Entre todos los modos que tenemos de divertirnos en familia y que podemos disfrutar en la amplitud del territorio español, sin dudas uno de los más anacrónicos y atractivos son los famosos laberintos, naturales o artificiales. A lo largo y ancho del país contamos con infinidad de ellos, así que vamos a repasar algunos de los más complicados o interesantes, para que los visites en tus próximos días libres.
Como seguramente sabrás los laberintos consisten en formaciones especialmente diseñadas para que tengamos que guiarnos a través de grandes pasillos, provocando que sea muy complicado encontrar la salida. Si a eso le sumamos las antiguas leyendas que los conectan con la espiritualidad personal, tenemos motivos de sobra para darles una oportunidad.
Laberinto del Parque de Horta. Cataluña
Si vives en Barcelona o cerca de la Ciudad Condal, hay altas probabilidades de que hayas visitado alguna vez el Laberinto del Parque de Horta, ubicado en el jardín que lleva, justamente, este nombre. Si no es así, te recomendamos que lo conozcas cuanto antes.
Levantado en un ambiente natural con siglos de historia, sus paredes de setos prolijamente adornadas dan entrada a un laberinto con más de 600 metros de longitud, en el que aparecen giros y curvas que pueden hacerte perder la orientación más de una vez.
Lo llamativo de este laberinto es que cuenta, además, con una exposición gigantesca de figuras de estilo neoclásico, sobresaliendo en el centro de la travesía la estatua del dios griego del amor, Eros.
Y si eres amante de los mitos, déjanos decirte que existen todo tipo de especulaciones en torno a este jardín. Expertos en la materia hablando de significados ocultos en los relieves de mármol de algunas de estas figuras, que podrían derivar de la adscripción masónica de sus constructores.
Laberinto de Villapresente. Cantabria
Si ya has pasado por otros laberintos y los has resuelto con soltura, creemos que mereces un desafío a tu altura. El Laberinto de Villapresente es el más largo de España, ya que posee cerca de 5 kilómetros de calles internas y pasillos de menos de un metro de ancho, marcados por cipreses.
Con su estilo inglés, que hereda directamente de la época victoriana, es el que mejor se adapta al imaginario colectivo de un laberinto natural. La única mala noticia es que no está abierto todo el año, sino sólo los meses de mejor clima, por lo general entre abril y octubre.
Y otro detalle no menor: es uno de los pocos que no tiene su raíz en una iniciativa de nobles ni lo más “selecto” de la antigua sociedad española. Fue pensado por Emilio Pérez Carral, un operario que durante años veló por el crecimiento de las especies con gran dedicación.
Laberinto del Parque de Tentegorra. Murcia
Sus casi 5 kilómetros de recorrido, que se despliegan ocupando buena parte del Parque de Ocio Rafael de la Cerda, nos permiten apreciar cipreses de más de dos metros de altura, que ocultan su mirador central, un lugar al que debes llegar.
Lo que más nos gusta de este laberinto es que es personalizable, teniendo en cuenta que puede escogerse el nivel de dificultad que se desea a partir de distintas rutas predeterminadas. Es cierto que los niveles son dos, pero el primero de ellos puede completarse en apenas un cuarto de hora, mientras que el segundo suele llevar al menos una hora a los más intrépidos.
También es uno de los que podemos sugerirte que repitas, dado que sus doce puertas cambian el trayecto según la ocasión, y es muy difícil repetir dos veces el mismo camino.
Y, si sufres de claustrofobia, hay puertas de emergencia para abandonarlo cuando quieras.
Laberinto del Alcázar de Sevilla. Andalucía
Con poco más de un siglo de antigüedad, el Laberinto del Alcázar de Sevilla fue diseñado para suplantar otro anterior tristemente destruido. Para conquistar a los visitantes, se escogió no sólo la variedad típica del ciprés, sino además otras como el mirto o la tuya, que le dan una visual distinta.
Eso sí, su recorrido resulta bastante sencillo, por lo que es perfecto para realizarlo con adultos mayores o con niños que no puedan dedicarle toda la tarde a encontrar la salida del laberinto. Igualmente, es una excelente excusa para disfrutar del agradable ambiente que lo rodea, como así también de la amabilidad del pueblo andaluz.
Laberinto del Parque El Capricho. Madrid
Si el principal factor que tienes en cuenta a la hora de buscar un laberinto es su belleza, y la posibilidad de tomar fotografías para tus redes sociales, el Laberinto del Parque El Capricho no tiene mucha competencia. Y esto se debe, en parte, a tratarse de un laberinto de arbustos de laurel.
Su historia es riquísima, por ser uno de los pocos jardines que sobrevivió del Romanticismo, y un trazado que guarda relación con el proyectado en su momento por la Duquesa de Osuna, famosa por su inestimable aporte como mecenas del pintor Francisco de Goya.
Laberinto de la Granja de San Ildefonso. Castilla y León
También conocido como el Laberinto de los Jardines del Palacio Real de la Granja de San Ildefonso, su carácter doble lo ha convertido en un trazado original, diferente a todos los demás.
Moderno, pues tiene menos de tres décadas desde su última restauración que respeta los planos iniciales desarrollados a principios del siglo XVIII por el rey Felipe V, nos propone dos hectáreas completas de recorrido en medio de este paraíso segoviano.
Se estima un tiempo de aproximadamente una hora para encontrar la salida, en las que pasaremos por todo tipo de tramos curvos e, incluso, alguna que otra espiral que te confundirá de inmediato.
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