¿Te parece que en Navidad hay demasiadas fiestas? Pues Rusia tiene un montón de días de fiesta navideña… en enero. La Navidad rusa tiene muchas singularidades, pero comparte con la nuestra el ambiente festivo, las reuniones familiares, las iluminaciones espectaculares y la vertiente consumista. Nos vamos a Moscú para descubrir esa Navidad extended version que enamora cada vez más a los viajeros occidentales.
La Plaza Roja de la capital rusa hasta los topes: cientos de turistas y locales disfrutan del ambiente y sacan unas fotos a la Catedral de San Basilio. El árbol de Navidad —montado generalmente a mediados de diciembre con un fantástico despliegue de medios— de unos 30 metros de altura y de 70 centímetros de diámetro, se coloca frente al Kremlin. La pista de hielo de la plaza luce en todo su esplendor y niños y mayores se lo pasan en grande patinando en ella. ¿Una Navidad como las demás? Sí… y no.
Navidad a la rusa: ‘dos’ Nocheviejas y mucha fiesta
7 de enero en España. Vuelta al trabajo. La Navidad se ha acabado. Algunos suspiran de alivio y otros, sobre todo los más pequeños de la casa, empiezan a contar los días para que los Reyes Magos de Oriente vuelvan el año que viene. A unos cuántos kilómetros al este, los rusos celebran el día de Navidad… ¿un 7 de enero?
En Rusia, las fiestas navideñas siguen el calendario juliano que tiene un desfase de 13 días con respecto al calendario gregoriano. Recordemos que el papa Gregorio XIII impulsó a finales del siglo XVI un calendario más cercano al astronómico que fue aceptado por los países europeos de forma escalonada. Por ejemplo, España fue uno de los primeros países que lo impuso, mientras que Gran Bretaña no lo aceptó hasta mediados del siglo XVIII. ¿Y Rusia?
El país euroasiático no incorporó el calendario gregoriano hasta la Revolución de 1917. Hasta ese momento, Rusia se regía por el calendario juliano que había sido ideado por Julio César. La Iglesia ortodoxa rusa se negó a aceptar el cambio: una de sus consecuencias fue que la Navidad pasaría a celebrarse el 7 de enero según el calendario gregoriano —en los primeros años de forma clandestina— siendo la noche del 6 de enero la tradicional cena de Nochebuena que algunas familias celebraban de forma íntima en sus hogares.
El peso de la fe ortodoxa en buena parte del pueblo ruso provocó que las autoridades soviéticas comenzaran a celebrar unas navidades laicas, cuya fiesta más importante —y que actualmente sigue siendo una de las preferidas de los rusos— sería el 1 de enero denominándose Novi God (Año Nuevo), de forma que actualmente se celebran dos Nocheviejas: la del calendario gregoriano impuesta en época soviética y la tradicional ortodoxa del julaino del 13 al 14 de enero. Además, en 1937 se coloca el primer árbol de Navidad en la Sala de las Columnas de la Casa de los Sindicatos de Moscú. Pero, todavía falta algo, ¿no?
Habría que esperar muchas décadas para que la Navidad rusa tuviese un Papá Noel autóctono. Inspirándose en el Señor del Invierno de la tradición eslava, nace Ded Moroz que en 2001 se institucionaliza a través de una iniciativa del alcalde de Moscú Yuri Luzhkov —que ejerció el cargo entre 1992 y 2010— siendo incluso aceptado por la Iglesia ortodoxa rusa.
A Ded Moroz se le busca compañía femenina —Snegúrochka (la Doncella de las Nieves), su nieta— y se perfila su biografía siendo su lugar de residencia Veliki Ustiug a casi 1.000 kilómetros al norte de Moscú. Y, por supuesto, se le encuentra trabajo: repartir los regalos durante la noche del Novi God, Año Nuevo ruso.
Qué ver y qué hacer en Moscú en Navidad
Con tanta fiesta, Moscú vive a lo grande la Navidad organizando todo tipo de eventos en la ciudad, desde conciertos a partidos de hockey, pasando por carreras de motos o fuegos artificiales. No obstante, los que quieran conocer la tradición ortodoxa de cerca deben acudir el 6 de enero a la ceremonia tradicional navideña que Cirilo, el Patriarca de Moscú y todas las Rusias, dirige en la Catedral del Cristo Salvador.
El servicio religioso festivo consta de la Vigilia de Toda la Noche y la liturgia que puede alargarse hasta las cinco horas. Se trata de una ceremonia de gran carga espiritual que sobrecoge incluso a los asistentes no religiosos.
Pero la Navidad, como bien sabemos, también tiene una vertiente abiertamente divertida y/o consumista. Los grandes almacenes de la ciudad se llenan de visitantes para hacer sus últimas compras navideñas. Los populares almacenes GUM, por ejemplo, instalan todo tipo de atracciones en el exterior de sus magníficos edificios, incluyendo la obligada pista de hielo. Y es que los rusos saben tres o cuatro cosas sobre patinar sobre hielo.
A lo largo de la ciudad se suceden también los mercadillos navideños y los pequeños parques de atracciones para niños en los que el tiovivo es todo un clásico. En este sentido, el céntrico parque Gorki es uno de los más frecuentados, presumiendo también de contar con una de las iluminaciones navideñas más espectaculares de Moscú.
Pero además de la Navidad, el resto de atractivos de Moscú—que son muchos— siguen ahí para que los visitantes los disfruten: el teatro Bolshói, el imponente rascacielos estalinista Las Siete Hermanas, la Moscow City con su colección de edificios de vanguardia o el maravilloso metro de Moscú son solo algunos de los lugares que los viajeros también pueden disfrutar en estas fechas. Sí, es posible que haya más gente, es posible que haga mucho frío, pero la Navidad en Moscú no es como las demás.
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