No cabe duda, Oporto es la niña bonita de Portugal. Y a encanto tampoco la ganan muchas, pues esta ciudad, que se levanta justo donde el Duero se une con el Atlántico, luce una estética desvencijada y decadente, que le confiere un aire de lo más bohemio y una personalidad única.
Sus calles están jalonadas con coquetas plazas, vetustas iglesias vestidas de azulejos y coloridas casas, que se apiñan sobre los riscos y parecen descolgarse de un momento a otro, especialmente en la zona de la Ribeira, formando un marco de lo más evocador. Entre ellas se cuelan comercios familiares, tiendas de ultramarinos tradicionales, pequeños cafés, unas pocas tiendas de diseño y un buen número de joyas arquitectónicas, siendo las protagonistas la Catedral y la torre de los Clérigos.
La Ciudad del Duero es además chispeante, relajada y amigable; tierra de excelentes vinos, de buen comer y animada fiesta. Es, tal y como la describió el ‘New York Times’, una ciudad “donde es difícil no encontrar algo que no le guste”. Oporto es Portugal en estado puro, y nosotros te la presentamos.
Visitas imprescindibles en Oporto
Casco antiguo
Catedral Sé do Porto
El casco antiguo es la mejor manera posible de adentrarse en esta encantadora ciudad portuguesa. Goza del reconocimiento de Patrimonio de la Humanidad, pues entre sus estrechas callejuelas, en las que toman el protagonismo los viejos cafés, los comercios tradicionales y las pastelerías y por las que aún circulan tranvías, se cuelan un buen número de lugares de interés y joyas arquitectónicas, siendo la gran protagonista la Catedral o Sé do Porto.
Se ubica en la parte más alta de la ciudad, en el barrio de Batalha, y, aunque aúna varios estilos arquitectónicos, la mayor parte ella es barroca. Merece la pena entrar en su interior para ver su claustro, que está cubierto de típicos azulejos blancos y azules con escenas religiosas, y la Casa do Cabildo, que guarda el Tesoro de la catedral, así como un sinfín de objetos religiosos, especialmente orfebrería.
La iglesia y la torre de los Clérigos
Es otra de las joyas de patrimonio monumental de la ciudad, que los portuenses adoran y cada vez más viajeros, pues la visitan más de medio millón al año. Se encuentra en un lugar conocido por los locales como el “cerro de los ahorcados”, ya que era el lugar de enterramiento de los ajusticiados antaño.
Al margen de esta curiosidad, lo cierto es que el valor de esta iglesia barroca estriba en la torre del mismo nombre que la jalona, que es la más alta del país con 76 metros de altura. Así que si subes los más de 200 escalones que integran la estrecha escalera de caracol que llega a lo alto, tendrás el privilegio de contemplar una panorámica en 360º de Oporto, dominada por los tejados apiñados, el Duero y las bodegas.
Librería Lello e Irmão
En la rua das Carmelitas se encuentra esta librería, que carga a sus espaldas más de un siglo de historia. Su interior es un auténtico despliegue de arte neogótico portuense, donde los techos labrados, las formas geométricas, la riqueza ornamental y sus grandes escaleras toman el protagonismo, formando un conjunto que constituye toda una oda al romanticismo.
Tanto es así que sirvió de inspiración a la escritora de ‘Harry Potter’, J.K. Rowling, quien la describe en sus libros bajo la denominación de Florish & Blotts. Pero sentimos deciros que no sirvió de escenario de ninguna escena de la saga, tal y como muchos piensan.
Estación São Bento
A priori, parece una estación de tren convencional. Pero si entras, aunque no tengas intención de tomar ningún tren, rápidamente te darás cuenta que no es así. Y es que el hall es una auténtica obra de arte, por cuanto está revestido con más de 20.000 azulejos blancos y azules. Son obra de Jorge Colaço, y reflejan los capítulos más importantes de la historia de Portugal, como la conquista de Ceuta, lo que la convierten en una de las más bonitas de Portugal. Una vez concluida la visita, conviene acercarse a la plaza de la Libertad, que constituye el centro del Oporto moderno.
