En el extremo sur del Portugal continental y haciendo frontera hacia el norte con la zona del Alentejo y al este con la provincia de Huelva, en España, se encuentra la región del Algarve, una zona que, pese a contar con enclaves turísticos de primer nivel, sigue conservando la esencia del país luso.
Una primera visita sorprende con paisajes llenos de contrastes que incluyen algunas de las playas más bellas de Europa y también coquetos pueblos, de mar y de montaña, repletos de encanto.
Villas de trazado medieval, castillos y fortalezas, soberbios parajes naturales, pueblos marineros o localidades de interior fieles a sus tradicionales… Descubrir los pueblos más bonitos del Algarve implica recorrer una sencilla ruta en la que va a encontrar localidades, muy distintas entre sí, entre las que resulta difícil elegir.
Tavira
Tavira es una de las localidades con más encanto del Algarve, ya que, reúne: historia, bellos monumentos, calles tan bonitas como animadas y ese paisaje rebosante de luz y de mar tan propio del Algarve oriental, no lejos de la frontera con España.
Mirando de frente al maravilloso entorno del Parque Natural de la Ría Formosa, Tavira se extiende a ambas orillas del Gilao, el río que cruza un antiguo puente romano.
Merece la pena un recorrido por el casco antiguo, de calles adoquinadas y casas encaladas. Además, no hay que dejar de visitar la iglesia de la Misericordia, que guarda en su interior bonitos murales de tradicionales azulejos, la iglesia de Santa María del Castelo y, en la zona más alta de la ciudad, el antiguo castillo de origen árabe, desde donde contemplar magníficas vistas.
Si dispones de tiempo, visitar la isla de Tavira, a escasa distancia de la costa de la Tavira continental, y descubrir sus playas de postal es una magnífica idea.
Carvoeiro
Aunque el encanto de esta localidad ha hecho que cada año sean más los que se acerca a disfrutar de su tranquilidad y belleza, Carvoeiro continúa siendo uno de los pueblos ‘secretos’ más bonitos del Algarve.
Conserva parte del encanto del que fuera un pequeño puerto de pescadores y su playa, protegida por los acantilados de arenisca dorad, propios de esa zona, es uno de sus principales atractivos.
Caminar, sin prisas, por sus coquetas calles salpicadas de casas encaladas, es un verdadero placer, pero no el único. A escasos 15 minutos del pueblo, se encuentran las espectaculares cuevas de Benagil y si te apetece, también puedes recorrer el paseo marítimo de Carvoeiro para contemplar los magníficos paisajes costeros y llegar hasta Algar Seco, un mirador natural donde dejarte sorprender por las caprichosas formaciones rocosas que hacen del Algarve un lugar único.
Monchique
El Algarve no se limita a los paisajes que ofrece su espectacular costa. Algunos pueblos de interior, como Monchique, sorprenden a quienes los visitan con entornos rurales y de montaña llenos de encanto. Ésta es una población donde la naturaleza cobra fuerza, ya que, se encuentra a los pies de la sierra de Monchique, un paraje ideal para la práctica del senderismo descubriendo alguna de las posibles rutas que muestran la rica y exuberante vegetación serrana.
El pueblo es un ejemplo del Portugal más tradicional, con su arquitectura típica de calles estrechas y empinadas, casas bajas encaladas o pintadas de alegres colores y, en este caso, con curiosas chimeneas que sobresalen de los tejados, esenciales para combatir los meses más fríos en la sierra. Hay que disfrutar del paseo y acercarse a ver a hermosa iglesia parroquial y así como la iglesia do Señora dos Passos.
Olhao
Olhao es un pequeño pueblo que ha logrado combinar el encanto y la autenticidad de la tradición pesquera portuguesa con el cada vez mayor desarrollo turístico.
Se encuentra cerca de Faro, la capital de la región, y no lejos de Tavira. Abierta al Parque Natural de la Ría Formosa, la localidad se divide en una zona más moderna, que crece alrededor de la avenida de la República y el antiguo barrio de pescadores, ideal para perderse y disfrutar de su aire tradicional con ese toque de nostalgia que no puede faltar en una ciudad portuguesa.
En Olhao hay que acercarse a su importante mercado, a pie de ría y repartido en dos peculiares edificios de tonos rojizos, uno de ellos dedicado, exclusivamente, a la venta y subasta de pescados y mariscos, base de la excelente gastronomía local.
Además, en el paseo entre calles adoquinadas y coquetas plazoletas, hay que hacer una parada para contemplar la original fachada de la iglesia de nuestra señora del Rosario.
