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Los pueblos prerromanos que poblaron la península ibérica siempre han despertado el interés de los historiadores que se han enfrentado a la escasez de fuentes para dibujar su perfil con precisión. Es por ello que la idiosincrasia de estos pueblos todavía permanece en penumbra… suscitando aún más fascinación.

Uno de estos pueblos que destacan durante los siglos previos a la llegada de los romanos a la península ibérica son los vetones, un grupo de pobladores vinculados después a la cultura celta que se asentaron en torno el Sistema Central, en las actuales provincias de Ávila, Salamanca y norte de Cáceres, durante el primer milenio a.C. A continuación, repasamos su historia y proponemos una ruta para desvelar su singular carácter.

¿Quiénes fueron los vetones?

¿Quiénes fueron los vetones?
¿Quiénes fueron los vetones? Fuente: Blog Apasionados del Imperio Romano de Xavier Valderas

Las dos últimas décadas han sido muy prolíficas en el estudio de varios pueblos prerromanos como es el caso de los vetones, lo que nos proporciona un nuevo enfoque para estudiar su identidad cultural. Su demarcación territorial abarcaría un extenso territorio a ambos lados del Sistema Central, incluyendo buena parte de las actuales provincias de Ávila y Salamanca, además de la zona norte de la provincia de Cáceres.

Además de tener contactos con otras civilizaciones peninsulares caso de Tartessos, sus principales influencias vinieron de sus vecinos: limitaban al norte con vacceos y astures, con célticos y túrdulos al sur, con oretanos y carpetanos al este y con los lusitanos al oeste, pueblo este último con el que compartirá muchos lazos culturales, especialmente tras la invasión y conquista romana: desde tiempos de Augusto, el primer emperador, Vettonia queda integrada en la provincia Hispania Ulterior Lusitana.

Pero este es uno de los problemas a los que se enfrentan los historiadores a la hora de perfilar el carácter singular de este pueblo prerromano: las fuentes son tardías y externas, como el griego Estrabón y el romano Plinio.

¿Quiénes fueron los vetones?
Toros de Guisando en Ávila. Fuente: Pixabay

Así, para historiadores como Eduardo Sánchez-Moreno, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, este es un caso de pars pro toto —tomar la parte por el todo—: nombrar un amplio territorio a partir de la extensión del nombre de una tribu que lo puebla.

No obstante, además de las fuentes escritas, tenemos la arqueología, la cual sí parece dibujar una cierta uniformidad en la configuración de los pueblos que vivían en torno al Sistema Central en el primer milenio a.C. Así, el propio Sánchez-Moreno cita los estilos cerámicos, los recipientes de bronce y los verracos como los elementos que mejor caracterizan la identidad de los vetones.

La singularidad de estos últimos ha servido para aumentar la fascinación por desentrañar los misterios de este pueblo. Los verracos son esculturas de toros, cerdos y jabalíes que se hallan esparcidas por buena parte del territorio de la antigua Vettonia.

¿Quiénes fueron los vetones?
Ilustración de un grupo de vetones ante un verraco. Fuente: Blog Apasionados del Imperio Romano de Xavier Valderas

Su función ha despertado enconados debates entre los historiadores, pero su aspecto y significación debió variar con el tiempo adaptándose a los cambios en la mentalidad y el modo de vida de los vetones.

En este sentido, no cabe duda de que en buena parte de los casos tuvieron función de marca territorial, como icono de identidad espacial de un pueblo sobre un territorio, además de un carácter apotropaico: los verracos tendrían un carácter mágico alejando el mal del territorio en el que se ubicaban.

Teniendo en cuenta que se ha señalado al pueblo vetón como guerrero y pastoril, con gran peso de la ganadería tanto en su economía como en su estratificación social, para Sánchez-Moreno los verracos serían una de las mejores expresiones del poder de las élites vetonas dueñas de pastos y rebaños, traduciendo inicialmente el poder de los jerarcas familiares para terminar convirtiéndose en emblemas de grupo y comunidades.

Una ruta para descubrir a los vetones

Castros, oppida —pueblos altos amurallados—, necrópolis, verracos y otras fuentes arqueológicas nos permiten elaborar varias rutas para desentrañar la historia de los vetones. Nosotros optaremos por dividir esta ruta en tres fases, a lo largo de las tres provincias más asociadas a la cultura vetona: Ávila, Salamanca y Cáceres.

