¿Y por qué hay que hablar de Madrid para hablar de Talavera de la Reina? No te falta razón si te haces esa pregunta, pero no se puede negar tampoco el cada vez mayor ascendiente que tiene la capital en su "entorno", que abarca ya ciudades ubicadas a menos de dos horas.
Pero para que una ciudad se ponga de moda tiene que ofrecer algo más que buena comunicación, y Talavera de la Reina tiene todo lo que muchos viajeros anhelan: una ciudad pequeña, pero con una inconfundible personalidad gracias a sus tradiciones ancestrales y a sus emblemas culturales.
Talavera de la Reina, un regalo a la orilla del Tajo
No es la única ciudad que conocemos que haya sido un regalo de bodas, pero en el caso de Talavera esta sí incorporó el distintivo 'de la Reina'. ¿Y de qué reina hablamos? De María de Portugal, esposa de Alfonso XI, el Justiciero, que entregó las llaves de la ciudad a su prometida tras la boda de 1328.
Pero la historia de Talavera de la Reina empieza mucho, mucho antes: la vertiente norte del Tajo y el curso bajo del Alberche fue poblado desde el Paleolítico como muestran numerosos restos arqueológicos.
Luego llegaron pueblos como los vetones y los carpetanos, y más tarde los romanos que fundaron Caesarobriga, futura Talavera para, con la caída del Imperio, tomar el relevo los visigodos.
Y nos detenemos aquí, cuando el rey Liuva II regala a la villa la estatua de la Virgen del Prado, evento que marca un capítulo de excepción en la historia de la ciudad.
Las Mondas, ¿la fiesta más antigua de España?
Nuestra primera visita en Talavera de la Reina es la basílica de Nuestra Señora del Prado que habría sido fundada sobre un templo romano donde se daba culto a Ceres: este culto se cristianizaría con la fundación del templo cristiano y la llegada de la Virgen del Prado que sería el origen de una de las fiestas con más tradición de España: las Mondas.
Cuentan los historiadores que el primer objetivo de las Mondas como celebración heredera del paganismo fue político: un evento cohesionador con el que los gobernantes visigodos católicos esperaban arrinconar al arrianismo tras la famosa conversión de Recaredo, padre de Liuva II, apenas una década antes de la llegada de la Virgen del Prado a Talavera.
Tras siglos de "silencio" por la invasión musulmana, la primitiva ermita de la Virgen del Prado vuelve a aparecer en las crónicas desde el siglo XIII... y hasta hoy.
Por tanto, teniendo en cuenta que estamos hablando de una fiesta de raíces romanas, con más de 1.500 años de historia, no es de extrañar que las Mondas sean un evento excepcional en el calendario festivo de nuestro país.
Las cestas sagradas de la Cerealia romana, un evento de marcado carácter primaveral, llamadas "Munda Cereris", siguen siendo las protagonistas de unas fiestas que se celebran la semana siguiente a la Semana Santa.
Primero, el Domingo de Resurrección, es el pregón del Leño Florido, y el sábado siguiente llega el Cortejo. Y entre medias... ya te imaginarás, todo tipo de actividades y eventos, incluyendo las Mondillas para los peques.
La cerámica de Talavera, Patrimonio de la Humanidad
No dejamos aún la basílica de Nuestra Señora del Prado porque, además de transmitirnos la ancestral historia de Las Mondas, en sus paredes puede disfrutarse de la denominada Capilla Sixtina de la cerámica.
La producción cerámica talaverana también arranca en época romana, aunque no sería hasta el siglo XVI cuando la ciudad se convierte en centro especializado en esta disciplina que difumina los límites entre el arte y la artesanía: porque la cerámica tiene su vertiente práctica, pero también estética e intelectual.
En 2019, la Unesco reconoció esta herencia al incluir la fabricación artesanal de cerámica de Talavera de la Reina en la Lista Representativa del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Además de la Capilla Sixtina de la cerámica, debes pasarte por el Museo de Cerámica Ruiz de Luna de la Plaza de San Agustín que custodia una excepcional muestra de cerámica talaverana desde el siglo XVI hasta el XX.
