“¿Quién va a venir a veranear a Caleao?”, se preguntaban escépticos algunos vecinos de esta aldea asturiana perdida en medio del Parque Natural de Redes a finales de la década de los 90. Veinte años más tarde, Caleao es un pueblo de moda para el turismo rural, un oasis verde en uno de los parques más sensualmente frondosos del norte peninsular. Nos vamos al sureste de Asturias, entre los concejos de Caso y Sobrescobio, para descubrir una minúscula y hechizante aldea y un extenso y suculento parque natural.
Porque Caleao es una aldea de las de verdad. Cuentan que a finales de los 90 el pueblo tenía unas 160 personas censadas, pero por allí solo se veía a 60: un tercio de ellos de más de 80 años y un par de niños… La radiografía de la España vacía que en Asturias se empezó a cocer incluso antes que en otras zonas de España. Las dificultades para llegar al pueblo, el éxodo rural y el envejecimiento de la población provocaron que Caleao se quedara en poco más que un pueblo de fin de semana para aquellos que habían “heredado casa” en la aldea.
Mientras algunas explotaciones ganaderas luchaban por sobrevivir, comenzaron a aparecer algunos modestos negocios vinculados al incipiente turismo rural que en Asturias pintaba bien. Una década más tarde, un emprendedor de Lugones, localidad vecina de Oviedo, vio las posibilidades de Caleao como paraíso natural para “el turista urbano de empresa”, tal y como relataba en un artículo aparecido en La Nueva España mientras los obreros y las grúas trabajaban en la casa de Solsierru. Casi una década después, su establecimiento hotelero Tierra del Agua es el principal impulsor del turismo en la aldea.
Pero tal y como señalaba en su día el propio José Antonio García Menéndez, promotor del hotel, el turismo rural es “simplemente una pata, una muy sólida y consolidada, que ya sostiene desde hace años este ambiente rural montañoso y estimula la construcción y embellece el entorno, pero que sólo alargará la agonía si se queda sola”.
Y en ello sigue Caleao una década después: pese a la amenaza del monocultivo turístico y el envejecimiento de la población —los concejos de Caso y Sobrescobio serán los primeros de Asturias en implantar el innovador plan contra la soledad no deseada—, la aldea trata de salir adelante apoyándose en el turismo rural para darse a conocer y atraer a jóvenes que, embelesados por el paisaje, decidan guardar el billete de vuelta y quedarse a vivir indefinidamente en el pueblo.
Por atractivos no será. Caleao es un paraje único en el núcleo del Parque Natural de Redes. A media hora de Pola de Laviana y a poco más de una hora de Oviedo o Gijón, la aldea se sitúa en el concejo de Caso, en el sureste de Asturias a una media hora del Puerto de Tarna que marca la frontera con la provincia de León.
Para un viajero no acostumbrado a la idiosincrasia de las aldeas asturianas, la entrada en Caleao es como cruzar un umbral mágico hacia un paraíso de placidez. Las casas encaramadas en las laderas de la montaña, los caminos empedrados —y empinados— de dudoso firme, la humedad extrema y el verdor infinito. “Aquí podría vivir para siempre”, piensan muchos viajeros cuando toman asiento en el pórtico de la pintoresca iglesia parroquial de Santa Cruz de la Real, edificada en el siglo XVI y que cuenta con tres retablos barrocos, dos de los cuales fueron restaurados a través de una colecta vecinal y una pequeña subvención regional.
La mejor forma de hacer una primera aproximación a Caleao es a través de la conocida como Ruta del Agua, un trayecto de unos 90 minutos que recorre los principales puntos del pueblo, incluyendo la mencionada iglesia o el Lavadero Sonxerru. Pero lo más entrañable del pueblo es la arquitectura popular, los hórreos y las paneras que ahora conviven con algunas viviendas restauradas con un toque más vanguardista, generalmente las dedicadas al turismo rural como el mencionado Tierra del Agua.
Y las vistas. Desde diversos puntos de la Ruta del Agua nos quedaremos extasiados ante un panorama idílico. Valles, montañas, pequeñas explotaciones ganaderas y el cielo —no siempre plomizo— que envuelve el paisaje en un halo de misterio que nos recuerda que por aquí también viven xanas, trasgus y otros seres legendarios.
Recorriendo el Parque Natural de Redes desde Caleao
Caleao es el campo base perfecto para conocer uno de los parques naturales más embriagadores de todo el Principado. Si el color verde caracteriza las tierras asturianas, el de Redes es más verde todavía: un tono enérgico que activa las ilusiones del caminante. Porque Redes es el paraíso del senderista.
Con 377 km² de extensión, fue declarado parque natural en 1996 y cinco años más tarde Reserva de la Biosfera por la Unesco. El agua y la vegetación son los dos elementos que caracterizan el parque. Arroyos, fuentes, ríos, embalses. Precisamente en la propia Caleao, durante décadas, planeó la amenaza de un tercer embalse que completaría los otro dos que ya existen en la zona y que originó airadas protestas vecinales y ecologistas hasta que, hace más o menos un década, se desechó, al parecer, de forma definitiva.
Uno de los senderos más populares de la zona que parte de la aldea de Caleao es el de Los Arrudos, ruta bien señalizada que es famosa por sus muchos escalones y que atraviesa hayedos y robledales, pequeñas cascadas y arroyos, además de algunos desfiladeros fascinantes desde los que degustar el legendario paisaje asturiano
Otro de los puntos simbólicos de Redes es La Nalona, la fuente en la que nace el Nalón, río más caudaloso de Asturias. Tampoco nos podemos perder el Lago Ubales, otra de las leyendas del Parque Natural de Redes. Aunque para llegar a él a pie debemos seguir un largo sendero, las vistas al terminar bien merecen el esfuerzo: los Picos de Europa en el horizonte y el reflejo de las montañas en el agua de Ubales. Una estampa asombrosa que ilustra este maravilloso paraje asturiano.
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