Rumores de culturas ancestrales que configuraron la civilización mediterránea, enclaves en los que dejaron su huella legendarios pueblos llegados de Oriente, castillos y fortalezas que protegieron las costas de los navegantes menos amistosos y, por supuesto, algunas de los paisajes más deliciosamente ásperos de la península: así es el Levante de Almería, la comarca más oriental de Andalucía.
Bien es cierto que buena parte de los viajeros que llegan hasta aquí vienen atraídos por sus veneradas playas entre las que se encuentra alguna de las más famosas del Mediterráneo, o por algunas de sus localidades más turísticas como Mojácar, pero el Levante Almeriense es, sobre todo, una tierra prometida para el viajero más sereno, aquel que doblega la urgencia con los pies en la arena y el móvil olvidado en la guantera.
El Levante de Almería, paz para almas inquietas
Más allá del adorado Cabo de Gata se extiende la comarca del Levante Almeriense, que limita al norte con el Alto Guadalentín murciano, así como con las comarcas almerienses de Valle del Almanzora, Los Vélez y los Filabres-Tabernas.
El propio paisaje tabernense se extiende por buena parte del Levante, combinando la presencia de sierras como Almagrera o Cabrera con el valle que genera el río Almanzora, puro Almería: paisajes pardos salpicados de verdes oasis con el azul del cielo y el mar como espléndido embalaje.
Esta comarca está formada por trece municipios, desde Carboneras y Sorbes al sur, hasta Huércal-Overa y Pulpí al norte, municipio que es nuestra primera visita en este recorrido por el Levante Almeriense.
De Pulpí a Huércal-Overa
Desde hace apenas cuatro años, Pulpí celebraba la apertura de un espacio único en el mundo que pondría al municipio en el mapa del turismo internacional. Y es que la Geoda de Pulpí es uno de los grandes tesoros naturales de la península ibérica, una joya mineral sin parangón en todo el planeta, siendo, además, la única geoda visitable.
Pero aunque buena parte de los viajeros que llegan al extremo nororiental de Almería lo hacen seducidos por la magia de los cristales pulpileños, este municipio cuenta con mucho más que ofrecer como el propio paisaje minero de la Sierra del Aguilón que custodia la geoda: la Mina Rica explotó durante décadas hierro, plomo y plata.
En el litoral del municipio, además de diversas calas y playas, como la famosa de los Cocedores, hay que acercarse al castillo de San Juan de los Terreros, una de las diversas fortificaciones que se ubican en toda la Costa de Almería. Y es que piratas, corsarios y potencias rivales acosaron durante siglos buena parte del litoral levantino y la única manera de hacerles frente era contar con un sistema de vigías en los puntos más relevantes del litoral.
En este caso, el castillo de la pedanía pulpileña fue levantado en tiempos de Carlos III, a mediados del XVIII: desde lo alto del monte del castillo, además de un impresionante paisaje, podemos ver los pequeños islotes de Terreros y Negra de origen volcánico, hogar de diversas aves marinas.
Antes de continuar viaje hacia el sur, nos desplazamos hacia al oeste para pasar por Huércal-Overa, el municipio más extenso de la comarca, cuya geografía está marcada por la presencia del río Almanzora y la sierra de Almagro, nombres que nos recuerdan, por supuesto, la huella árabe que ha definido también esta tierra.
Y es que el propio árbol de la vida denominado Hom es el símbolo del municipio que fue descubierto durante las labores de arqueología en torno a la torre vigía de época nazarí, siendo un elemento decorativo de la misma
De camino a Cuevas del Almanzora, pasamos ante los restos del castillo de Santa Bárbara, probablemente construido en el siglo XIII, que pertenecía a la red de fortificaciones que protegían a los musulmanes del avance cristiano del norte.
Cuevas del Almanzora y Vera
Ya os habíamos avisado, toda esta comarca está salpicada de castillos y fortificaciones, aunque asociamos esta clase de construcciones a enclaves más al norte de la península. Pero es que la guerra, ya sabéis, no conoce fronteras, sino al contrario, vive de ellas.
En Cuevas del Almanzora podrás disfrutar de otro de los castillos más hermosos de la comarca. En la propia localidad de Cuevas se encuentra el castillo del marqués de los Vélez, construido ya en época cristiana por el primer marqués de los Vélez, Pedro Fajardo y Chacón, a principios del XVI, sobre otra estructura musulmana.
Este personaje no es otro que el que dio su nombre a la tierra de los Vélez, al norte de Almería, responsable del castillo de Vélez-Blanco, inspirado en el castillo de La Calahorra. El de Cuevas del Almanzora es más modesto, pero no carece atractivo habiendo tenido funciones tanto defensivas como residenciales.
Actualmente, este conjunto acoge una de las grandes sorpresas de la comarca, el Museo Antonio Manuel Campoy, crítico de arte y coleccionista español: una pequeña joya que incluye obras de Tàpies, Picasso y Miró, así que no te olvides de apuntarlo en tu agenda.