Palacio de la Bolsa
Ubicado en el corazón histórico de la ciudad, este edificio neoclásico, goza del reconocimiento de Patrimonio de la Humanidad. No en vano, atesora una riquísima ornamentación y objetos de valor en las distintas salas que lo conforman. Las más destacadas son el Patio de las Naciones, que está decorado con los escudos que representan a los países que han tenido algún tipo de relación con el país, entre los que se incluyen, por supuesto, el de España, que está justo en frente del portugués.
También conviene echar un vistazo a las salas que hay en la segunda planta, a la que se sube por una maravillosa escalera de mármol y granito. Aunque cada una tiene su atractivo, destacan la Sala Árabe, que muestra una decoración muy familiar para el viajero español, por cuanto se inspira en el estilo morisco de la Alhambra de Granada; la Sala de Tribunal, que destaca por su estilo renacentista; o la Sala Dorada, que debe su nombre al revestimiento de pan de oro que luce la techumbre.
Capilla de las Almas
Como el resto de ciudades portuguesas, Oporto está muy bien servida de iglesias. Ahora bien, pocas pueden presumir de tener el encanto y la belleza que muestra la capilla de las Almas, ubicada muy cerca del mercado de Bolhão. Su valor reside en su exterior, pues está cubierto por unos 16.000 azulejos blancos y azules, que muestran diferentes escenas religiosas de la vida de San Francisco de Asís y Santa Catalina, constituyendo todo un icono a la iconografía religiosa.
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WOW Porto
En 2020 abrió un nuevo espacio cultural y de ocio que se ha convertido en muy poco tiempo en una visita imprescindible. Se trata de un nuevo distrito cultural que comprende un conjunto de museos y establecimientos de restauración que aprovechan los edificios de unas antiguas bodegas de vino. En total incluye seis museos, entre los que destaca el dedicado al mundo del vino, nueve restaurantes, múltiples tiendas, un espacio para exhibiciones, una sala para eventos y, además, una escuela de vino.
El WOW más que un museo, es un barrio entero lleno de nuevos y buenos motivos para visitar con una terraza que nos permitirá disfrutar de uno de los atardeceres más bonitos en la ciudad.
Iglesia de San Francisco
Este templo religioso se encuentra al lado del Palacio de la Bolsa, y ostenta dos honores: ser uno de los más antiguos de la ciudad y uno de los más sorpresivos. Su exterior es sencillo y discreto, lo que contrasta con la suntuosidad de su interior barroco, donde los impresionantes retablos y la profusión decorativa toma el protagonismo absoluto en las distintas naves que la integran. Además, está recubiertas con más de 300 kg de polvo de oro y decorada con tallas, que son toda una oda a la ostentación. Tanto es así que, durante unos años, permaneció cerrada al público al considerar que era un alarde de riqueza en un momento que la población no disponía de muchos recursos.
Una vez dentro, conviene buscar el ‘Árbol de Jesé‘, un conjunto escultórico de madera que destaca por sus dimensiones, belleza y complejidad. En el subsuelo guarda una sorpresa: las catacumbas, donde se hallan enterrados muchos miembros de la orden del los franciscanos, y un osario, cuyo interior es visible gracias al suelo de cristal.
Palacio Episcopal
Ubicado en las proximidades de la Catedral, fue, como su nombre invita a pensar, la antigua residencia de los obispos de la ciudad. Es uno de los embajadores de excepción de los estilos rococó y barroco, que hacen de él un conjunto típicamente portugués. La gran escalinata y la Habitación Roja, donde tenían lugar las investiduras de los obispos, son todo un homenaje a la suntuosidad y la belleza.
