Es una de las imágenes icónicas de Lituania y una de las escapadas preferidas de los habitantes de su capital Vilna: el castillo rojo sobre el lago Galve, la fortaleza medieval construida en un entorno idílico que fue origen de varios de los episodios más importantes de la historia del país. Formando parte del Parque Histórico Nacional de Trakai, esta villa medieval sobre agua es uno de los tesoros imperdibles del Báltico.
Sin duda, el castillo rojo es el principal atractivo de la zona y uno de los lugares más fotografiados del país por su delicada armonía estética: nadie quiere irse de Trakai sin su foto perfecta del castillo. Pero el entorno de la fortaleza ofrece una combinación de historia, naturaleza y gastronomía que terminan por cautivar al visitante.
Trakai, el emblema de Lituania
Que esta villa medieval tenga tanto éxito entre los lituanos no se explica solo por su incomparable belleza, sino también por las raíces históricas del territorio: Trakai es uno de los símbolos del Gran Ducado de Lituania, estado fundado por una de las últimas tribus paganas de Europa que se desarrolló entre los siglos XII y XVIII para caer después bajo los dominios polaco, ruso y, finalmente, soviético.
Fue el Gran Duque Gediminas en el siglo XIII el que quedó prendado del Lago Galve y su entorno en una de sus cacerías y no tardó en ordenar la construcción de un castillo. Pese a que fue el propio Gediminas el que finalmente llevó la capitalidad del Ducado a Vilna, Trakai mantuvo su esplendor como residencia de verano de la familia del duque hasta el punto de desarrollarse un título vinculado al castillo: Príncipe de Trakai.
Fue este el inicio de una saga que marcó la historia de Lituania, muy estrechamente unida al desarrollo de Trakai. El hijo de Gediminas, Kęstutis, fue el responsable de la construcción de dos castillos: el de la península, que hoy alberga el Museo de Historia de Trakai, y el castillo de la isla, a la postre icono de la villa. Pero todavía faltaría por llegar Vytautas, hijo de Kęstutis, que sería conocido con el sobrenombre de ‘el Grande’ por su labor militar y cultural llevando al Gran Ducado de Lituania a su máximo esplendor.
El hecho de que el gran Vytautas naciera y muriera en Trakai pese a que la capital seguía en la vecina Vilna marca el componente nacionalista de esta villa que vivió a principios del siglo XV su etapa más brillante.
El castillo rojo o castillo de la isla encarna esta época de gloria. Y pese a que fue abandonado durante muchas décadas —los soviéticos consideraban Trakai un peligroso símbolo del nacionalismo lituano—, con la independencia a principios de los 90, la administración lituana no tardó en recuperar el castillo con una ambiciosa restauración.
Situado en el centro del Lago Galve, el acceso al castillo a través de un puente de madera situado en perfecta simetría con la entrada a la fortaleza hace las delicias de los fotógrafos. El problema es que suele ser un puente bastante concurrido y todo el mundo busca lo mismo: la foto perfecta.
Destruido y reconstruido en diversas ocasiones por las diferentes batallas que se libraron en su entorno, el castillo de la isla de Trakai está definido por el tono de sus famosos ladrillos rojos góticos combinados con la piedra que se usó para reforzar los cimientos y algunas zonas de los torreones. Pese a la belleza de estas estructuras de planta circular con tejados cónicos que marcan los extremos del castillo, su función original fue defender el castillo de los invasores.
Y tras las fotos de su delicioso perfil, el viajero se adentra dentro de la fortaleza medieval que también ha sido restaurada albergando un museo que explica la historia del castillo, además de numerosas estancias en las que se trata de mostrar al visitante el estilo de vida de sus habitantes en la época de mayor gloria. En este sentido, llaman la atención, el salón del trono o el comedor.
Las casas de colores de Trakai y su parque natural
Además del castillo de la isla, Trakai destaca por ofrecer un valioso testimonio sobre el desarrollo de la cultura caraíta, un pueblo que llegó a finales del XIV a la villa de la mano de Vytautas tras la campaña del Gran Duque en Crimea. Se cifra en unas 400 familias las que arribaron en Trakai en esta etapa, siendo protegidas por el monarca de las persecuciones de los pueblos islámicos del sur.
El pueblo caraíta devolvió el ‘favor’ a Vytautas estableciéndose en el entorno del castillo y convirtiéndose desde entonces en fieles guardianes del gran duque. Practicantes de una rama del judaísmo, los caraítas fueron adquiriendo gran importancia en la vida social y cultural de Trakai.
Pese a que con el fin del Gran Ducado de Lituania los caraítas fueron perdiendo pujanza en la villa, muchos se mantuvieron en Trakai durante varias generaciones… Hasta que volvieron las persecuciones de judíos que tuvieron su punto culminante durante la II Guerra Mundial: se dice que unos 5000 judíos de Trakai fueron masacrados entonces.
Actualmente, y según los datos que ofrece la propia oficina de turismo de Trakai, de los 6000 habitantes con los que cuenta la ciudad, tan solo 60 son caraítas. Pero su inmenso legado es otro de los atractivos de Trakai, simbolizado por sus famosas casitas de madera pintadas de vivos colores que animan las calles de la villa que se desarrolló en la península al sur del castillo.
Algunas de estas casas —denominadas kenesas—tienen una gran connotación religiosa, siendo templos de oración. En este sentido, la leyenda dice que las casas de los caraítas tienen tres ventanas: una para Dios, otra para el gran duque Vytautas y la otra para ellos mismos.
Por cierto, los caraítas también dejaron su huella en la gastronomía del territorio: uno de los platos estrella de Trakai son las kibinas, unas empanadillas de cordero y cebolla que abundan por todo Trakai. Como abunda también la šaltibarščiai, una sopa de remolacha que es uno de los platos estrella de la gastronomía lituana que comparte mucho con la cocina rusa.
Pero la ciudad del agua de Lituania no tendría ese apelativo sino fuera por sus fantásticos lagos. Tanto en invierno, cuando a menudo se hielan dejando otra estampa fascinante, como en verano, cuando el agua se llena de barcas, Trakai es una joya acuática.
Aunque el castillo y el pueblo son un imán para turistas, el Parque Histórico Nacional de Trakai ofrece al viajero un delicioso entorno natural en el que practicar deporte, recorrer sus bosques —Lituania es también conocido como el país de los bosques y Trakai no es una excepción— o pasear en barca, hidropedal o kayak recorriendo las islitas y los canales de esta escapada perfecta a apenas media hora de Vilna.
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