Pero en Cuevas de Almanzora también podemos rastrear la historia legendaria de esta tierra en espacios como la Necrópolis de Baria o el Yacimiento Argárico de Fuente Álamo la cual nos ofrece un magnífico testimonio de presencia humana desde el 2500 hasta el 1500 a. C.
Se trata de la cultura argárica que dominó al sudeste peninsular en el Bronce Antiguo. Por su parte, la necrópolis nos recuerda la presencia de fenicios en la zona desde el siglo VIII a. C., comerciantes que cambiaron la historia peninsular con su llegada desde Oriente.
Y qué me decís de las Cuevas de Calguerín, a dos kilómetros al norte del pueblo, un complejo troglodita de hasta 300 cuevas-vivienda que fueron usadas desde el Paleolítico como refugios ante las condiciones meteorológicas extremas.
Al sur de Cuevas de Almanzora, nos pasamos por Vera, localidad famosa por sus playas, en particular el Playazo que puede llevar a confusión porque no es la única con ese nombre en la provincia —también hay una muy bonita en Rodalquilar llamada así— pero es también muy pertinente en este caso: una playa extensa que es todo un emblema del nudismo en España.
En la localidad de Vera, al interior, podemos acercarnos a la neogótica ermita de la Virgen de las Angustias o a la Plaza de Toros y Museo Taurino: construida en 1879, fue la primera de la provincia y una de las diez más antiguas de toda Andalucía.
De Antas a Sorbas
Tras nuestro primer baño en el Mediterráneo —no será el último, por supuesto, lo mejor para el final—, hacemos un recorrido por el interior del Levante Almeriense que ofrece esos paisajes que tanto disfrutamos los que entendemos que la naturaleza no son solo bosques exuberantes, sino también paisajes agrestes como el del Volcán de Cabezo María, a cinco kilómetros al sur de la localidad de Antas, sobre el que se ubica la ermita de la Virgen de la Cabeza: un camino empinado y duro que, como premio, nos ofrece un panorama alucinante del interior de la comarca.
El municipio de Antas también cuenta con un importante yacimiento de la cultura de El Argar en una meseta con abruptas pendientes sobre el río Antas: fue un poblado prehistórico de la Edad de Bronce, aunque actualmente no está musealizado ni es visitable.
También en el vecino municipio de Los Gallardos se ubica un yacimiento, en este caso de época romana: se trata del asentamiento íbero-romano de Caduma que, desgraciadamente, tampoco está adecuadamente habilitado en la actualidad.
La orografía cambia si tomamos dirección oeste hacia el municipio de Bédar, apareciendo en el horizonte las primeras estribaciones serranas. En lo alto del monte que protege la localidad se encuentran las ruinas de un misterioso castillo. Y si quieres conocer más a fondo la historia de esta tierra, te recomendamos la Ruta de las Minas, al sur de Bédar, un recorrido de 10 kilómetros que nos muestra la relevancia que tuvo la explotación minera en buena parte de esta provincia.
Callejeamos ahora un rato por Lubrín ya en plena Sierra de los Filabres, ese macizo montañoso que alcanza los 2168 metros de altura en la cima de Calar Alto, para después alcanzar Sorbas cuya localidad principal ya camino de Tabernas, se encarama a lo alto del barranco Afa que, cuando cae la noche, ofrece un panorama espectacular con las casas iluminadas como flotando sobre la oscuridad del barranco.
En el pueblo debes acercarte al Centro de Visitantes los Yesares para preparar la visita a las Cuevas de Sorbas, una suerte de palacio subterráneo en el que se ocultan más de mil cuevas que se han ido formando a lo largo de miles de años generando lagos, pequeños riachuelos y salas plagadas de estalactitas y estalagmitas: es el Paraje Natural Karst en Yesos de Sorbas en el que podemos hacer rutas espeleológicas de dificultad variable, algunas de ellas aptas para todos los públicos.
De Turre a Garrucha
Nos dirigimos de nuevo hacia la costa y en nuestro camino nos encontramos con Turre, localidad dominada por el perfil de la iglesia de la Purísima Concepción, en estilo neomudéjar, erigida sobre la antigua iglesia de mediados del XVI cuyo artesonado mudéjar se desplomó a mediados del XIX.
Pero los fanáticos de los lugares abandonados tienen una visita obligada en el entorno de Turre, las ruinas de los poblados de Cabrera y Teresa. El segundo de ellos puede alcanzarse en un sendero que arranca a 9 kilómetros al sur de Turre recorriendo el interior de la Sierra de Cabrera y pasando por parajes tan espectaculares como la Rambla de las Chozas o el pinar de los Murtales.
Y más al oeste, otra sorpresa melancólica sorpresa: el despoblado Marchalico Viñicas que forma parte, no obstante, del vecino municipio de Sorbas. Se trata un pueblo abandonado definitivamente a finales de los 60 debido a su difícil acceso y a la dificultad para tener agua potable.
