Rascacielos, iglesias, esculturas, torres, catedrales… Los monumentos son el atractivo estrella entre los viajeros al regalarles infinidad de experiencias sensoriales. Pero algunos despuntan por su altura, constituyendo una oda a la megalomanía y todo un hito en el ámbito de la construcción.
Son edificaciones fascinantes, que parecen tocar el cielo y dibujan el skyline del paisaje que los rodea, cuya contemplación exige recorrerlas con la vista, de arriba abajo y de abajo arriba, varias veces. Emprendemos un viaje por las alturas para asomarnos a los seis monumentos más altos del mundo.
Catedral Ulmer Münster
Está en Ulmer, una ciudad alemana ubicada entre Stuttgart y Múnich. No solo es la principal catedral luterana de la urbe, sino también la más alta del mundo gracias a la aguja que la decora, que mide más de 161 metros.
Y eso que las malas lenguas dicen que sus habitantes, que fueron los constructores, hicieron trampa para conseguir dicho mérito, pues colocaron más piedras cuando se percataron que la catedral de Colonia la superaba. Sea cierto o no, no nos preocupa, pues el resultado es una maravilla arquitectónica. Si estás en forma, te recomendamos subir los 760 escalones hasta lo alto y disfrutar de la mejor panorámica de la ciudad.
Estatua de la Unidad
“Cuanto más alta sea la estatua, más conocida será la India en el escenario global”, es la explicación que dio al mundo Sardar Patel, uno de los artífices de la India moderna, quien la promovió y a quien le rinde homenaje. Así que no escatimaron y levantaron una efigie de 182 metros de altura, que la colocan en el primer puesto de las esculturas más grandes del mundo.
Si estas dimensiones no te dicen nada, te diremos que es dos veces más alta que la estatua de la Libertad de Estados Unidos y cinco más que el Cristo de Corcovado de Río de Janeiro. Se encuentra a orillas del río Narmanda y, aparte del pastón que ha costado (352 millones de euros), es también una de las más jóvenes, pues se finiquitó en 2018.
Burj Khalifa
La ciudad de Dubái es una gran aficionada a la megalomanía, y la lleva a la máxima expresión siempre que se le presenta la ocasión. Sirva como ejemplo que atesora, desde 2010, este rascacielos, que es el más grande del planeta al contar con 828 metros de altura, repartidos en 160 pisos.
Sin lugar a duda, un prodigio arquitectónico que ha situado en el punto de mira mundial a esta ciudad de los Emiratos Árabes. Si subes al mirador ‘At the top’, ubicado en el piso 124, te darás cuenta de su magnificencia, pero además tendrás el privilegio de disfrutar de una panorámica a vista de pájaro de la ciudad y el desierto.
Tokyo Skytree
Se encuentra en el barrio de Sumida, en Tokio. Sus 634 metros de alto hacen de ella la torre de comunicaciones más grande del mundo, arrebatándole el puesto a la homóloga china de la televisión de Cantón. Pero además esta construcción, que fusiona a la perfección las tendencias futuristas con la niponas más tradicionales, se perfila el mejor mirador de la ciudad, pues regala unas vistas impresionantes.
Mezquita de Hassan II
Esta titánica mezquita se encuentra en Casablanca y constituye uno de los hitos arquitectónicos contemporáneos de Marruecos, pues su minarete es el más alto del mundo con más de 200 metros. Además, está dotada con las tecnologías más modernas.
Tanto es así que los láseres que integran dicho minarete son visibles desde un radio de varios kilómetros. El artífice fue el arquitecto Michel Pinseau por encargo del rey Hassan, quien tomó la (acertada) decisión de levantarla en lo alto un montículo frente al mar, lo que le da más magnificencia aún.
Viaducto de Millau
Este puente salva el río Tarm a su paso por la autopista A-75 de Aveyron, Francia. Ha sido la única construcción del país que ha logrado restarle un poquito de protagonismo a la torre Eiffel desde su inauguración en 2004. ¿La razón? Pues que es el puente atirantado más alto del mundo al elevarse 324 metros. Dicha altura duplica la que tiene el puente austriaco Europabrücke, que pasó a ocupar el segundo puesto en el listado de puentes más altos. Toda una proeza, que además fue ideada por el ingeniero Michel Virlogeux.
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