Muchos viajeros son capaces de recorrer muchos kilómetros para conocer una de esas playas de ensueño que, a menudo, permanecen aisladas en parajes remotos. Ya sean pequeñas y recónditas calas como kilométricos arenales, estas playas son como un tesoro para el viajero cuyo rostro se ilumina cuando las alcanza como el del pirata abriendo el cofre. No te pierdas esta lista de las 10 mejores playas de Europa para viajar este verano, para volver a brillar en vacaciones.
Mejores playas de Europa en 2022
Playa del Naufragio (Zante, Grecia)
En el archipiélago de las islas Jónicas, al oeste de Grecia continental, se ubica la isla de Zante —Zakynthos en griego— que custodia una de las playas más soñadas de Europa, una cala que por sí sola es capaz de fletar diariamente varios barcos para conocerla, generalmente desde el puerto de Vromi, a unos kilómetros al sur.
Porque para arribar en la playa de Navagio necesitarás un barco… como el que varó aquí en 1980 tras una persecución con las autoridades griegas. Este naufragio que da nombre a esta cala se ha convertido en la leyenda que envuelve este trocito de paraíso griego.
Gjipe Beach (Albania)
No muy lejos de la playa del Naufragio se encuentra otra joya natural entre acantilados: Gjipe Beach, la perla de la Riviera albanesa. Y como sucede con todas esas playas que tanto nos gustan, el acceso a Gjipe Beach es bien complicado lo que aumenta aún más el deseo de conocerla, confiando en que otros viajeros la descartarán. Pero no estarás solo: la tozudez es rasgo típico del viajero.
Tras dejar el coche en el aparcamiento habilitado cerca del monasterio de San Teodoro, debemos andar unos 20 minutos hasta la playa que es la apertura al mar del espectacular cañón de Gjipes.
Gruta de Benagil (Algarve, Portugal)
Para llegar a esta icónica gruta algarviense deberás remar en kayak, subirte a uno de los muchos barcos que navegan hasta ella… o nadar desde la propia playa vecina. Porque la gruta de Benagil no es ya ningún secreto.
Y no es para menos teniendo en cuenta el insólito entorno en el que se encuentra: los variados tonos de la roca y el azul turquesa del agua que refleja el cielo que se cuela por el gran óculo natural abierto en la parte superior de la roca. Un espectáculo único.
Scala dei Turchi (Sicilia, Italia)
Y de una gruta única en Europa a uno de los parajes más singulares de la costa siciliana, Scala dei Turchi, la escalera de los turcos, que fue usada desde antiguo por piratas sarracenos para esconder sus embarcaciones. La peculiar forma de suaves y redondeados escalones de la blanca piedra caliza del acantilado y sus sensuales playas convierten este entorno en un lugar de peregrinaje.
Ölüdeniz (Muğla, Turquía)
Estrictamente hablando, este grupo de playas se encontrarían en Asia ya que están en la costa de Licia, en la parte suroccidental de Anatolia, pero si se trata de arenales paradisiacos no hay frontera que nos detenga, ¿no?
Y es que Ölüdeniz custodia varias playas ubicadas en un entorno deslumbrante: una lengua de arena que protege la denominada Laguna Azul que contrasta con el verde de la vegetación que tapiza las colinas cercanas. Tal es la fama de este lugar que cobran entrada: hay que pasar unos tornos para acceder a las playas.
Playa de Reynisfjara (Vík í Mýrdal, Islandia)
No todo son playas de arena blanca y azul turquesa, el “paraíso” tiene muchos matices, como los de la playa de Reynisfjara, uno de los lugares más fotografiados de la costa sur islandesa. Este no es lugar para balones Nivea, partidas de pala y el carrito del helado. Aquí el viento cortante, las olas plateadas, la arena negra y las agujas de Reynisdrangar son los protagonistas generando un espectáculo sublime único en el que el término “salvaje” no es metafórico…
Calanque d’En-Vau (Cassis, Francia)
Como si se tratara de la respuesta francesa a nuestra querida Macarelleta, Calanque d’En-Vau es la gloria para los fanáticos de las calitas de difícil acceso protegidas por acantilados.
Al inicio de la Costa Azul, al este de Marsella, se desarrolla el Macizo de los Calanques, con sus dientes de sierra que generan un perfil anguloso en la costa. Uno de esos entrantes de mar en los Calanques finaliza en una pequeña cala que obliga a caminar más de una hora por un sendero… o llegar en barco.
Inch Beach (Kerry, Irlanda)
Nos ponemos un poco sentimentales (y cinéfilos) de camino al condado de Kerry en la provincia de Munster, al suroeste de Irlanda. Costa quebrada y abrupta que a muchos les recordará a nuestro Cantábrico, aquí se ubica la infinita playa de Inch, donde Sarah Miles se encontró con Robert Mitchum al inicio de la inolvidable La Hija de Ryan de David Lean.
No sabemos si un ángel nos vendrá a buscar en nuestro paseo por esta playa, pero haremos tiempo con la tabla: Inch Beach también es una playa bendecida por los aficionados al surf y al windsurf.
Haukland Beach (Noruega)
Seguimos ruta hacia el norte para conocer una de las playas más veneradas del mundo por el sublime entorno que la abraza. Popularizada hace unos años gracias a las redes sociales —esas dichosas “destripa secretos”— ha duplicado sus visitas en los últimos cinco años.
Pero solo una mínima porción de esos viajeros mete el pie en sus gélidas aguas. Si te da miedo la “caribeña” playa de Rodas en las Cíes, espera a probar esto: la temperatura de su agua nunca supera los 10 °C. No en vano estamos a 300 kilómetros al norte del Círculo Polar Ártico.
Playa de los Conejos (Lampedusa, Italia)
Después de quedar tiritando tras mojar el dedo meñique del pie en las aguas de Haukland, bien nos merecemos volver al cálido Mediterráneo para conocer una de las playas más bonitas de nuestro continente.
De acuerdo que su nombre no es el más prometedor, pero su estampa no puede ser más fascinante: una suave colina agreste que conduce a una playa de arena blanca bañada por las aguas turquesas del océano. Y a disfrutar del paraíso… antes de que pongan tornos como en Ölüdeniz.
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