La Ribeira
Este barrio, declarado Patrimonio de la Humanidad, discurre a orillas del río Duero, y recoge la esencia más auténtica de la ciudad. Está dominado por casas de colores con aspecto decadente, que penden de los riscos y miran tan de cerca al río que parecen precipitarse en cualquier momento a él.
Bajo las mismas, en la plaza del mismo nombre, se ubican un sinfín de restaurantes, donde sirven ricas sardinas asadas, y bares, que se perfilan una excelente opción practicar el arte de ‘petiscar’ -el tapeo portugués- y, además, contemplar el trajín de las embarcaciones que surcan el Duero, los ‘rabelos’ -antiguas embarcaciones- atracados, el popular puente Don Luis I, así como los muchos puestos de artesanía que se instalan diariamente.
Vila Nova de Gaia
Oporto no sería la que es sin sus bodegas, cuya visita se ha convertido en uno de los atractivos estrella entre los viajeros. Se ubican en Vila Nova de Gaia, justo en frente de la Ribeira, a la que recomendamos ir paseando para disfrutar del esplendor y la esencia atlántica de Oporto. Una vez allí, elige una (cualquiera, pues aquí se encuentran las más afamadas) y visítala.
Además de ver cómo se elabora este vino con personalidad, fruto de la adición de aguardiente antes de la conclusión de la fermentación, tendrás la oportunidad de saborearlo o llevarte la variedad que más te guste en sus tiendas.
Mercado de Bolhão
Visitarlo es imprescindible si queremos adentrarnos en la vida cotidiana de los portuenses y el bullir de la ciudad o comprar productos locales frescos. Abrió sus puertas en 1914, y ocupa el interior de un enorme edificio neoclásico, cuyo interior acapara la atención del visitante por su aspecto decadente y desvencijado, que le dan un encantador ambiente nostálgico. Tiene dos pisos, que se organizan en torno a un gran patio central, repleto de puestos de todos los tipos: carnes, encurtidos, pescados, especialmente bacalao, pasteles, flores… En definitiva, un lugar auténtico, exento tópicos y donde la sencillez cotidiana manda.
Café Majestic
Ubicado se la rua Santa Catarina, la principal arteria comercial de la ciudad, es un icono del Oporto de los años 20, de la Belle Époque, por lo que constituye una cita con su historia pretérita. Su exterior es el mejor ejemplo de la arquitectura art nouveau en la ciudad. Por su parte, el interior destaca por su opulenta decoración, en la que la sencillez no ha lugar. Además, ha acogido tertulias, charlas y reuniones de relevantes personajes literarios y del mundo de la cultura lusa. Así que tomar un café o una franceshina (hay quien dice que aquí hacen las mejores de la ciudad) es más que recomendable para quienes quieran adentrarse en el Oporto más cultural y bohemio.
Casa de la Música
Esta sala de conciertos es, sin duda, el máximo representante de la arquitectura moderna de Oporto. Fue diseñada por el arquitecto Rem Koolhaa, y es todo un prodigio arquitectónico por el sorprendente estilo vanguardista que luce su exterior, que es una estructura invertida, cuya forma recuerda a un diamante. Este diseño no es casualidad, sino que responde a la intención de su autor de facilitar y amortiguar las ondas acústicas para lograr la perfecta sonoridad de los conciertos que allí tienen lugar. En su interior hay, además del auditorio, un restaurante que regala bonitas vistas a la ciudad.
Puente Don Luis I
El paso del Duero por Oporto ha conllevado la construcción de numerosos puentes para unir los distintos puntos de la ciudad, que le han valido el calificativo de “ciudad de los puentes”. Sin duda, uno de los más emblemáticos es Don Luis I, que une Oporto con Vila Nova de Gaia.
