Con un legado histórico de más de 2.000 años en el que se fusionan la herencia fenicia, romana y musulmana, Dénia es uno de los centros gastronómicos más importantes de España. Combinando ese esplendoroso legado con su brillante presente, la capital de la Marina Alta se convirtió en 2015 en la primera ciudad española, junto a Burgos, en ser aceptada en la red Unesco de Ciudades Creativas del mundo en el apartado de gastronomía, un acicate para continuar apostando por el turismo de calidad y el desarrollo sostenible. Nos vamos a Dénia para saborear una de las ciudades más sabrosas de nuestra geografía y comprobar in situ que otro turismo es posible.
Preservación del territorio, respeto por el medio ambiente, desarrollo sostenible y progreso económico: un aparente galimatías que debe afrontar el sector turístico español en los próximos años para mantener su entidad como motor de la economía. La industria necesita dar un paso al frente y más en un contexto como el actual que precisa soluciones innovadoras y con visión de futuro. En este sentido, Dénia se ha erigido en un paradigma del desarrollo turístico creativo combinando la preservación del territorio, su cultura y biodiversidad, sin renunciar a su condición de destino turístico de primer orden.
Del garum romano a la gamba roja
Aunque existen indicios arqueológicos de que en este territorio se pudo asentar un poblado ibérico, el primer desarrollo de la ciudad llegó con la presencia romana aprovechando su emplazamiento en uno de los extremos orientales de la península ibérica que facilitaba los contactos comerciales a través de su buena conexión marítima.
Dianium se convierte así en un productor de garum, una salsa preparada con vísceras fermentadas de pescado. Aunque así presentada no parece muy apetecible, tuvo una importancia fundamental en la gastronomía romana. Y es que el garum romano era algo así como la salsa de soja en buena parte de la cocina asiática: un complemento ineludible. De hecho, en torno a la producción de garum se generaba una industria complementaria que contribuía decisivamente al desarrollo de los territorios, especialmente en Hispania, cuyo garum fue muy apreciado en la metrópoli.
Esta producción de garum, junto al desarrollo de las viñas gracias a los contactos comerciales con los fenicios —se dice que la primera bodega de la Península se fundó aquí—, fueron las industrias que iniciaron la tradición gastronómica de Dénia. La llegada de los musulmanes contribuyó a enriquecer diversos procesos de producción agrícola, añadiendo alimentos y métodos de preparación.
Estas conexiones culturales fortalecen el desarrollo de la dieta mediterránea que ya es toda una realidad. Y más en los siglos posteriores con la aparición de la coca de trigo, documentada desde principios del XVII. Se trata de una torta plana con masa de harina escaldada de trigo a la que se añaden diferentes ingredientes. Las tradicionales están hechas con productos frescos de temporada como el tomacat, con salazón, pimiento, berenjena, tomate y ajo; el esgarrat, con bacalo y pimientos; o el gamba amb bleda, con gambitas y acelgas.
Y llegamos al ingrediente por excelencia de la cocina de Dénia: la gamba roja que hasta tiene un concurso internacional celebrado desde 2012. El sabor de su carne magra y su concentrado de yodo y sal la convierten en una de las mejores gambas rojas del Mediterráneo. Ya sea cocida, a la plancha o en hervida en agua de mar —la elaboración más tradicional— la gamba roja de Dénia se ha convertido en el alimento más internacional de su gastronomía. Y es que el mar no deja ser la principal despensa de la cocina de Dénia aportando también los famosos erizos de mar, a menudo comidos en crudo, el atún o el pulpo seco.
Y el arroz. No nos olvidemos del arroz. Desde el siglo XVIII se impone el cultivo de este cereal aprovechando las excelentes condiciones geográficas y meteorológicos del entorno. Comienzan a elaborarse arroces melosos con hortalizas y verduras además de arroces secos, entre los que destaca el arroz a banda a base de caldo de pescado, otro de los platos más populares de la gastronomía local. O el arroz bombón, variedad autóctona de gran calidad que desapareció por el uso de pesticidas y cuya recuperación forma parte de una de las muchas iniciativas que engloba el proyecto Dénia, Ciudad Creativa de la Gastronomía.
Dénia, el faro de la dieta mediterránea
Dénia lo tenía todo para ser una referencia gastronómica a nivel mundial, pero necesitaba un impulso institucional. Fue así como en 2015 se creó un comité para abordar la entrada de la localidad alicantina en la Red de Ciudades Creativas de la Unesco presentándose como un faro que guía la preservación de la dieta mediterránea, siempre reconocida como una de las más saludables del planeta.
La Red Unesco de Ciudades Creativas se creó en 2004 con el objetivo de vincular a ciudades con una tradición creativa distintiva en diferentes campos culturales como la música, la literatura, el cine o la propia gastronomía incentivando su desarrollo socioeconómico.
Entre los propósitos de la red está fortalecer la creación y mejorar el acceso y la participación en la vida cultural. En la práctica supone para las ciudades aceptadas en la red una considerable aportación de recursos además de un importante instrumento de promoción turística. Pero, sobre todo, supone el refrendo de una tradición y el impulso del porvenir.
Junto a otras ciudades como Popayán en Colombia, Zhalé en Líbano, o la propia Burgos en España, Dénia consiguió en 2015 acceder a esta prestigiosa red en su faceta gastronómica logrando multiplicar la resonancia de sus proyectos en el ámbito gastronómico y cultural.
Desde entonces, Dénia ha desarrollado iniciativas como Xarxa, Local Food Ecosystem enfocado al desarrollo de la agricultura sostenible y al impulso de la pesca responsable, además de la mencionada recuperación de la variedad de arroz bombón. O Tánger/Open África, un proyecto de intercambio cultural y experiencias gastronómicas que ayuda también a recuperar el legado de la cultura musulmana en Dénia.
Y así es como Dénia, tras cinco años desde su reconocimiento como Ciudad Creativa de la Gastronomía, ha logrado erigirse en un modelo de desarrollo turístico sostenible vinculado a la tradición de su cultura gastronómica. Con más del 90% de las actividades turísticas ligadas a este sector, la capital de la Marina Alta ha sabido poner en valor su modelo de ecosistema alimentario local inspirado en su decálogo Dénia Local Food Ecosystem y basado en la preservación del territorio y el respeto por el medio ambiente. Porque al saber no tiene fronteras y en Dénia, el sabor, tampoco.
Únete a la conversación