Al ser humano le gustan los retos, le fascinan los lugares apenas inabordables. Solo así se entiende que el Alto Arán haya estado poblado desde antiguo, un municipio rodeada de montañas que rozan los 3.000 metros de altura y que, hasta hace poco menos de un siglo, quedaba incomunicado en los meses más duros del invierno. ¿Pero quién se puede resistir a uno de los paisajes más asombrosos y refrescantes de la península ibérica? Nos vamos al norte de Lleida para descubrir el Alto Arán y Bagergue, el pueblo más alto del Valle de Arán y uno de los más bonitos de toda Cataluña.
Alto Arán, al norte del norte
Fue en 1924 cuando se finalizó la construcción de la carretera del Puerto de la Bonaigua, a apenas 3 kilómetros al norte de Baqueira Beret, que facilitó la comunicación del Valle de Arán con el resto de España. Años más tarde se erigió el túnel de Vielha que terminó por modernizar las comunicaciones en la zona. Pero hasta ese momento, el Valle de Arán vivía aislado buena parte del invierno. Este hecho ha marcado la idiosincrasia del pueblo aranés.
Sobre el mapa, el Valle de Arán es ese territorio de la provincia de Lleida que hace frontera con Huesca y se ‘cuela’ en Francia. Sobre el terreno, el Val d’Aran es uno de los lugares más ferozmente hermosos de España. Las montañas blancas que rozan el cielo, los profundos valles verdes, la singular arquitectura tradicional de los pueblos y la personalidad única de este pueblo caracterizan esta tierra fresca y rotunda.
Con unos 10.000 habitantes, el Val d’Aran está dividido en nueve municipios. El más extenso y oriental es el Alto Arán —o Naut Aran en aranés—, nuestro destino. Formado a finales de los 60 por la fusión de Arties, Salardú —actual capital del municipio— Gesa, Tredós y Bagergue, en Naut Aran viven poco más de 1.800 personas. Y al contrario que en muchas otras zonas rurales de España, este territorio ha ido sumando población en los últimos años. Por algo será, ¿no?
Entre las singularidades del Alto Arán destacan sus cimas, algunas de las cuales se acercan a los 3.000 metros de altura: el Mauberme (2.880 metros), el Montarto (2.830) o el Barlonguèra (2802). Así mismo, esta tierra ve nacer el río Garona que desemboca mucho más al norte, ya en la costa atlántica francesa. Y es que todo el Valle de Arán es la única comarca atlántica de Cataluña lo que define también su clima y su vegetación, de un verde abrumador.
Así mismo, más de la mitad de los lagos de todo el Valle de Arán se encuentran en Naut Aran, destacando el lago Mayor en el circo de Saboredo con sus 13 hectáreas o el lago Obago en el circo de Colomers, otro de los grandes atractivos del valle. En este sentido, la GR211 o Circular de la Val d’Aran es una espectacular ruta de algo más de 90 kilómetros dividida en 7 etapas que recorre todo el territorio y que es una de las mejores formas de conocer el valle… cuando llega el buen tiempo, claro.
Los deportes de nieve y las estaciones invernales son el mayor imán turístico del Alto Arán, con Baqueira Beret como plato fuerte. Pero nosotros dejamos los esquíes en el maletero del coche, de momento, y nos acercamos a Bagergue para conocer uno de los pueblos más bonitos de la zona.
Bagergue, la joya del Alto Arán
Y bien alto que está: a nada menos que 1419 metros, siendo el pueblo situado a mayor altitud de toda la comarca. Ubicado a cinco minutos al norte de Salardú, capital del Alto Arán, Bagergue es un pueblo que supera por poco los 100 habitantes. Desde 2019 se ha convertido en la primera localidad catalana que pertenece a la Asociación Los Pueblos más Bonitos de España.
La combinación de arquitectura popular aranesa con el deslumbrante entorno geográfico deja boquiabierto al recién llegado. Son casas de piedra con ventanas y puertas de madera y tejados a dos aguas de pizarra negra. Cuentan que, desde la Edad Media, este tipo de construcción apenas ha variado. Y es que para soportar los duros inviernos araneses hacen falta paredes consistentes. La excelente conservación de buena parte de este caserío tradicional y la belleza de sus calles empedradas explican que toda la villa forme parte también del Inventario del Patrimonio Arquitectónico de Cataluña.
Entre los edificios más visitados de Bagergue está la iglesia de Sant Fèlix, otro estupendo ejemplo de la arquitectura popular aranesa destacando ese juego de volúmenes que generan los tejados de pizarra a dos aguas y la torre de planta cuadrada y último cuerpo octogonal. Originaria del siglo XII, se llevaron a cabo diversas restauraciones en el XVIII, modificando el ábside, además de añadir dos capillas, una sacristía y el fantástico campanario. En el interior destaca la réplica de la Cruz de Bagergue que custodia el Museo de Arte Nacional de Cataluña y que también podemos ver en otras iglesias aranesas.
Otra visita imprescindible si queremos profundizar en la historia de la cultura aranesa es el Museu eth Corrau promocionado por la familia Moga en 1999. Ubicado en un antiguo corral rústico, se trata de un museo etnográfico que acumula más de 2.500 piezas que evocan las tradiciones artesanales y de la vida rural del Valle de Arán.
A un kilómetro al norte del pueblo tampoco debemos perdernos la ermita de Santa Margarida, construida a la orilla del río Unhóla que discurre al oeste del pueblo. Todos los 20 de julio se celebra en torno a esta ermita la romería que culmina la fiesta de Sant Fèlix, patrón del pueblo. Y no nos olvidemos de la gastronomía: Bagergue acoge la quesería más alta de los Pirineos que ofrece deliciosas catas a los visitantes.
Dicen los locales que cualquier época del año es buena para visitar Bagergue: si en invierno el blanco de la nieve conquista cada rincón del Alto Arán, con la llegada de la primavera el pueblo se viste de flores, ostentando el honor de tener la máxima distinción por parte de movimiento Viles Florides. Es una cita: la próxima primavera nos reencontramos con Bagergue.
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