Luce un diseño de hierro que recuerda bastante a la torre Eiffel, lo cual no extraña si tenemos en cuenta que fue diseñado por un discípulo de Gustave Eiffel, artífice de dicha torre. Desde lo alto se pueden disfrutar de unas vistas únicas, especialmente al atardecer. Así que ‘instagramers’ y amantes de las panorámicas preciosas no dejéis de visitarlo.
Museo Soares dos Reis
Es el museo público más vetusto de Portugal y, además, ocupa el interior del palacio también más antiguo del país, Carrancas. Pero sus méritos no acaban en las mencionados. Atesora una prolífica colección con más de 13.000 piezas y obras de arte de artistas nacionales de los siglos XIX y XX. Sin duda, una cita con la historia artística de Portugal.
Museo Romántico
En esta antigua casa burguesa, inserta en el interior de los Jardines del Palacio de Cristal, pasó sus últimos días el rey Carlos Alberto de Cerdeña después de perder el trono. Para honrar su memoria, se reconvirtió en un museo. En él se pueden ver diversas estancias que conservan los muebles originales y algunos objetos personales. Es, sin lugar a dudas, un encuentro de lo más interesante con la historia de la ciudad. Además, puedes compaginarlo con un paseo por los jardines del Palacio de Cristal, desde donde tendrás una panorámica maravillosa al Duero y la ribera.
Dónde alojarse y alojamientos recomendables
Oporto es la segunda ciudad más importante de Portugal, lo que puede llevarnos a pensar que los precios de los alojamientos son elevados. Sin embargo, no es así. Como en el resto del país, el costo es muy compatible con todos los bolsillos. La mayoría de la oferta hotelera se concentra en el centro histórico, es decir, Baixa.
Aunque te costará un poquito más que en otros barrios portuenses, es lo más cómodo y funcional. Estarás muy próximo de los lugares más solicitados, como la torre de los Clérigos, la biblioteca Lello e Irmão o la catedral, y de la zona comercial, especialmente la rua Santa Catarina, la plaza de la Libertad o el mercado de Bolhão.
Si quieres tener cerca el Duero, estar en una zona animada o buscas juerga nocturna, te sugerimos buscar alojamiento en la Ribeira. Eso sí, no hay tantos hoteles como en el centro. Por contra, aglutina una generosa oferta de apartamentos turísticos, que se perfilan una opción de lo más interesante y económica para quienes viajan en grupo o familia.
También puedes buscar en la otra ribera del río, en Vila Nova de Gaia. Aunque está más lejos del casco histórico, estarás a un paso de las principales bodegas y de la zona más animada.
Para ahorrar unos euros, conviene buscar en la zona de Paranhos, al norte de la ciudad. Está más distante del centro, una media hora en coche, pero es muy barata.
Tarjetas de transporte y tarjetas turísticas
Las pequeñas dimensiones de Oporto no reclaman demasiado uso del transporte público, pero sí el carácter empinado de sus calles en algunas partes, sobre todo para los que tienen dificultades de movilidad o simplemente no tienen ganas de afrontar los desniveles. Así, si vas a hacer un uso continuado del transporte público, conviene considerar comprar la tarjeta Andante. Es recargable y da acceso ilimitado a la red de transporte público, salvo los tranvías, durante un tiempo determinado.
Aunque hay varias, las más interesantes para el viajero son la de 24 horas y Andante Tour. La primera tiene, como su nombre indica, una validez de 24 horas consecutivas desde el momento en que se activa. No obstante, puedes añadirle más horas, siempre en bloques de 24, que aparecen bajo la denominación de “títulos” en las máquinas expendedoras. El precio de la misma está en función de las zonas por las que te muevas.
Por su parte, Andante Tour ofrece la posibilidad de usar ilimitadamente toda la red de transporte público durante 24 o 72 horas. No es recargable y, a diferencia de la de 24 horas que exige seleccionar las zonas por las que nos vamos mover, permite la movilidad por todas. Eso sí, únicamente es válida para una persona, por lo que no se puede compartir.
