Lloyd Wright iniciaba su desafío arquitectónico en el ámbito de las viviendas unifamiliares: casas funcionales, diáfanas, sin fachadas representativas, de líneas horizontales, integradas en su entorno y de concepción abierta en su interior en torno a un núcleo central, difuminando los límites entre el interior y el exterior. El principio del fin del estilo victoriano y el origen de la arquitectura orgánica.
Unity Temple (Oak Park, Chicago, 1909)
Un año antes de terminar la Casa Robie, Frank Lloyd Wright había llevado su revolución constructiva a la arquitectura religiosa: adiós al historicismo y a la enésima reinterpretación de los cánones clásicos. Nacen las iglesias ‘que no parecen iglesias’. El arquitecto de Wisconsin usó casi en exclusiva el hormigón armado, el material que estaba llamado a cambiar la historia de la arquitectura en el siglo que acababa de empezar.
“Mi joya”, solía decir Lloyd Wright sobre esta obra, que fue su primer encargo público y que marcaría su futuro. El primer edificio moderno del mundo, según diversos arquitectos posteriores. Un reciente documental narrado por Brad Pitt aborda la historia y la restauración llevada a cabo por Harboe Architects.
Casa Taliesin (Wisconsin, 1911)
Aplicando las innovaciones que había probado con éxito en las casas de la pradera del entorno de Chicago, Lloyd Wright construye su propia casa-estudio en Spring Green (Wisconsin). Se trataba originalmente de una estructura dividida en varios sectores, incluyendo dos amplias alas y una estrecha galería de conexión.
El arquitecto eligió como material la piedra caliza amarilla de una cantera cercana. Por desgracia, esta casa pasaría a la historia no por su arquitectura, sino por el incendio y asesinato que perpetró uno de los empleados de Wright en 1914 en el que fallecieron, entre otros, la pareja del arquitecto y los hijos que esta había tenido de un matrimonio anterior.
Hollyhock House (Los Ángeles, 1921)
La fama del arquitecto de Wisconsin llega a la Costa Oeste y la heredera de un imperio petrolero decide confiar en Frank Lloyd Wright para construir la casa que sería la pieza central de un complejo dedicado a las artes.
Influida por algunos elementos de la arquitectura maya que Lloyd Wright había estudiado en los años anteriores, Hollyhock House se convirtió rápidamente en una referencia por su exotismo que atrajo la mirada de otros arquitectos que trabajan en Los Ángeles, ciudad que ya se erigía en referencia nacional en arquitectura extravagante gracias al patrocinio de las estrellas vinculadas a la industria de Hollywood.
Taliesin West (Scottsdale, Arizona, 1937 – 1959)
Tras pasar una temporada en Arizona a finales de los 20, Frank Lloyd se siente atraído por el clima tan distinto de su Wisconsin natal y decide construirse una casa en Scottsdale. Sería precisamente la climatología la principal preocupación del arquitecto a la hora de diseñar esta vivienda apostando por una circulación de aire a la largo de las estancias tomando incluso elementos de las culturas nómadas del desierto incluyendo el uso de lonas tensadas. Wright da un paso más en su arquitectura orgánica integrada en el entorno.
Casa Jacobs 1 (Wisconsin, 1937)
¿Me puedes construir una casa que no supere los 5.000 dólares? El periodista Herbet Jacobs retó al arquitecto —que por aquellos tiempos ya era una súper estrella que llegaría a aparecer en programas de televisión al estilo de los starchitects posteriores— a diseñar una vivienda con un coste razonable alejada de los presupuestos en los que se movían la mayoría de encargos de Lloyd Wright en los tiempos precrack del 29.
El arquitecto de Wisconsin solo se pasó en 500 dólares del presupuesto construyendo una vivienda de planta abierta de dos dormitorios… que al poco tiempo se le quedó pequeña a Jacobs que pidió una nueva vivienda un poco más grande… y cara. De cualquier forma, Jacobs I pasó a la historia como la primera ‘casa Usoniana’, término que hace referencia a una vuelta de tuerca en su arquitectura orgánica hacia una integración de los edificios en entornos naturales… que marcaría un hito poco tiempo después.
Casa de la cascada (Fayette, Pensilvania, 1937)
Tal vez sea el edificio más reconocible de Frank Lloyd Wright y una de las construcciones más icónicas del siglo XX. Cuando la revista Time dedicó un número de 1938 al arquitecto y la denominada Fallingwater, esta vivienda se convirtió en un mito hasta el punto de ser considerada por el American Institute of Architects como la ‘mejor obra de la arquitectura estadounidense de la historia’.
Sea excesiva o no esa calificación, lo cierto es que la Casa de la cascada es el culmen de la arquitectura orgánica, entendida como un proyecto que se adapta a las condiciones del entorno, a los materiales disponibles y a la idiosincrasia del cliente.
Museo Guggenheim (Nueva York, 1943 – 1959)
Frank Lloyd Wright se despidió por todo lo alto, haciendo aterrizar una nave espacial en la Quinta Avenida. Solo un arquitecto considerado ya como una leyenda podía tener carta blanca para diseñar un edificio tan extravagante en una zona de Nueva York plagada de edificios de estilos más tradicionales. Desde luego, aquí no cabe hablar de integración con el paisaje…
Pese a que el resultado final de la obra deparó numerosas críticas —se aludió a que el edificio pretendía competir con las obras que iba a albergar, mientras que los artistas señalaron que la estructura curva dificultaba la observación de las obras— con el paso del tiempo este edificio se ha convertido en un icono neoyorquino ejecutado por uno de las más grandes mitos de la arquitectura contemporánea.
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