El laborioso grabado de una contable, el expresionismo castizo de un taxista, el eclecticismo de un risueño ciudadrealeño “itinerante”, las colaboraciones de dos artistas plásticos y visuales “que se meten en todo” y las acuarelas y los paisajes de padre e hija que comparten caseta.
En la plaza del Conde de Barajas puedes encontrar de todo y para todos los gustos, una treintena de artistas que se reúnen los domingos por la mañana para ofrecer sus creaciones a madrileños y viajeros. Nos vamos al centro para explorar la plaza de los pintores, el secreto más artístico de Madrid.
La plaza de los pintores: ¡Silencio!… se pinta
Los domingos mañaneros en el centro de Madrid son un hervidero de turistas que callejean por una de las zonas más pintorescas de la capital. Salvo porque hay menos tráfico y porque los viandantes caminan un poco más lento —a los madrileños les gusta la velocidad también si se trata de andar—, la diferencia con un día laborable es mínima.
Pero pasando la Plaza Mayor en dirección hacia La Latina —donde también hay pintores y dibujantes, especialistas en caricaturas, muchos de ellos— alcanzamos una de las plazas más serenas de Madrid: un oasis de silencio que es el mejor escenario posible para una exposición artística al aire libre.
“Se vive mejor el arte en la calle que en el recinto claustral con aire de templo,… lo que significa ante todo libertad para la sensibilidad y para el talento ante ese gran tribunal que transcurre por las calles de Madrid: el público”. Son palabras de Tierno Galván, alcalde de Madrid entre 1979 y 1986, el artífice de este proyecto que se inició en 1984.
Fue ese año cuando la Junta Municipal de Madrid Centro cedió el espacio de la plaza del Conde de Barajas a un colectivo de pintores madrileños bautizado como Taller Abierto. ¿El objetivo? Asentar en el centro de la capital una exposición callejera que sirviera para acercar el arte a los madrileños, “un centro cultural al aire libre para que la gente tomase contacto con las distintas técnicas de la pintura“.
El espejo al que se miraban aquellos pioneros artistas, muchos de ellos amateurs, eran las exposiciones al aire libre de ciudades como Londres, Múnich, Nueva York… y Montmartre en París, por supuesto.
A punto de cumplir sus tres décadas de vida, la plaza de los pintores de Conde de Barajas sigue vistiéndose de acuarela y retrato, de óleo y grabado, cada domingo a partir de las 10.00 de la mañana: el perfecto paseo para espolear una mañana somnolienta.
Una treintena de artistas para todos los gustos
Como sabemos, existen muchos tópicos asociados a la figura del artista. El mito del pintor bohemio, noctámbulo, vehemente y apasionado ha calado en el inconsciente colectivo. Pero el arte, la pintura, es una profesión más que exige dedicación, oficio, responsabilidad… y estatutos para organizarse.
La asociación Taller Abierto, por ejemplo, prohíbe que artistas de otras plazas, como de la Plaza Mayor, copen también este lugar. Y es que solo hay espacio para 36 artistas en sus respectivas casetas, aunque algunas son compartidas. De hecho, para entrar en la asociación y poder exhibir obra en Conde de Barajas has de ser aceptado por los asociados en base a un mínimo nivel artístico. Y este proceso puede durar años ya que no hay sitio para todos en la plaza.
Así que no, los artistas de la plaza de los pintores no son un grupo de bohemios que improvisan una reunión matutina los domingos para exhibir sus excentricidades. Son artistas (profesionales y amateurs) que dedican una parte importante de su vida a las artes plásticas.
Como Goyi Martínez, actual presidenta de la asociación, que tuvo que esperar tres años para poder mostrar su obra, un conjunto de grabados y obra gráfica que seduce al visitante por su originalidad.
Porque pese a que tantos artistas célebres como Picasso, Goya o Durero se erigieron en maestros grabadores, se trata de una disciplina artística que siempre ha vivido a la sombra de la pintura. Y la plaza de los pintores es el lugar ideal para profundizar en ella porque, al contrario de lo que sucede en un museo, aquí sí puedes hablar con el artista que no tendrá reparo en compartir sus conocimientos.
Es el caso, por ejemplo, de Paloma Fernández Barreno, artista que cultiva con sofisticación la pintura al óleo y la acuarela. El retrato, el bodegón, el costumbrismo y los cuadros sobre animales dominan su caseta donde también se cuela el simbolismo de una obra en la que una mujer ha sido capaz de encerrar a Cupido en una jaula. Quién pudiera, ¿verdad?, manejar a su antojo las flechas del amor…
Pero también son comunes en la plaza de los pintores las parejas que comparten casetas, como el caso de Begoña Bengoechea y Kiko Lorente, fundadores del estudio de arte visual y plástico Metomentodo. Si Begoña se especializa en obras de gran tamaño de poético expresionismo abstracto, Kiko opta por experimentos puntillistas junto a cuadros de pequeño formato de iconos de la cultura popular: de Darth Vader al Colajet, de la rana Gustavo a un pincho de tortilla.
Pero la Asociación Taller Abierto, como su nombre indica, también está abierta a artistas en formación. Es el caso de Elena Lomo, una joven creadora visual que exhibe en Conde Barajas sus pinturas, dibujos y cartones de pequeño formato que pivotan entre la lírica y la inquietud, entre la sensualidad y la amenaza.
Y no hay que olvidarse de otra interesante faceta de la plaza de los pintores, la de los artistas itinerantes. Teniendo en cuenta el poco espacio que existe en la plaza, los actuales gestores de Taller Abierto decidieron reservar unas casetas para artistas itinerantes que se quieran acercar a Madrid para dar a conocer su obra de forma temporal.
Es el caso, por ejemplo, de Miguel López Mora que cuenta con una academia de pintura en Ciudad Real y que muestra en Conde de Barajas iconos clásicos del Madrid más turístico, como la Plaza Mayor, el Retiro o la Gran Vía, entre bodegones y paisajes impresionistas.
Y es que también existe otro tópico alrededor de los artistas: que no comen. Que el arte es tan “elevado” que sus creadores se alimentan de versos noctámbulos y melodías bohemias. Pero no, amigos, los artistas también pagan facturas, van al súper y se lamentan de lo que ha subido el pollo, que ahora parece langosta. Así que, si ves algo que te guste en la plaza de los pintores, no te lo pienses demasiado y compra: solo así este secreto artístico permanecerá plácidamente silencioso otros 30 años más en la preciosa plaza del Conde de Barajas.
Únete a la conversación