De cualquier forma, Talavera de la Reina es un museo de cerámica al aire libre, encontrando en cada rincón murales que engalanan la ciudad: en el mapa oficial de Talavera puedes conocer los paneles urbanos más representativos acudiendo a los lugares marcados con una 'c'.
Las torres y los puentes de Talavera de la Reina
Ya que estamos en la Plaza de San Agustín hay que aprovechar para conocer otra faceta de la historia talaverana, un poco menos artística, pero fundamental para la seguridad de la ciudad durante siglos: su muralla y sus torres albarranas.
Tal vez no fue tan inexpugnable como el castillo de Himeji... pero casi: Talavera llegó a tener tres líneas de murallas, siendo la primera construida por Abderramán III, probablemente siguiendo el trazado de las primitivas de Caesarobriga.
Fue en el siglo XIII, en fase ya cristiana, cuando esta estructura se reforzó con casi una veintena de torres a lo largo de esta primera muralla, destacando la de la calle Carnicerías, una de las mejor conservadas.
Tras pasar la Puerta de Sevilla, cuyo nombre deriva, como otras puertas de la muralla, de la ciudad a la que se dirigía el camino que la atravesaba, pasamos ante las letras de Talavera, cubiertas, por supuesto, de cerámica.
Y tras pasar el Parque del Cañillo, donde se ubica el famoso templete de la Virgen de Guadalupe, nos asomamos al río Tajo, el verdadero emblema talaverano, ya que su rotunda presencia atrajo a los primeros pobladores a este enclave.
Y hasta tres puentes cruzan el río, tres ingenios arquitectónicos que han pasado a la historia, por diferentes motivos.
El más antiguo es el Puente Romano, que se inicia junto al Museo Etnográfico de Talavera. Aunque como sucede con otros muchos puentes "romanos" de nuestro país poco queda ya de aquella época debido a las múltiples restauraciones que ha vivido a lo largo de los siglos, especialmente en el XV.
En el extremo oriental de la isla del Chamelo se encuentra el Puente de Castilla-La Mancha un impresionante (y polémico) puente que, con sus 192 metros de altura, es el más alto de España y el segundo de Europa: 72.000 m³ de hormigón, 10.000 toneladas de acero, con un pilono del que salen 152 cables, midiendo el más largo 400 metros.
Sin duda, todo un espectáculo ingenieril que merece la pena observar de cerca: pero ya sabes, no hagas el imbécil, y no te subas por donde no debes si no quieres aparecer en las noticias de las 3...
Y al otro lado del Puente Romano, a occidente, siguiendo por la Ronda del Cañillo, se ubica al Puente de Hierro también conocido como Puente Reina Sofía, un hito para la ciudad, pero esta vez práctico, no solo representativo: el Puente de Hierro optimizó la comunicación con la comarca de La Jara, el resto de Extremadura y Andalucía.
La Plaza del Pan y 'La Celestina'
Ya que estamos en el Puente de Hierro debemos regresar a la ciudad para terminar esta visita como Dios manda, en la plaza del Pan, el corazón de Talavera de la Reina, donde se ubica también la iglesia de Santa María la Mayor que destaca por su impresionante rosetón.
Esta plaza tiene este nombre tan delicioso porque durante mucho tiempo acogió la oficina municipal de venta de pan en tiempos de carestía: su forma de circo romano (o de barra de pan, ¿no?) la singulariza con respecto a otras plazas mayores hispanas.
Y en uno de los extremos de la plaza, la escultura de uno de los más insignes habitantes de esta ciudad: Fernando de Rojas, que todos y cada uno de nosotros conocemos del cole (como mínimo) porque escribió La Celestina... aunque sigan existiendo dudas sobre su autoría.
De cualquier forma, La tragicomedia de Calisto y Melibea nació aquí, en Talavera, convirtiéndose en una de las obras más representativas de nuestra historia literaria: la guinda cultural de esta ciudad de moda... a hora y media de Madrid.
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