Hay lugares entre extraños, bellos y curiosos que resultan todavía más fascinantes cuando descubrimos a su alrededor la historia que esconden, y si esta es original o se sale de las anécdotas habituales, todavía captan más nuestra atención. Lo cierto es que puede suceder en cualquier rincón cerca de nuestra casa, pero también en el más lejano o inhóspito.
Así acontece con la isla de Hans, un pequeño territorio entre Canadá y Groenlandia, en medio de la nada, que durante mucho tiempo ha sido protagonista de la denominada Guerra del Whisky. Si quieres conocer más sobre esta curiosa historia que te traemos hoy, sigue leyendo.
Historia de la isla de Hans
En el estrecho de Nares, en pleno canal Kennedy, que comunica la bahía de Baffin con el mar de Lincoln, se encuentra una pequeña isla, que apenas mide 1,3 kilómetros cuadrados de superficie y en la que no hay el menor rastro de vida. Nadie se imaginaría que este singular territorio entre Canadá y Groenlandia se convertiría en el protagonista de una curiosa guerra que siguieron los diarios durante décadas.
Se trata de la isla de Hans, donde no verás ni vegetación ni animales ni recursos naturales. De hecho, es una isla deshabitada, aunque en ella se han encontrado vestigios de poblaciones inuit. Hans fue descubierta por exploradores británicos y estadounidenses en la segunda mitad del siglo XIX, aunque su nombre no proviene ni de unos ni de otros, sino de un inuk groenlandés que formaba parte de aquel viaje: Hans Heinrich.
El pequeño territorio está justo a medio camino entre las tierras de Groenlandia, que son de dominio danés, y las tierras canadienses. De tal manera, terminó siendo motivo de disputa entre ambos países.
Fue la Corte Permanente de Justicia Internacional (Permanent Court of International Justice) la que determinó en una sentencia de 1933 que Groenlandia constituía un dominio de Dinamarca. Precisamente por ese motivo, los daneses también reclamaron la propiedad de la isla de Hans, pero Canadá hizo la misma solicitud, ya que su costa se encuentra a igual distancia de Hans que la de sus vecinos. Finalmente, se alcanzó un acuerdo en la década de los setenta del siglo XX, cuando Canadá y Dinamarca delimitaron las fronteras marítimas y dejaron al margen la isla, de manera que no le perteneciera a ninguno de los dos países y quedara convertida en una especie de tierra de nadie.
Durante unos años, no hubo ningún problema con este hecho, hasta que en la década de los ochenta se originó la que se daría en llamar la Guerra del Whisky, aunque en todo momento se desarrollara de forma pacífica, sin militares ni derramamientos de sangre.
Origen de la Guerra del Whisky
Todo se originó con la visita del primer ministro danés al islote en el año 1984. En un viaje que hizo a Groenlandia, se acercó hasta la isla de Hans y plantó en ella un estandarte con la bandera de su país y una insignia en la que se podía leer: Velkommen til den danske ø (Bienvenidos a la isla danesa). Antes de abandonar Hans, el primer ministro Tom Høyem dejó en aquel suelo, además de la bandera, una botella de un aguardiente de alta graduación o whisky típico de Dinamarca y de los países del norte de Europa.
El contexto en el que esto sucedía no era precisamente el más adecuado. Y es que en ese mismo año la empresa petrolera canadiense, la compañía Dome, se encontraba investigando la isla de Hans para estudiar los movimientos de las placas de hielo. Una actividad de la que se dio constancia en prensa. De igual modo, Canadá y Dinamarca se encontraban en negociaciones para firmar un tratado con la finalidad de proteger el medio marino del entorno de la isla. Pero ante la noticia de la petrolera, las negociaciones se cortaron abruptamente y fue precisamente en ese momento cuando el primer ministro danés tomó un avión y protagonizó la escena de la bandera y la botella de whisky.
La Guerra del Whisky
Como era previsible, los canadienses respondieron ante aquella provocación del primer ministro danés, pero de la forma más pacífica que uno pudiera imaginar. También izaron en la isla de Hans su bandera nacional y dejaron su botella de whisky particular, una de la marca Canadian Club, muy popular en el país, junto con el mensaje Welcome to Canada (Bienvenido a Canadá).
La prensa se hizo eco de todo el conflicto y en sus páginas lo bautizaron como la Guerra del Whisky, Whisky War o Liquor Wars. Y es que aquel suceso aparentemente puntual se convertiría en un problema que se prolongaría durante décadas de la misma manera. En 1988, el HDMS Tulugaq, un barco danés de guerra, se acercó a la isla y volvió a plantar la bandera de Dinamarca. Los canadienses fueron detrás e hicieron lo propio.
Como consecuencia, entre finales de la década de los ochenta del siglo XX y los primeros años del siglo XXI, se sucedieron habitualmente las idas y venidas de investigadores y funcionarios de uno u otro gobierno que pisaban el islote e izaban en él la bandera. Aquello asemejaba toda una carrera de posesión y reconquista en medio de la cual las botellas de whisky iban y venían.
Pero el principio del fin de la Guerra del Whisky comenzó en el año 2007, cuando Canadá y Dinamarca llegaron al acuerdo de establecer en ese pequeño e inhóspito territorio una base meteorológica conjunta. En 2012, se acordó un nuevo tratado fronterizo, pero Hans quedó fuera de la superficie a considerar, así que se estableció una comisión 6 años después para acordar cuál era la territorialidad de la isla.
Desde entonces, la situación sigue más o menos estable, aunque en el año 2019, el gobierno de Canadá y el de Dinamarca llegaron a un acuerdo para que Groenlandia aprobara un cierre temporal de la isla de Hans, mediante el cual se prohibían y denegaban los permisos para la explotación o exploración minera en su territorio. Los ciudadanos europeos que quieran viajar a Groenlandia no necesitarán visado al ser un territorio dependiente de Dinamarca, pero aquellos que quieran visitar Canadá y saber más sobre esta disputa o simplemente probar el famoso whisky del país, deberán primero solicitar una eTA, el visado electrónico de este país.
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