Desde Olhao parten pequeños barcos que te pueden acercar a las bellas playas de las cercanas islas de Armona y Culatra.
Silves
Si quieres descubrir un pedacito de historia del Algarve portugués, incluye Silves en tu ruta por esta bella región. Esta localidad de interior, inmersa en el paisaje vegetal propio de la campiña lusa, fue capital del Algarve y de su etapa de máximo esplendor (siglos VIII – XII) quedan importantes vestigios.
Silves, a la orilla del río Arade, se extiende por una colina por cuyas faldas escala hasta lo más alto, donde se encuentra el monumental castillo, una de las fortificaciones de origen árabe mejor conservadas de Portugal. Recorrer las murallas y los patios interiores del castillo permite un viaje al pasado ofreciendo, además, magníficas vistas de este tranquilo lugar. Junto a la muralla, tienes el interesante Museo Arqueológico de la ciudad.
Merece la pena callejear por el casco antiguo y dejarse sorprender por las fachadas de las casas de una planta, algunas con los tradicionales azulejos portugueses y otras encaladas en llamativos tonos pastel. La visita a la catedral de Silves es el colofón a este paseo por el ‘viejo’ Algarve.
Sagres
Sagres se encuentra en el extremo suroeste del Algarve, muy próximo al cabo de San Vicente, el punto más occidental de la Europa continental, considerado durante siglos el lugar que marcaba ‘el fin de mundo’ conocido. Este pueblo de extensas playas, paraíso de los amantes del surf y kitesurf, se ubica en el punto considerado en la antigüedad como el ‘promontorium sacrum’, el lugar ‘sagrado’ dedicado a los dioses Hércules o Saturno.
En Sagres, hay que visitar su antigua fortaleza, cuyo momento de esplendor fue durante el siglo XV, cuando este cabo se convirtió en enclave de máxima importancia en las gestas portuguesas de la época de los Descubrimientos, siendo lugar de residencia del infante don Enrique el Navegante.
Las vistas desde la fortaleza hacia el magnífico cabo de San Vicente, con su emblemático faro al borde del acantilado, resultan inolvidables. Además, conviene recorrerla con detenimiento y no dejar de visitar la iglesia de nuestra señora de Graça que se encuentra en el interior del recinto amurallado. Playas como la de Tonel o Beliche, con la fuerza del mar y del viento como protagonistas, son también poderosos motivos para visitar este bonito pueblo del Algarve.
Cacela Velha
Son muchas las razones por las que el pequeño pueblo de Cacela Velha es un lugar que atrapa a todo el que lo descubre. Se trata de una pequeña aldea que se sitúa en lo alto de un acantilado, ofreciendo vistas extraordinarias a la ría Formosa, pero, además, es un singular conjunto histórico.
En Cancela Velha, localidad integrada en el municipio de Vila Real de Santo Antonio, próximo a España, destaca la imponente fortaleza, que se eleva sobre las casitas blancas con puertas y ventanas de marcos azules cobalto tan bonitas y alegres como típicas de la arquitectura del Algarve.
Las playas de arena dorada, el entorno natural de frondosos bosques de pinos que llegan hasta las dunas y algunos edificios monumentales, como la antigua iglesia Matriz h acen de este lugar uno de los más bellos y particulares de Portugal.
Loulé
Loulé es una pequeña ‘joya’ del Algarve, aún poco conocida, que sorprende con su casco antiguo de trazado medieval y la animación de sus calles. Es una localidad de interior, no lejos de Faro, y en ella es fácil sumergirse en la vida cotidiana portuguesa.
Hay que visitar su mercado cubierto, uno de los más importantes del sur de Portugal, donde encontrar desde alimentos de primera calidad, hasta artículos de artesanía. La ciudad ofrece también la oportunidad de conocer algo más de la historia del propio Algarve acercándote a su imponente castillo, de origen árabe y reconstruido en el siglo XIII. En su interior está el interesante Museo Municipal de Arqueología.
La iglesia Matriz, también llamada de San Clemente, los restos de la antigua muralla o la plaza donde está ayuntamiento, con su bonita torre del Reloj, son puntos que hay que incluir en la visita. Luego, solo queda dejarse llevar por el encanto de las laberínticas calles de la ciudad ‘velha’ disfrutando de los talleres de artesanía, de las casas de fachadas de azulejos, de los coquetos comercios o de los ‘melancólicos’ cafés que invitan a hacer una pausa en el recorrido.
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