En una ruta por el Madrid más castizo no debería faltar la visita a alguna de las corralas más populares y mejor conservadas de la capital. Las antiguas casas ‘de corredor’ forman parte del rico patrimonio arquitectónico de Madrid, ya que, la mayoría fueron construidas entre los siglos XVII, las más antiguas y el XIX.
La estructura de estas edificaciones, en las que, generalmente vivía la población con menos recursos, se basa en un patio central alrededor del cual se sitúan las galerías corridas, a modo de balcón común, al que se asoman las puertas de las distintas casas. Antaño, estas viviendas eran de pequeñas dimensiones, no más de 20 – 30 metros cuadrados y no tenían baño, existiendo uno por cada piso, a compartir entre los habitantes de cada corredor.
Después de correr serio peligro de ser derrumbadas, muchas de las corrala fueron rehabilitadas, especialmente en las décadas de los 80 y 90, y en la actualidad, son un pequeño tesoro de gran valor arquitectónico y cultural, todo un símbolo de Madrid, que trae recuerdos de esa vida vecinal que se desarrollaba en las escaleras y patios de esas corralas que tantos secretos guardan. Perfectamente restauradas (y modernizadas para reunir las condiciones óptimas de habitabilidad), un recorrido por las corralas más bonitas de Madrid resulta tan interesantes como ameno y lleno de inesperadas sorpresas.
Museo de Artes y Tradiciones de Madrid Centro Cultural La Corrala
En los números 3 y 5 de la calle Carlos Arniches, en el corazón del castizo barrio de la Latina, se encuentra una de las corralas más grandes y mejor conservadas de todo Madrid. Este espacio es la sede del Museo de Artes y Tradiciones Populares de la Universidad Autónoma de Madrid, que bien merece una visita y, además, comparte instalaciones con el centro cultural La Corrala.
Por las considerables dimensiones del patio que le da forma se la conoce como el Corralón y se estima que fue construida hacia mediados del siglo XIX. En la corrala destaca la estructura de madera que imita a arcadas en la parte baja de su estructura. Se cree que, además de viviendas, esta corrala y su gran patio interior sirvieron también como una especie de galería comercial a la que podían acceder coches de caballo. En la rehabilitación del año 2008, que permitió la reconstrucción de este espacio único, se incluyó la reconstrucción de la antigua fuente – abrevadero que tenía el patio original.
Corrala de Tribulete
La corrala de Tribulete o del Sombrerete, llamada así porque se ubica entre estas dos céntricas calles madrileñas, es una de las que mejor permite apreciar la curiosa estructura de estas edificaciones, incluso viajar en el tiempo e imaginar cómo sería la vida en ellas hace décadas. Es una de las corralas más grandes con cuatro pisos de corredores que dan a la calle Mesón de Paredes mostrándose y dejando ver cada uno de sus detalles (al no tener, en la actualidad, construcción alguna que los tape).
Monumento Nacional y Bien de Interés Cultural, esta corrala, que data de 1872, es una de las mejor conservadas de la capital y en la explanada – plaza que queda justo delante de su patio se siguen representando obras de teatro y sobre todo zarzuelas, que con lo típicos corredores de la corrala como telón de fondo encuentran el mejor marco posible. Como curiosidad, se dice que esta corrala fue la que inspiró la zarzuela La Revoltosa, ejemplo del Madrid más castizo.
Corrala de El Rastro (Ribera de Curtidores)
Si en tu visita a Madrid incluyes un paseo de domingo por el Rastro, no solo podrás encontrar un sinfín de objetos de todo tipo a la venta sino que, además, bajando por la Ribera de Curtidores, casi sin darte cuenta, entrarás en una antigua corrala. Ocupa los portales del 3 al 5 de la popular calle y por ellos se accede a un patio donde verás puestos y también coquetas tiendas propias del Rastro. Si te fijas bien y miras hacia arriba verás que estás en una auténtica corrala madrileña.
En este lugar se construyó en el siglo XV el primer matadero del Rastro y ya en el XIX, la corrala. Rehabilitada en los años 80, en la actualidad es punto clave en el recorrido por el mercadillo más famoso de la capital.
La corrala y actual posada del León de Oro
La Posada del León de Oro es un edificio de mediados del siglo XVIII, una fecha que lo convierte en una las edificaciones más antiguas de la madrileña calle de la Cava Baja. El actual hotel boutique mantiene la estructura del edificio, aunque con todas las comodidades que pueda requerir el viajero actual.
La sorpresa llega al contemplar que su patio interior recuerda que este edificio fue antaño una animada corrala. Magníficamente restaurado, hoy el pequeño patio conserva todo su encanto, con el predominio de la madera en pasamanos, columnas y marcos de las puertas que contrasta con las blancas paredes de los corredores. Dormir en una antigua corrala sigue siendo posible en Madrid.
La corrala de la Cabeza
El curioso nombre le viene porque así se llama la calle en la que se encuentra, concretamente en la calle de la Cabeza, en el número 14 y a escasos metros de la plaza de Tirso de Molina. Se trata de una de las corralas más antiguas de la capital. El edificio es del siglo XVI y guarda oscuras historias porque fue, durante años, prisión de la Inquisición.
En la actualidad, la corrala de la Cabeza es un centro de mayores de la Comunidad de Madrid y si tienes oportunidad de visitarlo, conviene fijarse en la estructura original de corredores en madera que conservan todo el encanto de su sencillez. Además, también podrás ver los antiguos y tenebrosos calabozos que aún se conservan en el sótano del edificio.
Corrala de Miguel Servet
Es también de las más antiguas y aunque está en la calle Miguel Servet, su tradicional patio mira a la calle Mesón de Paredes. Sus tres pisos de corredores han sido restaurados y muestran a la perfección su estructura original. Se dice que las casas de esta corrala del siglo XVIII fueron ocupadas por las familias de las cigarreras que trabajaban en una cercana fábrica de tabacos.
En la actualidad y tras la reforma de los años 80, la corrala luce con toda su gracia, con la ropa colgada en los balcones – corredores y con una fuente común en el patio vecinal que sigue lleno de vida como antaño.
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