Los vetones en Ávila

¿Quiénes fueron los vetones?
Altar de los sacrificios en el castro de Ulaca. Fuente: Wikipedia

Cuando en 1999 se encontró un verraco de piedra en plena muralla de Ávila durante unas excavaciones arqueológicas en la Puerta de San Vicente, pronto se asoció a la cultura vetona que tanto desarrollo tuvo en el territorio abulense en el primer milenio a.C. tal y como muestran las fuentes. Ocho años más tarde, un nuevo verraco aparecía en la torre sur de la misma puerta.

Y es que Ávila fue territorio vetón durante muchos siglos tal y como muestran los numerosos castros de la provincia. Es el caso del castro de las Cogotas, ubicado a apenas 20 minutos al norte de la capital provincial, pasando el embalse. Ubicado en un cerro y fortificado, deparó una secuencia estratigráfica que permitió conocer la cultura vetona más arcaica, la del Bronce Final, previa al periodo colonial, en torno al 1200 a.C.

¿Quiénes fueron los vetones?
Castro de Mesa de Miranda. Fuente: Wikipedia

A casi 40 kilómetros al oeste, visitamos el castro de la Mesa de Miranda en Chamartín, fechado en la Segunda Edad del Hierro en torno al 500 a.C. y que fue abandonado con la conquista romana: destaca su muralla que engloba tres recintos defensivos con 3 kilómetros de longitud, además de una necrópolis de más de 2000 tumbas.

A media hora al suroeste de Ávila, alcanzamos el castro de Ulaca que destaca por su impresionante altar de los sacrificios definido así por los historiadores por su similitud con otras construcciones como el santuario portugués de Panoias.

Y nuestra última parada descubriendo la cultura vetona en Ávila es el castro de El Raso, a un paso de la frontera con Cáceres. Son varios recintos amurallados datados entre el siglo III y I a.C.: se dice que llegó a ser la fortificación más importante del valle del Tiétar con unos 3000 habitantes.

Los vetones en Cáceres

¿Quiénes fueron los vetones?
Castro de Villasviejas de Tamuja. Fuente: Wikipedia

Según se extrae de las fuentes arqueológicas, los vetones ocuparon buena parte del norte de Cáceres, incluyendo el Valle del Ambroz, las Tierras de Granadilla, la zona de la Vera y de Campo Arañuelo.

Yacimientos como el de El Cardenillo, el asentamiento más oriental de la provincia de Cáceres, está a muy poca distancia de su vecino castro de El Raso ofreciendo gran cantidad de restos cerámicos a los arqueólogos. En Pajares, en el término municipal de Villanueva de la Vera, se ha excavado la conocida como necrópolis I de Pajares con 10 enterramientos de cremación en urnas y un ajuar funerario.

Pero para conocer uno de los castros mejor conservados de la provincia de Cáceres hay que irse 150 kilómetros más al suroeste y visitar Villasviejas del Tamuja en el término municipal de Botija donde se ha identificado la ciudad vetona de Tamusia que habría sido habitada entre el 400 y el siglo I a.C.: viviendas y murallas pueden distinguirse en un yacimiento que sigue estudiándose en la actualidad, y que pudo albergar, según los últimos estudios, un oppidum de época romana.

Los vetones en Salamanca

¿Quiénes fueron los vetones?
Castro de Las Merchanas. Fuente: Wikipedia

Regresamos al norte para terminar nuestra ruta descubriendo la cultura vetona en Salamanca, territorio de amplia influencia de este pueblo durante los siglos previos a la romanización.

El castro de Las Merchanas, a 8 kilómetros al nordeste de Lumbrales, se encuentra resguardado de manera natural en un meandro del río Camaces ocupando una extensión de 8.5 hectáreas. Los paneles explicativos facilitan la compresión de este castro que se puede completar con la visita al Centro de Recepción de Visitantes del Territorio Vetón en Lumbrales donde también se hallan dos verracos, uno de ellos procedente del propio castro de Las Merchanas.

A 20 minutos al norte de Las Merchanas, visitamos el castro de El Castillo de Saldeana, en el margen derecho del río Huebra, en un espigón natural flanqueado por barrancos graníticos: una defensa natural habitual en los castros vetones y en los de otros pueblos prerromanos. Datado en torno al siglo V a.C., se han reconstruido varios lienzos de la muralla que incluyen grabados geométricos.

Y a media hora al este de Saldeana llegamos al castro de Yecla La Vieja, nuestra última parada. La visita a este bien conservado yacimiento se completa con el aula arqueológica del vecino pueblo de Yecla de Yeltes que ofrece información sobre el castro y sus grandes hallazgos: estelas, tumbas, cabezas en piedra, petroglifos de caballos y un verraco en un gran estado de conservación.