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“Solamente para mí fue una fiesta el traslado a Galicia”, dijo Picasso sobre su etapa de casi cinco años en A Coruña. Tras pasar su primera infancia en su Málaga natal, la familia Ruiz Picasso se fue a Galicia después de que José Ruiz y Blasco, su padre, consiguiese una plaza de profesor en la Escuela de Bellas Artes de A Coruña. A la postre, aquella estancia fue para Picasso el inicio de sus ensayos como pintor, ofreciendo incluso su primera exposición con solo 13 años.

A Coruña ocupará un lugar muy relevante en la conmemoración del 50 aniversario del fallecimiento de Picasso con la exposición “Picasso blanco en el recuerdo azul” del Museo de Bellas Artes de la ciudad, una buena manera de recordar la ciudad en la que comenzó su carrera artística el pintor más importante del siglo XX.

A Coruña: La revelación artística de Picasso

Siguiendo las huellas de Picasso en A Coruña
Marina de Picasso en su etapa en A Coruña

La genialidad es un concepto equívoco, sobredimensionado hasta el extremo cuando hablamos de grandes nombres de la historia del arte. Queremos creer que el genio nace, que una varita mágica llamada genética los eleva por encima del resto de los mortales, pero Picasso —que sabía algo sobre genialidad y nunca fue muy modesto— tiene otra opinión sobre la génesis de un genio, al menos en el mundo de las artes plásticas:

A diferencia de la música, no hay niños prodigios en la pintura. Lo que la gente percibe como genio prematuro es el genio de la infancia. (…) Por lo tanto, por lo que a mí respecta, yo no era un genio (…) Me faltaba la torpeza de un niño, su ingenuidad. He hecho dibujos académicos a la edad de siete años, con una precisión de la que me asusto.

Pablo Picasso

Picasso “no” fue un genio en A Coruña, pero se “asustaba” a sí mismo vislumbrando su futura genialidad. Un potencial talento que ya mostró en sus primeras pinturas en Galicia, tras aquellos bocetos y experimentos —como las célebres palomas— que Picasso elaboró en su Málaga natal.

Poco después de llegar a Galicia, Picasso comienza a asistir a la Escuela de Bellas Artes donde trabajaba su padre. Como se señala en el libro Picasso Azul y Blanco, el pintor malagueño tuvo su revelación artística en A Coruña.

Porque no era un genio, pero “con 12 años ya pintaba como Rafael, —¿ya hemos dicho que tampoco era muy modesto?—en aquella ciudad norteña en la que “se despertaron” sus sentidos.

Siguiendo las huellas de Picasso en A Coruña
Picasso y su hermana Lola

No sabemos hasta qué punto es cierto o legendario que Picasso llegó a “valorar más la etapa coruñesa que las etapas azul o rosa” desarrolladas años más tarde en Barcelona, pero no cabe duda de que el genio andaluz abrió el tarro de las esencias en la ciudad gallega: fue consciente de lo que podía llegar a ser con mucho trabajo… porque el talento ya lo tenía.

Pero no era el único que se dio cuenta de las cualidades artísticas del joven Picasso. Cuenta la leyenda que su padre colgó los pínceles una vez que vio a su hijo en acción: “bueno, al menos un Ruiz Picasso vivirá del arte sin tener que dar clases”, debió pensar. ¡Y vaya si vivió!

Rincones picassianos en A Coruña

Siguiendo las huellas de Picasso en A Coruña
Casa Museo Picasso en A Coruña

Ya son 50 años los que han pasado desde que Picasso muriera en Mougins. Una larga vida plagada de aventuras por medio mundo. Pero a pesar del carácter netamente viajero del artista, no cabe duda de que siempre guardó en su recuerdo su etapa coruñesa.

Y es que la nostalgia de la infancia es a menudo demasiado inspiradora como para descuidarla. Y Picasso siempre fue una persona extraordinariamente pragmática si se trataba de inspiración: “Cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajando”.

Aunque aún no se tomaba la pintura como un trabajo, el Picasso “coruñés” vivió sus primeros instantes de inspiración artística en el número 14 de la calle Payo Gómez, lugar que, con motivo de la celebración del Año Picasso, el Ayuntamiento de A Coruña rehabilitará con el objetivo de acoger material del pintor en su etapa coruñesa.

La obra que no podrá tener la Casa Museo Pablo Picasso —porque la tiene a buen recaudo el Museo Picasso de París— es La muchacha de los pies descalzos, la que es considerada su primera obra maestra, ejecutada en A Coruña en 1895, y que sí expuso la ciudad en 2015 con motivo del 120 aniversario de la primera exhibición picassiana.

Siguiendo las huellas de Picasso en A Coruña
‘La muchacha de los pies descalzos’

Y es que, con tan solo 13 años, el genio malagueño disfrutó de su primera exposición individual en una tienda de muebles ubicada en la calle Real. Dicen que no eres escritor hasta que no publicas un libro y que no eres pintor hasta que no haces tu primera exposición individual. Pues bien, el 21 de febrero de 1895, ¡voilà!, Picasso “se hizo” pintor.

Allí se pudieron ver retratos y muchos paisajes del entorno de A Coruña lo que nos lleva a las playas de la ciudad, como Riazor y Orzán. Ese es el azul y blanco de Picasso que da nombre a la exposición que celebrará el 50 aniversario del fallecimiento del pintor durante el próximo 2023. A Coruña se une así a ciudades como Málaga, Barcelona y Madrid en este Año Picasso que está por venir.

Además de la exposición, la programación del año Picasso contará con otras actividades como “Universo picassiano: homenaje a Pablo Picasso en su etapa coruñesa” en el Quiosco Alfonso o “El Humor habla de Picasso”, en el marco del Encuentro Mundial de Humorismo, que recogerá ilustraciones en homenaje al pintor.

Siguiendo las huellas de Picasso en A Coruña
Las playas de A Coruña, fuente de inspiración picassiana. Fuente: Unsplash

Y entre esos homenajes y recuerdos que vivirá el pintor en A Coruña tampoco debemos olvidar la plaza de Pontevedra y el cementerio de San Amaro. En la plaza jugaba y estudiaba el joven Picasso ya que en este lugar se ubica el Instituto Eusebio da Guarda donde se matriculó nada más llegar y la Escuela de Bellas Artes a la que él acudió en compañía de su padre.

Por su parte, el cementerio de San Amaro recuerda el suceso más triste de la etapa coruñesa de Picasso: la muerte por difteria de su hermana pequeña Concepción, Conchita.

Cuentan que, cuando la niña, con tan solo 8 años, enfermó, Picasso pactó con Dios que, si este la salvaba, dejaría de pintar. La niña Conchita fue enterrada en San Amaro poco más tarde y Picasso nunca dejó de pintar, hasta que la muerte le alcanzó a él en Mougins 78 años más tarde.