Puede que no sea la calle más bonita, ni la más humana, y desde luego no es la más tranquila, pero la Gran Vía de Madrid es pura vida, como una descarga eléctrica que inyecta energía en el caminante. Cualquier viajero que llegue de otras latitudes percibirá en esta avenida ese pálpito vital que la emparenta con otras calles míticas del mundo, esa sensación que nos hace reconocer al instante un hito urbano único.
Pero la Gran Vía no fue siempre un emblema de la ciudad. El inicio de su construcción chocó con el enojo de muchos vecinos y el proyecto se alargó durante décadas. Pero, con el paso del tiempo, esta avenida se ha convertido en un símbolo de Madrid, una antología de pequeñas y grandes historias, de secretos y curiosidades que repasamos en la siguiente lista.
El polémico origen de la Gran Vía
Desde mediados del XIX, el Ayuntamiento de Madrid valoró la posibilidad de abrir una vía que conectara el centro y el noroeste de la ciudad con el objetivo de mejorar la comunicación. Tras el inicio de la reforma de la Puerta del Sol, el Ayuntamiento encarga un plan en 1862 que contempla la expropiación de 30 solares. Es el primer esbozo de la Gran Vía al que seguiría otro plan más ambicioso dos décadas más tarde que triplica la anchura del proyecto original pasando de 13 a 30 metros.
Pocos años más tarde, los vecinos de la zona empiezan a dar la voz de alarma: el proyecto pretende demoler más de 300 edificios y acabar con más de 20 calles además de numerosas expropiaciones y cambios en el trazado de algunas calles supervivientes. No sería hasta 25 años después cuando las obras comienzan definitivamente al aprobarse el proyecto final. El 4 de abril de 1910, el rey Alfonso XIII da un golpe de piqueta como símbolo del arranque de las obras lo que nos muestra la importancia de este proyecto urbano ya desde sus inicios.
Una Gran Vía quebrada y en tres tramos
Una de las peculiaridades que dan personalidad a esta avenida es su trazado quebrado. Lo lógico es que una avenida comercial de nueva planta sea recta, pero los urbanistas madrileños decidieron mantener tres iglesias del entramado urbano original lo que supuso que la calle se desviase hacia el norte a la altura de Callao. Debido a este curioso trazado, todavía hoy muchos turistas se hacen un lío con el principio y el final de la Gran Vía.
Así mismo, mientras duraron las obras —más de 20 años— la Gran Vía se organizó en tres tramos: de Alcalá a Montera, entre la Red de San Luis y Callao —conocido en principio como ‘el Bulevar’—, y el tercero entre Callao y Plaza España.
Un toro suelto en la Gran Vía
Aunque se han rodado varias películas en esta calle, lo del toro de lidia aterrorizando a los viandantes no fue un guión de Hollywood. Era el 23 de enero de 1928 cuando un toro se escapó de sus cuidadores en Carabanchel huyendo hacia el centro de Madrid. Cuenta la leyenda que cuando finalmente llegó a la Gran Vía se encontró con el torero Diego de Mazquiarán que casualmente paseaba por la zona: usando su gabardina como muleta y un estoque que le trajeron de casa a toda prisa Fortuna dio muerte al animal.
El primer rascacielos de España
El número 28 de la Gran Vía acoge uno de los edificios más icónicos de la ciudad. Fue también en 1928 cuando se finalizó la construcción del edificio Telefónica, el primer rascacielos de España y uno de los pioneros en Europa, además del más alto del continente durante unos años. Ignacio de Cárdenas Pastor —que poco antes de idear el proyecto había estado en Nueva York— firmó los planos de un edificio de casi 90 metros de altura con 15 plantas, el escudo más grande de la ciudad y que se construyó en tiempo récord según señalan las crónicas de la época.
Famosos en la Gran Vía
Una calle así no podía pasar desapercibida para los visitantes más ilustres de la ciudad. Cuentan que Hemingway —gran apasionado de España— escribió en la cafetería del hotel Tryp Gran Vía —único establecimiento abierto sin interrupción de la avenida desde su inauguración en 1925— su obra La quinta columna.
Pero también frecuentaron la calle otros famosos como Audrey Hepburn, Ava Gardner, Gary Cooper, John Dos Passos, Rita Hayworth o James Stewart. Y es que para secretos los que se contaban en el local exclusivo del Museo Chicote, el que dicen fue el primer bar estilo americano de la ciudad, allá por 1931.
No siempre fue la Gran Vía
Como hemos visto, la calle se construyó en tres tramos en dos décadas teniendo en principio tres nombres diferentes dependiendo del tramo de la calle. Con el estallido de la Guerra Civil, se pasó a llamar Avenida de la CNT, Avenida de Rusia y Avenida de la Unión Soviética. También se la conoció popularmente como ‘Avenida de los obuses’ por los proyectiles que caían en la calle. Desde 1939 pasó a denominarse Avenida de José Antonio hasta que, en 1981, por fin, recibe el nombre que se merece y que la gran mayoría de madrileños deseaban.
Las esculturas de la Gran Vía
Sin duda la escultura más famosa de la zona es la Victoria Alada del edificio Metrópolis que marca el inicio de la calle y que fue ejecutada por Federico Coullaut Valera sustituyendo al Fénix original que ahora decora la sede de la Mutua Madrileña en la Castellana.
Pero esta pieza no es la única escultura que reina en las azoteas de la Gran Vía. Si miramos hacia arriba nos encontraremos hasta con dos esculturas que dialogan: Diana Cazadora que llegó en 2017 al edificio de Gran Vía 31 dispara su arco al Ave Fénix de Gran Vía 32, al otro lado de la calle, para que le devuelva a su amado raptado: una adaptación libre del mito que corrió a cargo de Natividad Sánchez.
El Broadway madrileño
Pese a que Broadway es un ‘poco’ más larga que la Gran Vía, es evidente que ambas calles comparten una estrecha vinculación con la cultura, especialmente con el teatro y los musicales. Y si la Gran Vía es Broadway, Callao es Times Square, ¿no? El hervidero de turistas, curiosos, locales y paseantes por la plaza madrileña es otro de los emblemas de Madrid que tampoco ha pasado desapercibido para el cine: El Día de la bestia, El crack o Abre los ojos son algunas de esas películas que han llevado la electrizante belleza de esta calle a la gran pantalla.
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