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Si te apasiona la fotografía, seguro que te gustan los lugares al aire libre que esconden rincones en los que la naturaleza campa a sus anchas e incluso se apodera de sitios abandonados, con la maleza entre las ruinas. Hablamos de esos rincones en los que todo el conjunto contribuye a crear imágenes que pueden ser sugerentes, bellas, evocadoras, desoladoras o inquietantes según como usemos nuestro objetivo.

Uno de los destinos más especiales en Europa para ello es el que te presentamos hoy. Se trata de Pripyat, un paraíso natural para los viajeros amantes de la fotografía, a varios kilómetros de Chernóbil, en el que ondea la bandera ucraniana. Toma nota de este destino para cuando pueda visitarse el país y el viaje sea viable.

Reservas naturales

Río Pripyat
Río Pripyat/Foto: Unsplash

El río Pripyat es uno de los afluentes principales del Dniéper. A través de sus 710 kilómetros de recorrido, el Pripyat cruza los países de Bielorrusia y Ucrania. El valle que atraviesa conforma uno de los humedales de mayor tamaño de Europa, conocidos como las marismas o pantanos de Pripyat, a ambos márgenes del río. Pero en la región también son numerosos los bosques, teniendo en cuenta que alberga dos espacios naturales únicos: el Parque Nacional Pripyat o Pripyatski, ubicado entre Turav y Petrikav, y la Reserva Radioecológica, que concentra la zona que alberga más nivel de contaminación tras la catástrofe de Chernóbil, en territorio bielorruso.

De hecho, si por algo suele ser conocido el río Pripyat es por cruzar la zona de exclusión de la antigua central nuclear de Chernóbil, así como la ciudad abandonada de Pripyat (Ucrania). Esta llegó a tener una población de 50.000 habitantes y fue evacuada tras el desastre de la central, cuando se produjo el accidente de Chernóbil durante el 26 de abril de 1986.

Se instauró entonces la denominada Zona de Exclusión, en la que estuvo terminantemente prohibido el acceso. Sin embargo, cuando los niveles de radiación descendieron, a partir del 2010, las autoridades ucranianas permitieron la visita a Chernóbil, organizando excursiones de un día que, en su mayoría, partían desde Kiev, siguiendo las medidas de seguridad establecidas.

A día de hoy, el río sigue contaminado, pero la reserva natural en la que se han convertido los terrenos de la antigua central y los restos de la ciudad de Pripyat constituyen todo un atractivo para los fotógrafos, que tras más de tres décadas después desde el desastre, no han dejado de plasmar en sus imágenes cómo la naturaleza recupera lo que es suyo.

Reserva natural en Chernóbil

Prypiat
Pripyat/Foto: Unsplash

La Zona de Exclusión de la central nuclear, que se convirtió en todo un atractivo turístico en Ucrania, comenzó a recuperarse de tal modo décadas después que, en el año 2015, investigadores británicos publicaron un estudio en el que detallaban que entonces había más fauna en el entorno que antes del desastre.

Las especies de mamíferos que, desde entonces, habitan el área son algunas como lobos, venados, alces, osos, jabalíes y zorros, además de otras más difíciles de ver, como el lince europeo y el caballo de Przewalski. Desde el mes de diciembre de 2018 hasta antes de que estallara la guerra de Ucrania, en el lado bielorruso de la Zona de Exclusión, la asociación APB-Birdlife Belarus organizaba tours ecológicos para conocer la Reserva Radioecológica acompañados de un guía. Las ganancias obtenidas se invertían en la recuperación del entorno natural.

Qué ver en la ciudad de Pripyat

Noria
Noria en Pripyat/Foto: Unsplash

Tras su evacuación, la ciudad de Pripyat se convirtió en una localidad fantasma. Quienes la han visitado, suelen comenzar el recorrido en el centro de la ciudad, por donde discurrían grandes avenidas que ahora están pobladas de árboles. Entre todo tipo de edificios, en la ruta se cruzaban los restos del Palacio de la Cultura Energetik y un parque de atracciones que nunca fue inaugurado, puesto que su apertura estaba prevista para el día 1 de mayo de 1986. Su noria es una de las más fotografiadas por aquellos que han llegado hasta allí.

Pero también se convierten en protagonistas los edificios perdidos en medio de esta ciudad abandonada que, en realidad, a efectos prácticos es un bosque y en la que los animales salvajes cruzan sus calles, colonizando los rincones que, en un tiempo, ocuparon los seres humanos. Sin duda, uno de esos sitios únicos en el mundo que siempre resultan de lo más atractivos para los viajeros aficionados a la fotografía.