Junto a la Alameda de Hércules, uno de mis lugares favoritos de Sevilla, se esconde el interesante espacio cultural Santa Clara. Un lugar con mucho encanto que suele pasar desapercibido en la mayoría de rutas turísticas e, incluso, entre muchos sevillanos.
Se trata de un centro cultural ubicado en lo que fue durante siglos un convento de las hermanas Clarisas. Fundado en 1289 por Fernando III de Castilla, se levantó junto a un antiguo palacio almohade, del que solamente se conserva la conocida como Torre de Don Fadrique, de estilo románico y gótico, de la que luego desvelaremos su curiosa historia. El edificio que ocupa el convento actual fue construido entre los siglos XVI y XVII y fue abandonado definitivamente por la congregación en 1998.
Comenzó entonces un intenso trabajo de restauración y renovación de los espacios que se alargó durante varios años y permitió recuperar la fantástica colección de azulejos de cerámica y las pinturas murales que escondían muchos de sus muros. El nuevo espacio cultural fue inaugurado oficialmente en 2011 aunque todavía quedan muchos espacios del convento que no han podido ser rehabilitados, como una curiosa cocina del siglo XVIII.
El Espacio Cultural Santa Clara
El Espacio Santa Clara se divide en diferentes salas y salones habilitados para exposiciones y eventos. Según accedemos al mismo por la calle Becas, nos encontramos con un precioso claustro porticado, presidido por una fuente en su centro y un bonito jardín. Es el punto de referencia desde el cual podremos ir localizando el resto de los espacios visitables.
En la planta baja se encontraba antiguamente una zona de dormitorios, que ahora sirve como sala de exposiciones, y el refectorio que ha sido reconvertido a salón de actos donde se realizan representaciones o pequeños conciertos. El antiguo comedor es de hecho uno de los espacios más bonitos del edificio gracias al espectacular artesonado en madera del techo.
Si subimos a la primera planta, localizaremos otra zona de dormitorios, convertida igualmente en sala de exposiciones, y la antigua ropería que se usa como salón para conferencias o ruedas de prensa.
Sus instalaciones recogen algunas exposiciones permanentes como la colección dedicada al artista sevillano Luis Gordillo, una de las principales figuras del arte abstracto español de la segunda mitad del siglo XX. En su interior también se encuentran la Casa de los Poetas y las Letras, una iniciativa de investigación sobre la literatura española, y la sede de la Bienal de Flamenco y del Festival de Música Antigua de Sevilla.
La entrada al Espacio Santa Clara es gratuita y se puede visitar de martes a sábado en horario de 10.00 a 19.00 y durante los domingos y festivos de 10.00 a 15.00 horas. La web de turismo de Sevilla nos permita también acercarnos de forma virtual para disfrutar del lugar.
Un lugar lleno de sorpresas y curiosidades
Son varias las curiosidades que se esconden entre los bonitos patios y rincones que se acumulan en la zona visitable del espacio cultural y la parte trasera que rodea a la Torre de Don Fadrique, una edificación que oculta precisamente la primera de estas historias.
Conocida como la torre encantada, cuenta la leyenda que fue construida por el infante Fadrique, hijo de Fernando III, para encontrarse en secreto con su amada Juana de Danmartín, que no era otra que la exmujer y viuda de su propio padre. Como te puedes imaginar, estos encuentros se convirtieron en un auténtico escándalo en la corte y terminaron con la reina exiliada de vuelta a Francia y con Don Fadrique ejecutado por orden de su hermano, el rey Alfonso X. Desde entonces, la torre no se utilizó nunca más y se convirtió en objeto de multitud de leyendas y misterios.
Alrededor de la Torre se reparten una serie de esculturas y restos arqueológicos porque en su momento estaba planeado usar también el espacio como un museo de arqueología. Una de las esculturas más sorprendentes es la dedicada a la figura de Fernando VII, elaborada por un artista francés en el siglo XIX y que ha tenido una vida bastante azarosa.
Encargada para presidir una plaza en Barcelona, fue derribada en 1835 en los tumultos de la bullanga y se tuvo que trasladar a París con el exilio de la reina María Cristina. Continuó su particular viaje hasta Sevilla en 1861 cuando Napoleón III se la regaló a la infanta María Luisa Fernanda y estuvo adornando durante varias décadas los jardines del Palacio de San Telmo. Con el estallido de la II República en España, la estatua se refugió en el convento de las Clarisas y curiosamente aquí ha permanecido desapercibida desde entonces en un curioso rincón.
El Espacio Santa Clara es, en definitiva, un oasis en pleno centro sevillano y una interesante visita cultural que recomiendo a todos los que se acerquen a la capital andaluza.
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