Si, además de descuentos en el transporte público, quieres beneficiarte de precios especiales en la entrada a los museos y atracciones turísticas, puedes valorar la posibilidad de comprar Porto Card. Hay dos modalidades: azul y blanca. La primera incluye acceso ilimitado al bus, tren y bus, entrada gratis a varios museos, entre los que se encuentran la Casa do Infante o el Romántico, y descuentos en la entrada a muchos monumentos de interés, como, por ejemplo, la torre de los Clérigos o la iglesia de San Francisco, y algunas bodegas.
Por su parte, la blanca no incluye el transporte, pero sí el resto de los descuentos y promociones mencionadas. Si quieres más información o tienes dudas, lo recomendable es que consultes en la web oficial, donde además puedes comprar la que quieras.
Cómo moverse por Oporto
Oporto es una ciudad relativamente pequeña, por lo que puedes moverte caminando sin mayor problema. Eso sí, muchas partes de su callejero son empinadas, especialmente el trayecto desde la Ribeira al centro, por lo que quizás quieras hacer uso del transporte público.
Lo más útil y cómodo es el metro, que está formado por seis líneas que cruzan la ciudad de norte a sur, desde el centro hasta otras partes más alejadas como Vila Nova de Gaia. Las más útiles para el viajero son la A (azul), B (roja), C (verde) y E (violeta), que tienen conexión con la Estación de Trindade, la más importante de la ciudad y la única que conecta con la línea D. El costo el billete está en función del número de zonas por las que pases.
Otra opción es el autobús, que es especialmente útil para desplazarse por la noche o llegar a barrios alejados del centro, especialmente Vila Nova de Gaia, ya que las líneas 900, 901 y 906 tienen parada justo en la zona de las bodegas. Desde la Estación de Trindade parten la mayoría, y tienen un horario de funcionamiento que se extiende desde las 06:00 de la mañana hasta la 01:00 de la madrugada.
También puedes recurrir al tranvía, que aún tiene en funcionamiento tres líneas. Aunque hoy es más un atractivo turístico que un medio de transporte, conviene tenerlo en cuenta si queremos desplazarnos por el centro de la ciudad disfrutando de bonitas vistas. La 1, la 18 y la 22 son las que hacen el trayecto por el corazón urbano.
El funicular dos Guindais une el barrio de Batalha, en la parte alta de la ciudad, con la Ribeira, de la que está separada por un desnivel de 70 metros. Por lo tanto, es una excelente opción para llegar a la orilla del Duero o viceversa sin tener que hacer frente a la gran pendiente del terreno. Además, es rápido y económico, pues cuesta menos de 3 €.
Excursiones de un día desde Oporto
Aunque Oporto tiene atractivos que entretienen unos cuantos días, lo cierto es que sus alrededores también esconden algunos rincones que merecen una visita. Estas son algunas ideas.
Guimarães
En poco más de una hora en coche se llega a esta pequeña y coqueta ciudad medieval. Tiene una gran importancia histórica, por cuanto aquí nació el primer rey de Portugal, Alfonso Henríquez, en el siglo XII, lo que le han el calificativo de la “cuna de Portugal”. Guimarães está presidida por un bonito castillo medieval, construido para proteger a la población de los ataques normandos y árabes, e integrada por un precioso casco antiguo, en cuyas estrechas y calmadas calles toman el protagonismo las casas señoriales, otras muy antiguas con balaustradas de madera, las torres, los claustros, los arcos y un buen catálogo de construcciones.
Especialmente importantes son la colegiata de Nuestra Señora de Oliveira, jalonada por una bonita torre manuelina, el palacio de los Duques de Braganza, que luce una arquitectura señorial francesa, o el padrón del Salado, que conmemora la batalla que le da nombre, la cual supuso la derrota de las tropas islámicas.
