El barrio de Santa Catalina a día de hoy es lo más trendy en Palma de Mallorca. Sus calles repartidas entre el transitado Paseo Marítimo y el interesante museo Es Baluard ofrecen la experiencia más cosmopolita de la capital de las Baleares. Tiendas de lo más actuales junto a negocios tradicionales, mercados con los mejor de la gastronomía local junto a suculentas gastrotecas, diseño e historia, lo más chic y lo más auténtico. Y por si fuera poco todo ello envuelto en la atmósfera mediterránea que guarda todas las esencias mallorquinas.
Un poquito de historia del barrio de Santa Catalina
Se cuenta que el mercader Ramón Salelles en una de sus travesías marítimas quedó a la deriva y tanto el fuerte oleaje que sufrió como el mal tiempo le hicieron temer lo peor. Así que se encomendó a su santa predilecta: Santa Catalina, a la cual el prometió construir un hospital con su nombre si lograba salvarse. Obviamente salió con vida y por supuesto cumplió su promesa en esta zona de la ciudad.
Ese fue el germen del actual barrio. Y si hoy aquel comerciante viera el aspecto de barriada de Santa Catalina sencillamente alucinaría. La mezcla no puede ser más sugerente. A primera vista se respira todo el ambiente marinero y pescador tradicional, a lo que ayuda la arquitectura popular que se ha conservado. Pero tras esas fachadas hay una mezcla de negocios de lo más variopinto. Hasta las lenguas que se oyen convierten a Santa Catalina en una peculiar torre de Babel en la que se dan cita ciudadanos llegados de prácticamente toda Europa.
El mercado de Santa Catalina en el corazón del barrio
Posiblemente lo que mejor resume qué fue y qué es el barrio de Santa Catalina en Palma de Mallorca es su mercado de abastos. Un espacio que hoy sigue más vigente que nunca. Siempre fue el punto de encuentro para pescadores, agricultores y ganaderos de la isla que traían a vender sus productos. Y hoy sigue así, es uno de los mejores lugares de Mallorca para tener una visión completa de todo su repertorio de gastronomía tradicional elaborada con productos de kilómetro 0.
Y a su amparo han surgido en su entrono pequeñas pero atractivas gastrotecas con todo un muestrario de las famosas sobrasadas mallorquinas, los quesos baleares, los aceites, hasta los vinos de la isla. Solo por mencionar unos pocos emblemas de la cocina de Mallorca y de todos las islas Baleares.
Bares, restaurantes y mucho más
No solo se puede ir de compras por el barrio de Santa Catalina. También es un buen lugar para que te sirvan todos esos productos ya cocinados y servidos con mimo. ¿Dónde? Hay tantos lugares, solo paseando por la calle peatonal de la Fábrica, ya se puede elegir entre numerosos establecimientos en los que comer, ir de tapas, tardear o sentarse a cenar.
No obstante, no es el único lugar recomendable. Lo mejor es dejarse llevar por el instinto e irse perdiendo por el entramado callejero de Santa Catalina hasta que algún local nos llame la atención especialmente. Podrá ser desde cafeterías con golosas tartas, hasta otros locales con productos healthy. Eso y mucho más como restaurantes con la cocina de medio mundo fusionada en sus fogones o coctelerías donde beber una copa y alargar la velada.
La zona del Jonquet
El barrio de Santa Catalina por tener tiene hasta otro barrio dentro del barrio. Es pequeñito obviamente, pero tiene un enorme encanto. Es la barriada del Jonquet, la cual en sus inicios tan solo era un camino en cuyos alrededores había desde un cementerio judío hasta los típicos molinos de viento de las Baleares. De los cuales se conservan muchos restos, e incluso el Moli d’en Garleta hoy en día es visitable, ya que se ha transformado en el Museo de los Molinos.
Hay más lugares con el encanto de la tradición como el teatro Mar i Terra que antes fue un espacio escolar, y aún antes lugar para la beneficencia. O se pueden descubrir viejos aljibes o negocios tan añejos y carismáticos como Ferretería La Central.
Hasta los hoteles aquí son parte de la historia de Palma de Mallorca. Por ejemplo el Bahía Palace que nos traslada a los años 60. O un viaje en el tiempo más lejano nos propone la fachada modernista del Hotel Hostal Cuba.
En definitiva, que ningún viaje a Palma de Mallorca está completo sin un paseo por su barrio de Santa Catalina. Un lugar donde lo tradicional y lo moderno se dan la mano.
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