La calle de Abajo, la calle de Enmedio, la calle del Corcho; la Casa de la Maestra y la Casa del Cura; el molino, la carbonera y el pilón; dos bares, un puñado de casas rurales y un hotel; 50 vecinos censados. Así es la Hiruela, un pueblo ‘de los de antes’ con una arquitectura popular magníficamente conservada que se está convirtiendo en uno de los refugios de moda al norte de Madrid.
Junto a otros cuatro municipios de la Sierra del Rincón, La Hiruela fue catalogada como Reserva de la Biosfera por la Unesco en 2005. No es para menos: el entorno que rodea esta aldea es primoroso, colmado de plácidos rincones, refrescantes sendas y exultantes miradores. Es hora de dejar atrás el ruido y la furia de la ciudad y poner rumbo al silencio de la naturaleza. Nos vamos a La Hiruela.
La Hiruela, un refugio sanador
Ni en la propia oficina de turismo de La Hiruela se ponen de acuerdo sobre la fundación del pueblo ni sobre el origen de su nombre. Pero La Hiruela existió y existe, con eso tenemos bastante. Los primeros documentos que se refieren al pueblo datan de finales del XV y señalan su relativa autonomía, así como la importancia de su ganadería adquiriendo su cañada rango de Real.
Ya en 1751 más de 200 personas viven La Hiruela. A la ganadería se suma la manufactura textil, la explotación de colmenas y, más adelante, la producción de carbón vegetal, así como la molienda. Durante el siglo XIX se consolida el tejido urbano que sobrevive hasta la actualidad sin apenas variaciones, gracias especialmente a su aislamiento.
No en vano hay que tener paciencia para llegar a la Hiruela. Desde el centro de Madrid, el viaje puede alargarse hasta la hora y media. Pasando Buitrago de Lozoya, comienzan las carreteras comarcales que sorprenden con sus curvas a aquellos conductores que llevan meses sin salir de la ciudad y sus autovías. Ya cerca de la frontera con Guadalajara, llegamos por fin a nuestro objetivo. Y el coche, en el aparcamiento habilitado fuera del pueblo, salvo que seamos residentes: como debe ser.
Y es que La Hiruela ya no es un rincón secreto. Es pequeño, pero no es secreto. Se aprecia por el elevado número de turistas que se apean del coche llenando de aire limpio sus pulmones, pero también en la buena cantidad de obras que se ven por el pueblo, tanto de habilitación de viejas casas residenciales como en las propias calles, incluyendo un nuevo alumbrado. La Hiruela se engalana para el visitante en un verano singular en el que muchos madrileños han mirado hacia el interior.
La primera parada es el Museo Etnográfico de La Hiruela donde se puede rememorar la vida tradicional de los habitantes del pueblo. Dividido en cinco espacios como si se tratara de una vivienda popular con cuadra, alcoba, cocina, sala de estar y telar, el museo incluye también una apreciable exposición fotográfica que recorre el periodo que va de 1930 a 1969. Algunas de las fotos, así como de los objetos que expone el museo, fueron cedidos por los propios habitantes del pueblo con el objetivo de custodiar la memoria de La Hiruela.
Esa memoria que también custodia el Molino Harinero, una de las grandes atracciones de la localidad de la Sierra Norte madrileña. De hecho, la entrada al Museo Etnográfico incluye una visita guiada al propio molino. Esta construcción del siglo XVIII se encuentra a algo menos de un kilómetro del pueblo y tan solo la senda que lleva hacia él ya merece la pena.
Hasta 1888 fue propiedad comunal fecha en la que empezó a cambiar de manos hasta que recientemente volvió a ser adquirido por el pueblo restaurándose gracias a los fondos de la Comunidad de Madrid y de la Unión Europea. Y es que el molino de la Hiruela es el único de Madrid que mantiene el sistema de molienda tradicional. Situado en la orilla del Jarama cuyas aguas impulsa su maquinaria, se trata de un lugar idílico gracias también a la zona recreativa que se ha habilitado en su entorno.
Las sendas de la Hiruela
El goteo de senderistas en una mañana de fin de semana en La Hiruela es incesante. Porque el pueblo es una maravilla, pero sus sendas son la guinda. Cuatro rutas discurren alrededor de La Hiruela. Son rutas moderadamente sencillas y cortas, pero se aconseja, por supuesto, calzado cómodo, protección solar y buena hidratación.
Senda la Fuente del Lugar: la senda verde es la más corta lo que la convierte en ideal para niños, también porque buena parte de la misma transcurre a la sombra. El camino se inicia a través de un túnel de avellanos, cerezos y abedules llegando hasta la Fuente del Lugar, uno de los numerosos manantiales que nacen en el entorno del pueblo y que fue usado desde antiguo para lavar y secar la ropa.
Tras esta parada, la senda continua por la ladera de una pequeña colina a la orilla de un riachuelo atravesando pequeños puentes de madera además de algunas pequeñas piscinas naturales que incluso invitan al baño. En la parte final de la ruta se atraviesa una huerta para regresar al pueblo por la zona del aparcamiento de entrada al mismo.
Senda por las Eras y la Pila de Riego. Y de los ‘bajos fondos’ de La Hiruela nos vamos a lo más alto de la loma para contemplar una bella panorámica del pueblo, del valle del Jarama y de la Sierra del Rincón. Son poco menos de tres kilómetros que, eso sí, discurren en su mayor parte sin sombra, aspecto a tener en cuenta. A lo largo del camino encontraremos deliciosos miradores, árboles centenarios, las famosas eras y la pila de riego.
Senda los Oficios de la Vida. Otra manera de conocer la cultura tradicional de los habitantes de la sierra es recorrer esta senda que nos acerca a tres de las actividades más importantes de la zona: la apicultura, el carbón y la mencionada molienda de grano. El Colmenar tradicional de La Hiruela se ha recuperado desde hace algo más de una década y es uno de los referentes etnográficos del municipio. Reúne unos cien ‘corchos’ (colmenas construidas en troncos huecos) que permite el paso de los senderistas.
Tras pasar por el molino, la ruta se desvía hacia la carbonera, una reciente construcción que rememora la decisiva importancia de la producción de carbón vegetal de roble en La Hiruela durante muchas décadas, hasta que llegó el gasóleo y la electricidad al pueblo.
Senda de Molino a Molino. Se trata de la senda más ambiciosa, con algo menos de dos horas de duración y unos cinco kilómetros de longitud. Como su propio nombre indica se trata de una ruta que conecta los diferentes molinos del entorno de La Hiruela, algunos de ellos en ruinas, para terminar en el mencionado Molino Harinero que es el orgullo del pueblo. Durante el trayecto, el senderista disfrutará de unas incomparables vistas de la Sierra del Rincón y llenará los pulmones de ese aire puro con el que oxigenar vueltas al cole, atascos septembrinos y otoños calientes.
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