Ya en la costa, que no abandonaremos en esta parte final del recorrido por el Levante Almeriense, visitamos el pequeño municipio de Garrucha, el más pequeño de la comarca en extensión, aunque suma más de 10.000 habitantes.
Y es que el aroma marinero de Garrucha no ha pasado desapercibido para el turismo que llega para disfrutar de playas como Puerto Rey o Caracola, al sur de Vera. En sus restaurantes puedes darte un capricho y disfrutar de la gastronomía a base de pescado y marisco, con especial atención a la gamba roja que es su seña de identidad.
Además de pasear por el Malecón, no te olvides de pasar por el Castillo de las Escobetas, al sur de la localidad, otra construcción defensiva dieciochesca que actualmente, en su interior, cobija el Centro de Interpretación de la Pesca y el Medio Marino Nautarum, una visita muy interesante para los más pequeños.
Mojácar
Nuestra penúltima parada en el Levante de Almería no necesita muchas presentaciones ya que es una de las localidades más veneradas del Mediterráneo, todo un emblema del turismo almeriense. Su caserío encaramado a la montaña es inconfundible como lo es el fragor de los viajeros en las semanas centrales del verano.
Pero Mojácar es bastante más que sol y playa: en su laberíntico callejero se puede rastrear la herencia árabe de esta tierra, como en la Plaza del Parterre que pudo ser de antiguo una necrópolis árabe ya que se encontraron restos orientados a La Meca. Actualmente está porticada y anexa a la iglesia de Santa María, otro de los tesoros del pueblo.
Se trata de una singular iglesia fortaleza, construida sobre la antigua mezquita, que cumplió ambas funciones en origen: tanto culto como defensa, razón por la que está construida con grandes sillares de piedra que ofrecían mayor seguridad ante los visitantes de ánimos no amistosos.
También debes acercarte a la Plaza Nueva donde se encuentra uno de los mejores miradores del pueblo con fantásticas vistas tanto del valle de las Pirámides como de las Sierras de Cabrera, Almagrera y Bédar.
Y no te pierdas el Museo Casa de la Canana, un peculiar museo etnográfico decorado con muebles y objetos de principios del siglo XX, así como la Fuente Mora, uno de los lugares más fotografiados del pueblo por su hermosa de decoración con macetas y flores.
Carboneras
Nuestra última parada en este viaje por el Levante Almeriense nos lleva a Carboneras, un municipio más que popular por motivos diversos, desde la belleza incomparable de alguna de sus playas o monumentos históricos hasta la presencia de uno de los proyectos urbanísticos más controvertidos de la historia reciente de nuestro país: el Algarrobico.
De camino a este lugar, pasamos ante varios enclaves aún en el municipio vecino, como la Torre del Pirulico de época nazarí, con acceso libre y vistas alucinantes de la costa, o la Playa del Sombrerico que cuenta con un famoso chiringuito.
Ya en Carboneras, pasamos por la playa del Algarrobico y su mamotreto pétreo para poner rumbo al pueblo donde encontramos diversos enclaves de interés, desde el Templo Hippie de Ángel cerca de la playa de La Galera a la Torre del Rayo, también nazarí, pasando por el Castillo de San Andrés, en el centro del pueblo. Este último fue levantado por el Marqués del Carpio en el XVI y actualmente acoge diferentes exposiciones.
Los fanáticos del cine pueden echarse una foto al lado de Lawrence de Arabia, estatua que encontraréis en la propia plaza del Castillo justo al lado del Parque Andaluz que da acceso a la playa de los Cocones.
Pero buena parte de los viajeros que llegan a Carboneras lo hacen atraídos por dos de sus grandes tesoros, iconos de todo el Levante Almeriense: Mesa Roldán y la playa de los Muertos. Camino de la playa, antes de la Central Térmica Litoral de Almería, una curiosidad arquitectónica: la Casa Laberinto de André Bloc, arquitecto francés heredero de Le Corbusier: todas las habitaciones de la casa son redondas…
Ya en la Playa de los Muertos nos damos un merecido chapuzón, tras acceder a la misma siguiendo con paciencia un sendero cuesta abajo de unos 20 minutos que puede hacerse pesado si vas con prisa por bañarte.
Habitual de las listas de mejores playas de España, debe su nombre a los cadáveres de náufragos que eran arrastrados por las corrientes marinas que convergen en esta zona. Y es que es una playa con un mar a menudo bravío en el que no te puedes confiar. Por lo demás, una leyenda de nuestro litoral gracias también a esa enorme piedra del extremo sur que es su emblema.
Y nuestra última visita en la comarca es la Torre de Mesa Roldán cerca del faro homónimo que fue sobrevolada por uno de los dragones de Juego de Tronos demostrando que este paisaje tiene embrujo, hasta para los seres mitológicos: se trata de otra torre construida durante la “fiebre defensiva” del XVIII, en tiempos de Carlos III. Desde lo alto tienes un impresionante panorama de esta zona de la costa, con Agua Amarga en primer término, ya lindando con el Parque Natural del Cabo de Gata.
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