Si el hombre pisó la Luna por primera vez en 1969, hace ya más de medio siglo, desde entonces el interés por colonizar al espacio exterior no ha dejado de crecer, tal vez con más proyectos y promesas que con hechos concretos. Sin embargo, no quedan dudas de que la tecnología está avanzando, y pronto los viajes más allá de nuestro planeta serán cosa de todos los días.
En este contexto, son muchos los empresarios, y por qué no también clientes, que sueñan con la posibilidad de pasar sus vacaciones en el satélite natural de la Tierra, o al menos dando unas vueltas más allá de la órbita de nuestra casa, por alguna parte de la galaxia.
Surge así la idea o concepto de turismo espacial, que no es otra cosa que una modalidad de turismo que tiene lugar cuando nos alejamos 100 kilómetros o más de la superficie terrestre, ya que ésta es la distancia a la que comienza el denominado “espacio exterior”.
La carrera científica que en su momento comenzaron los Estados Unidos y la desaparecida U.R.S.S., hoy devenida en la igualmente poderosa Rusia, podría virar lentamente hacia una colonización de los rincones extraterrestres con la intención de explotarlos en términos comerciales.
Si bien es cierto que el coste de organización y lanzamiento de un viaje a la Luna o hacia cualquier otra parte del espacio exterior es altísimo, también quienes pretenden realizar esta clase de excursiones poco comunes están dispuestos a invertir una enorme cantidad de dinero.
Por citar un ejemplo, debemos recordar la iniciativa desarrollada por Virgin Galactic, una empresa propiedad del multimillonario empresario Richard Branson, que eyectó sus primeros cohetes con seres humanos civiles en 2004, gracias al SpaceShipOne. Aquella nave, de capacidad mínima, ascendía hasta los 103 kilómetros, permaneciendo allí unos minutos hasta regresar al llano.
Pero, aunque desde este momento a estos días han surgido muchos audaces hombres con abultadas cuentas bancarias que aseguran que revolucionarán el turismo espacial, seguimos esperando. Realmente, se había dicho que los viajes al espacio exterior serían habituales en el año 2005, luego en el 2009 y 2011, y más aquí en el 2018. A inicios de 2020, eso no ha sucedido.
¿Cómo será el turismo espacial?
Más allá de esas muestras iniciales acerca del tipo de travesía que realizan las personas que deciden adquirir billetes para salir de la órbita de la Tierra, no quedan dudas de que los viajes mejorarán con el tiempo, aumentando tanto la distancia respecto de nuestro planeta, como la cantidad de tiempo que se podrá permanecer en el punto más alejado del mismo.
Una propuesta completa de turismo espacial no debería dejar de incorporar, en algunos años, cuestiones como máquinas de última generación para tomar fotografías terrestres, acceso a la cabina de la nave y, lo más divertido, sesiones en las que se pueda comprobar la ingravidez del espacio.
El siguiente paso, y aquí comienza la etapa más prometedora, tiene que ver con los vuelos orbitales, es decir aquellos en los que la nave no sólo traza una línea vertical en la que se aleja y regresa, sino que además puede moverse alrededor de la Tierra sin limitaciones. Esto permitirá a los pasajeros comprender mejor cómo es nuestro planeta, y apreciar cómo se ven los continentes, el clima, etc.
Los hoteles espaciales representarían una tercera fase de expansión del turismo espacial, y compañías como Bigelow Aerospace ya han anunciado pruebas de módulos de fibra de carbono, un material capaz de soportar esas condiciones tan extremas.
Estos alojamientos estarían especialmente adaptados para la supervivencia de los seres humanos en su interior pero, ¡cuidado!, pasar una noche allí podría costar más de diez millones de dólares.
Y si estás pensando en descubrir otros planetas de manera presencial, tendrás que esperar un par de décadas al menos, por ahora no hay más que especulaciones al respecto.
Proyectos activos actualmente
Orion Span
Su trabajo se basa en la Estación Espacial Aurora, un hotel o recinto espacial que funcionará como un esbozo del futuro. Se cree que podría visitarse con cierta asiduidad desde el año 2022.
Su oferta es la de realizar una salida a 200 kilómetros de la superficie terrestre, con la particularidad de que sus naves cuentan con mayor cantidad de ventanas y, con ello, de panorámicas inigualables.
Los responsables de esta iniciativa indican que podrán sumarse a cada partida cuatro pasajeros, además de los dos tripulantes, experimentando una sensación real de gravedad cero.
El coste de este recorrido será de alrededor de 10 millones de dólares, y las reservas de 80.000.
Blue Origin
Esta firma aeroespacial, una de las tantas pertenecientes a la cartera del fundador de Amazon, Jeff Bezos, mantiene entre sus variados anhelos el de llevar clientes hasta el espacio con frecuencia.
Aprovechando las condiciones de su cápsula suborbital New Shepard, sus trayectos espaciales superarán apenas los 100 kilómetros, resultando más rápidos y seguros que los de Orion Spain.
Aquí la cantidad de potenciales pasajeros crece hasta los seis, y añade la curiosidad de que la vuelta termina con el lanzamiento en paracaídas de cada uno de ellos.
SpaceX
Elon Musk, además de ser uno de los cerebros detrás de exitosas empresas como PayPal o Tesla, tiene en su compañía SpaceX una gran apuesta de turismo espacial.
Incluso, es uno de los pocos que se atreve a pensar en pasar unos días de descanso en Marte.
Hasta ahora más palabras que hechos, pero por sus éxitos en otros campos, hay que confiar en él.
Virgin Galactic
Y terminamos con el único de estos promisorios avances que hemos mencionado anteriormente. Virgin Galactic está centrada en las pruebas de la VSS Unity, capaz de completar vuelos supersónicos. Si bien no es la nave que llegará al espacio exterior, su funcionamiento será muy similar a la de una sucesora con estas competencias.
Como podemos ver, la carrera por la conquista del espacio está en marcha, y falta cada vez menos para que, seriamente, alguien piense en olvidarse de la rutina mientras observa el planeta Tierra a cientos de kilómetros de distancia.
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