La transformación del legado industrial en patrimonio y su consecuente protección siempre ha generado cierta polémica. ¿Hasta qué punto los testimonios de la industrialización deben ser protegidos? ¿Y qué criterios han de seguirse para hacer una criba entre lo que “merece” ser protegido y lo que no?
Esta compleja relación entre legado industrial, memoria histórica y patrimonio cultural ha sido debatida intensamente en territorios como Euskadi, cuyos dos últimos siglos de historia han estado estrechamente asociados a la actividad industrial.
A continuación, hacemos un recorrido por 8 joyas del patrimonio industrial del País Vasco, un itinerario que nos permite profundizar en la singularidad de la reciente historia de esta tierra.
Boinas La Encartada (Balmaseda)
No todo fue óxido y humo en la historia industrial vasca, también se desarrollaron otros sectores como la madera, el papel, o el textil. Entrañable recuerdo de este último es la fábrica de Boinas La Encartada abierta en 1892 y dedicada a la hilatura, confección y manufactura de toda clase de géneros de lana que incluían, por supuesto, las boinas o txapelas, que serían su primera línea de negocio, aunque también fabricó viseras, mantas y pasamontañas.
Cerrada justo un siglo después de su fundación, los edificios de la fábrica han sido reaprovechados por la Diputación Foral de Bizkaia y el propio Ayuntamiento de Balmaseda para conservar este valioso testimonio del patrimonio industrial textil vasco: un museo que custodia el valioso conjunto de maquinaria que incluye una turbina eléctrica de principios del siglo XX.
Tabakalera (San Sebastián)
La Tabakalera es uno de los ejemplos de rehabilitación de un antiguo edificio industrial que, tras la intervención del proyecto “3 en Raya” de los arquitectos Jon y Naiara Montero, se convirtió desde 2015 en el Centro de Cultura Contemporánea de San Sebastián. Mantener vivo el legado industrial a través de la apertura de un centro cultural, la consigna de esta clase de rehabilitaciones que buscan un equilibrio entre el respeto por la herencia industrial y la adaptación a nuevos usos.
De cualquier forma, y pese a las críticas, la Tabakalera sigue en pie tras más de un siglo de historia. Construido al estilo de las antiguas manufacturas en torno a cuatro grandes patios, se trata de uno de los solares más grandes del área urbana de San Sebastián. En 1925 daba trabajo a más de mil personas, casi todas mujeres: aquí se fabricaron Farias, Celtas y Ducados.
Tras la privatización de la explotación del tabaco en España, su nueva propietaria Altadis cerró la fábrica en 2003 que fue comprada por varias instituciones públicas que apostaron por esta transformación en centro cultural.
Dolomitas del Norte (Karrantza)
Una nueva puesta en valor del legado industrial vasco a través del aprovechamiento de parte de un complejo industrial transformado en equipamiento cultural y museístico. En este caso nos vamos a Ambasaguas en el Valle de Karrantza para visitar los restos de la fábrica de Dolomitas del Norte que abrió sus puertas en 1947.
Dedicada a la obtención de material refractario básico para los hornos metalúrgicos de la industria vizcaína a partir del fritado de la dolomía, su ubicación se explica por la cercanía del macizo de Ranero donde se obtenía este mineral. Cesó su producción a principios de los 90, derribándose todas sus instalaciones salvo la oficina, el cuerpo que contiene la maquinaria de descarga del tranvía aéreo y la chimenea de 52 metros de altura.
Valle Salado (Añana)
Es uno de los paisajes industriales más insólitos de toda Euskadi: el angosto valle del río Muera transformado en eras de evaporación para obtener la sal, una compleja estructura escalonada de madera que tuvo su momento de esplendor a lo largo del siglo XIX y primer tercio del XX, llegándose a faenar hasta 5.500 eras de las que hoy perviven unas 800.
Pero existe constancia documental de que ya se explotaba la sal de Añana desde el siglo IX, el “oro blanco” que durante diez siglos definiría la historia de este territorio. Declarado conjunto monumental en 1984, fue objeto de un ambicioso proyecto de recuperación patrimonial convirtiéndose en la Fundación Valle Salado de Añana.
Edificio Ilgner (Barakaldo)
Nos vamos al Gran Bilbao, epicentro de la historia industrial vasca, para visitar el edificio Ilgner, inaugurado en 1927 y que sirvió durante muchos años como instalación de Altos Hornos de Vizcaya.
Construido en origen sobre un territorio pantanoso que requirió un complejo sistema de cimentación profunda a 27 metros bajo el suelo, su diseño sorprendió por su estética: una fachada en ladrillo con grandes ventanales rectangulares que se suma a su planta basilical con una nave central de 55 metros de longitud y 20 de altura.
Tras los derribos de la fábrica de Altos Hornos de Vizcaya, el edificio Ilgner vivió una cuidada restauración convirtiéndose en sede del Centro de Desarrollo Empresarial de la Margen Izquierda.
Astilleros Euskalduna (Bilbao)
A partir de 1992 comenzaron las demoliciones del astillero Euskalduna, uno de los grandes complejos de la industria naval vasca junto a la Draga Jaizkibel en Guipúzcoa. “Con el protocolo propio de un gran acto, y con cámaras de televisión, mucho público y el propio consejero apretando el botón que hizo estallar la dinamita” —como narraba un artículo de El Correo—, este masivo derribo fue el final de una compañía que arrancó en 1900 y cuya importancia económica en la zona fue fundamental durante muchas décadas.
Como recuerdo de aquella incesante actividad de reparación, construcción y carena de buques, se mantuvieron algunos elementos estructurales como los diques, la casa de bombas o la icónica grúa Carola que hoy luce como principal atractivo del Museo Marítimo de Bilbao, a un paso de San Mamés, el estadio del Athletic.
Horno Alto nº 1 (Sestao)
No dejamos el Gran Bilbao porque es visita obligada el Horno Alto nº 1 de Sestao, monumento protegido como Bien de Interés Cultural desde 1995 siendo uno de los pocos vestigios de los Altos Hornos de Vizcaya, una de las empresas más importantes de la historia industrial española.
Fundada en 1902, fue el símbolo de la dura y controvertida reconversión industrial vasca desde los años 80 cuando aún contaba con más de 10.000 trabajadores directos. En 1996 cerraba sus últimas instalaciones, siendo la mayor parte de ellas demolidas, manteniéndose un puñado de ellas, caso de este impresionante Horno Alto, como testigo de una etapa clave en la historia contemporánea vasca.
Poblado Minero La Arboleda (Valle de Trápaga)
Y finalizamos este recorrido por el inabarcable patrimonio industrial vasco en uno de sus conjuntos arquitectónicos más relevantes. Protegido oficialmente como conjunto monumental desde 2002, el Poblado Minero La Arboleda en el valle de Trápaga es un paradigmático ejemplo de barriada minera que llegó a albergar más de 3000 personas contando con diversos equipamientos como un hospital, un economato y varias escuelas.
Levantado desde 1877 a partir de un grupo de chabolas que se agrupaban cerca de un bosque, este poblado minero llegó a conocerse como la “California del hierro” por la llegada de cientos de personas de otras latitudes buscando trabajo en las explotaciones mineras de la zona. Hoy, La Arboleda es uno de los poblados mineros mejor conservados de Europa.
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