Otro de los grandes atractivos de la ciudad portuguesa es el parque de la Penha, que se extiende en el punto más alto de la ciudad, y al que recomendamos llegar en el teleférico, ya que las vistas son impresionantes. Alberga el santuario del mismo nombre, que luce una modernísima arquitectura que contrasta con el barroco que muestran el resto de las construcciones de la ciudad. Además, está rodeado por un bosque, entre el que discurren diversas áreas de recreo y senderos, ideales para hacer rutas durante el buen tiempo.
Y si eres un amante de los dulces, no puedes estar en mejor lugar. Aquí cobran un gran protagonismo los pasteles conventuales, que se comercializan en el sinfín de pastelerías (cada pocos pasos hay una) que hay diseminadas en su callejero. Las especialidades son muchas, pero las más tradicionales son las tortas de Guimarães y los tocinos de cielo o toucinhos do ceu.
Braga
En torno a una hora se tarda en llegar a esta ciudad, que ostenta el honor de ser la tercera más importante de país, aunque su ambiente dista mucho del que muestran las grandes urbes al ser tranquilo y reposado. Además, está considerada la capital religiosa de Portugal, pues fue ciudad arzobispos y, además, atesora 49 iglesias. Tanto es así que un viejo dicho luso dice que mientras “Coimbra estudia, Lisboa se divierte y Oporto trabaja, Braga reza”.
Aunque la joya del patrimonio eclesiástico es el santuario de Bom Jesús, que se levanta a las afueras de la ciudad, en lo alto del monte Espinho. El atractivo de este templo, de color blanco e impoluto estilo necoclásico, reside en la enorme escalinata que lo preside, compuesta por más de 5.000 escalones. Están repartidos en 14 estaciones, que representan imágenes y acontecimientos de la pasión de Jesús, que lo han hecho valedor del reconocimiento de Patrimonio de la Humanidad. Aunque se puede llegar en coche, lo ideal es hacerlo en el funicular, que es el más antiguo de la Península Ibérica.
Braga también atesora un vasto patrimonio monumental, cuya máxima representante es la catedral de Santa María, que es la más antigua de Portugal. También gozan de gran popularidad el palacio de los Arzobispos, el santuario de Sameiro, la casa do Raio, la capilla de San Fructuoso de Montélios o el Arco de Porta Nova. En museos tampoco anda escasa, siendo especialmente recomendados el de la Imágen y Nogueira da Silva, consagrado al arte portugués.
Si tu escapada coincide con Nochebuena, tendrás la oportunidad de vivir una de las tradiciones locales más insólitas. Consiste en reunirse, entre las cuatro y las ocho de la tarde, en la Casa de las Bananas, ubicada en la rua do Souto, para comer plátanos y brindar con una copa de moscatel por las fiestas. Una cita muy extendida, que cada año congrega a más bracarenses ávidos de celebración.
Aveiro
Se ubica a unos 75 km de Oporto, protegida del Atlántico por un bonito campo de dunas. Su encanto estriba en que está surcada por canales, por los que navegan embarcaciones locales o ‘moliceiros’, jalonados, a un lado y a otro, de construcciones de art nouveau, edificios modernistas y casitas de colores, que le dan mucho encanto y la han hecho valedora del apelativo de la “Venecia de Portugal”. Aunque, siendo justos y razonables, a la auténtica a encanto y belleza no la gana nadie.
Pero este rincón portugués no necesita comparaciones, pues se vale por sí mismo para atrapar al viajero. Además de los canales que la recorren, por los que te recomendamos navegar, también tiene un maravilloso casco antiguo repleto de construcciones vestidas de azulejos, que nos recuerdan que estamos en Portugal. Las más destacadas son la capilla de São Gonçalinho, la iglesia da Vera Cruz o la catedral Sé Aveiro.
