Por cuarto año consecutivo, Finlandia ha sido designado como el país más feliz del mundo según el World Happiness Report, el informe que publica la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible, una institución creada en el año 2012 por la ONU. Para llevar a cabo dicho estudio sobre la felicidad, la consultora Gallup analiza variables como la calidad de vida, las emociones positivas, la percepción sobre la corrupción, la esperanza de vida, el estado del bienestar o la desigualdad en los ingresos.
Tras poner en común esas variables, el índice resultante vuelve a exponer la misma conclusión que todos los años, la felicidad está en el norte: Dinamarca, Noruega, Suecia, Islandia y Finlandia no se bajan del Top 10, siendo este último el país más feliz del mundo.
¿Qué convierte a Finlandia en el país más feliz?
Aislamiento, individualismo, soledad, silencio, empobrecimiento, elevado índice de suicidios… El informe sobre la felicidad encargado por la ONU asegura que aquella Finlandia de los años 70 y 80 ya ha quedado atrás y buena parte de sus connotaciones negativas son parte del pasado.
Sí, en Finlandia sigue haciendo frío, pero los finlandeses sienten que la calidez guía su vida cotidiana. A continuación, reflexionamos sobre las claves que convierten a Finlandia en el país más feliz del mundo según el estudio WHR.
La conexión con la naturaleza
Casi 200.000 lagos y un 75% del territorio cubierto por bosques. Si alguna vez has sobrevolado Finlandia en avión habrás comprobado desde el aire el increíble aspecto que tiene el país: verde y agua por todas partes. Así todo es más sencillo.
Para buena parte de los finlandeses, la naturaleza es algo más que una excursión de fin de semana. Gracias a sus 40 parques nacionales y el popular ‘The Everyman’s Right’ —una suerte de derecho que tienen todos los finlandeses y visitantes del país a ‘vagar’ libremente por cualquier espacio natural—, la naturaleza está integrada en la vida cotidiana de los habitantes de Finlandia.
En esta línea de conexión con la naturaleza, se posicionan algunas de las costumbres más populares del país nórdico: la alimentación y la sauna. La recolección de alimentos es una tradición milenaria en el país, siendo la pesca uno de los pasatiempos nacionales fomentada también por el mencionado The Everyman’s Rights: todo el mundo tiene derecho a pescar con sedal en cualquier sitio.
¿Y qué decir de la sauna? Si en España tenemos siesta, en Finlandia tienen sauna. Es la única palabra finlandesa que ha trascendido su idioma. La costumbre de sudar en la sauna para luego darse un baño en las gélidas aguas de un lago o rodar por la nieve, forma parte de las tradiciones más celebradas del país: un subidón épico.
El estado del bienestar según Finlandia
La naturaleza aporta mucho bienestar, pero también la cobertura de desempleo. El informe WHR señala que los países nórdicos en general y Finlandia en particular tienen muy asentados un estado del bienestar caracterizado por su generosidad en términos de pensiones, mantenimiento de ingresos para enfermos o discapacitados y prestaciones por desempleo. Cuando una persona tiene asegurada su subsistencia, ya puede ir de saunas y meditar sobre la felicidad.
La equidad en la distribución de los ingresos
El propio informe WHR admite la complejidad del análisis de la felicidad en comparación con la desigualdad en los ingresos. Según sus conclusiones, los bajos niveles de desigualdad en Finlandia son importantes para su percepción de la felicidad algo que no es tan evidente en otras partes del mundo.
En este sentido, hay que tener en cuenta que la reflexión sobre la propia felicidad también deriva de la comparación con el entorno: si todas las personas de tu entorno tienen un nivel de ingresos similar, se tiende a tener más confianza y sentido de la equidad. Al contrario, en las sociedades marcadas por la brecha entre ricos y pobres, crece el sentimiento de ansiedad e injusticia. No hace falta que pongamos ejemplos.
De cualquier manera, la felicidad finlandesa en relación a la igualdad de ingresos viene dada también porque dichos ingresos, de media, son bastante altos. Probablemente, si todos fueran igualmente pobres, la percepción cambiaría.
Libertad para tomar decisiones
Según el informe WHR, la autonomía y la libertad de decisión juegan un papel decisivo a la hora de explicar la felicidad ciudadana. El estudio de la ONU sugiere que la sensación de libertad individual deriva de dos factores: la existencia de instituciones políticas democráticas que liberan a las personas de la opresión política y valores culturales tolerantes que ofrecen a las personas más espacio para expresar su identidad única. Es decir, instituciones políticas que tratan a los ciudadanos como adultos capaces de tomar sus propias decisiones en un marco democrático. Para tomar nota, sin duda.
La cohesión social y la confianza en el otro
¿Dejar la puerta abierta de casa sabiendo que nadie va a entrar a robar? ¿Perder la cartera y tener la certeza de que va a ser devuelta sin que te hayan birlado el billete de 50? La confianza en el prójimo es una de las bases de la felicidad finlandesa, una clase de confianza ‘horizontal’ en la que nadie es más importante que el vecino, asumiendo cada persona que si ejerce con sentido común su responsabilidad individual repercutirá de forma positiva en la felicidad del grupo. Esta confianza refuerza la cohesión social minimizando la confrontación: se trata centrarse en el bien común superando (que no negando) las diferencias.
El ‘sisu’
Más allá de la importancia de la naturaleza y de la situación socioeconómica de Finlandia, existe un concepto más espiritual que explica el bienestar de los finlandeses: se trata del sisu, una actitud vital caracterizada por el esfuerzo, la adaptación a las circunstancias, la relativización de los conflictos y el sentido del humor.
El sisu se explica en un libro pero también puede rastrearse en aquellas películas de Aki Kaurismaki con las que muchos comenzamos a conocer Finlandia. En ellas, sus personajes tienen trabajos aparentemente poco gratificantes (basureros, operarios, empleados de fábricas) pero afrontan la vida tal como viene, con firmeza y perseverancia, sin aspavientos y aplicando un fino sentido del humor. Personajes que, desde luego, no buscan la felicidad, pero, a menudo, la terminan encontrando. Quizás ese sea el secreto de la felicidad finlandesa: no pensar en la felicidad.
¿Nos vamos a Finlandia a ser felices?
Estudios como World Happiness Report son muy interesantes, pero también equívocos. Reducir un concepto tan complejo (y sobado) como la felicidad a un índice es demasiado ambicioso y un poco efectista. Por muy buenas intenciones que tenga el informe, no creemos que la felicidad se pueda cuantificar.
Los propios editores del WHR admiten críticas, defendiendo su uso del término ‘felicidad’ en vez ‘bienestar’ (u otros) porque es más fácilmente comprendido por los encuestados y por los lectores: la felicidad se vende sola, no en vano prometer felicidad al consumidor es la base de la publicidad… y la propaganda política.
España se encuentra en la posición 28 del índice de felicidad del WHR, entre Arabia Saudí y Guatemala. Desde luego que muchos elementos que conforman la sociedad de los países nórdicos deberían importarse a nuestro país para ganar bienestar, pero, al fin y al cabo, cada sociedad debe encontrar la felicidad en sus propias singularidades, adaptándose a sus circunstancias, descubriendo su propio sisu.
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