Tampoco desmerece el barrio de pescadores Beira Mar, que está partido en dos por el canal, salpicado de casas de pescadores con fachadas muy coloridas y cruzado por bonitos puentes, entre ellos el más antiguo de la ciudad, al que los locales llaman “puente de los enamorados”. Terminan de conformar su atractivo el mercado do Peixe, donde puedes probar platos de bacalao y sardinas de lo más deliciosos, y sus numerosos restaurantes de pescado fresco.
El entorno que rodea Aveiro constituye un atractivo añadido. Si te sobra tiempo, conviene acercarse hasta la Marinha da Troncalhada, las salinas naturales de la ciudad. Tendrás la posibilidad de ver el proceso de extracción de la sal con las mismas herramientas de madera que se usaban antaño y, además, avistar numerosas aves, especialmente flamencos, flamencos o garcetas.
Coímbra
Coímbra, ubicada a poco más de una hora de Oporto y partida en dos por el río Mondego, ostenta unos cuantos méritos: fue la Aeminium de los romanos y capital de Portugal, atesora la universidad más vetusta de Portugal, sus edificios gozan del reconocimiento de Patrimonio de la Humanidad y tiene dos catedrales, Sé Velha, la catedral Vieja, y la catedral nueva, que data del siglo XVI.
Con semejante carta de presentación, se tiene ganada una visita, sin duda. Y conviene comenzar, como no podía ser de otra forma, por las construcciones universitarias. Son especialmente destacadas la torre de la Universidad, conocida popularmente como la “cabra”, el patio das Escolas, la capilla de San Miguel y la Biblioteca Juanina, que guarda más de 250.000 ejemplares en estanterías cubiertas de pan de oro. Podemos continuar la ruta en el monasterio de Santa Cruz y, desde ahí, dirigirnos hacia la plaza del Comercio, que regala maravillosas vistas al río.
Qué comer en Oporto
Como en el resto de Portugal, en Oporto se come bien y barato. Su gastronomía es sumamente prolífica y de las pocas que puede presumir de aunar los sabores típicos de muchas otras regiones lusas. Así, uno de los grandes protagonistas es el bacalao, que cocinan de cientos de formas. Tanto es así que los portuenses presumen de tener una receta para cada día del año. No obstante, las más tradicionales es à Gomes de Sá, guisado en cazuela de barro con aceitunas negras, patatas, huevos y cebolla, y à bras, con huevo revuelto, patatas paja y aceitunas negras.
También ocupan un hueco destacado en su gastronomía las tripas à moda, que son callos cocinados con judías, el caldo verde, una sopa de col y otras hortalizas, y la francesinha, un contundente sándwich de pan de molde, apto para estómagos valientes, relleno de una suerte de embutidos, filete de ternera o cerdo, jamón cocido y chipolata. Ademas, se cubre con queso gratinado y huevo y se baña con una salsa ligeramente picante. Como mejor saben cualquiera de estas especialidades es acompañadas con un vino de Oporto, que para eso estamos en la cuna del mismo.
En el terreno dulce, el recetario portuense no se queda nada escaso. Pero las más tradicionales, las que debes probar para regresar con la sensación de haber degustado su lado más dulce, son los pastéis de Belém, los bolos de arroz, las queijadas, el bolo de bolachas y las tortas de azeitão.
A la hora de saborearlas, la Ribeira y Vila Nova de Gaia se perfilan opciones excelentes, ya que disponen de una generosa oferta de restaurantes. Para adentrarse en los sabores portuenses más tradicionales y auténticos, lo ideal es reservar en Flor dos Congregados (Tv. dos Congregados 11). Además de ser el restaurante más vetusto de la ciudad, cocina el caldo verde y el bacalao à bras como pocos.
En el caso de las francesinhas, hay quien dice que las mejores las sirven en el Café Majestic. No obstante, también las hacen muy bien y más baratas en Café Santiago (rua Passos Manuelen el número, 226), cuya receta ha sido premiada hace unos años, y Golfinho (rua de Sá de Noronha, 137), que es menos turístico y, por lo tanto, más auténtico.
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