Convertido en otro hito turístico de una de las ciudades más efervescentes del mundo, en Kreuzberg aún late el espíritu más combativo de Berlín. Testigo en primera línea de los vertiginosos cambios que se produjeron en la Europa de la Guerra Fría, el barrio berlinés es una parada obligada para comprender la historia continental, la cultura alternativa más influyente y la vertiente multicultural de una ciudad siempre en la vanguardia.
Y es que en Kreuzberg todavía podemos visitar algunos vestigios de la Berlín dividida como el propio muro en la East Side Gallery al otro lado del Spree o el famoso Checkpoint Charlie mientras nos empapamos de la contracultura más radical en algunas galerías y locales en los que aún resuenan las canciones de Bowie, Nick Cave o Iggy Pop. Pero, además, este barrio es conocido desde hace años como el pequeño Estambul por el elevado número de inmigrantes turcos que habitan en él. Así es Kreuzberg, un crisol (contra) cultural con aroma a kebab cubierto de pósters y graffitis.
Kreuzberg, un barrio punk al otro lado del muro
El 13 de agosto de 1961 se empezó a consumar uno de los sucesos más importantes de la reciente historia europea: la construcción de un muro que dividía Berlín certificando que la Guerra Fría entre el bloque comunista y el occidental iba a tener a la ciudad alemana como su símbolo a nivel mundial.
Tras finalizarse la construcción del muro, Kreuzberg seguirá perteneciendo a Berlín Oeste, albergando uno de los pasos fronterizos más tensos del mundo: el Checkpoint Charlie. Lo que en un principio se consideró una boutade del bloque comunista acabó siendo un órdago que duró en pie casi 40 años: la separación entre la RFA y la RDA no solo era metafórica, sino también real.
En este contexto político, en Berlín Oeste empiezan a surgir núcleos culturales marcados por un espíritu alternativo y a menudo contradictorio. Muchos jóvenes rechazan la influencia del capitalismo occidental y miran al otro lado del muro con nostalgia. Pero a ese otro lado del muro, los jóvenes (y no tan jóvenes) ansían las promesas de libertad que llegan de Berlín occidental. Nadie está donde quiere estar.
De esta forma, Kreuzberg marca un electrizante punto de conexión entre dos mundos, entre dos culturales que se retroalimentan: un escenario inquietante a nivel político pero ideal a nivel cultural para configurar una serie de movimientos alternativos que convierten a Kreuzberg en uno de los barrios más agitados de Europa.
De esta forma, este barrio berlinés ve nacer el Deutschpunk, la versión germana del punk importado del Reino Unido que añade a este una postura ideológica aún más radical. En locales como el mítico SO36, el movimiento empieza a cuajar en torno a jóvenes descontentos con la realidad de Berlín Occidental. Muchos de ellos se reúnen cada noche para ver las actuaciones de algunos músicos que eligieron Kreuzberg para agrandar su leyenda.
En el 11 de la Dresdener Strasse vivió un jovencísimo Nick Cave que había aterrizado en Berlín en 1982 atraído por la contracultura de la ciudad dividida. Cave residía a un paso de Kottbusser Tor y del propio SO36 donde el músico australiano empezaría a dejar constancia del tremendo potencial de sus catárticos directos. Allí conoció a Blixa Bargeld de Einstürzende Neubauten, encuentro que sería el germen de la formación de los Bad Seeds, grupo que sigue fiel a Cave casi 40 años después.
Otro que también sabía un par de cosas sobre música se dejó ver por el barrio durante años. Hablamos de David Bowie, que había llegado a la ciudad germana en 1976 para reinventarse una vez más tratando de huir de los fantasmas y las adicciones que había dejado en su tóxico periplo angelino. Pese a que el duque blanco vivió en el vecino Schöneberg, —concretamente en el 155 de Hauptstrasse, por si algún fan quiere acercarse— también acudía al SO36… en ocasiones junto a Iggy Pop.
Esta confluencia de talentos creativos en su mejor momento fueron claves para que Kreuzberg mantuviera ese aura de epicentro cultural alternativo hasta finales de la década de los 80. Pero con la caída del muro muchas cosas cambiarán en Berlín. ¿Y qué pasó con Kreuzberg desde los años 90?
Kreuzberg, el pequeño Estambul
Tras la caída del muro, Kreuzberg, como el resto de la ciudad, sufrió grandes cambios, también a nivel puramente estético. No se puede decir que el barrio fuera el más salubre del mundo en los años 80, así que las autoridades iniciaron un proceso de limpieza y restauración que fue suavizando el perfil anguloso que tenía Kreuzberg en sus años más salvajes.
El viajero más nostálgico sin duda se sentirá decepcionado si va buscando esa vertiente peligrosa: el Kreuzberg de hoy es otro, la cultura de Berlín es otra. Pero el barrio sigue siendo uno de los más auténticos de la ciudad porque se ha transformado en un pequeño microcosmos multicultural marcado, especialmente, por la presencia de la comunidad turca.
Actualmente, el 40% de los habitantes del Kreuzberg son turcos. Solo hay que cerrar los ojos y activar nuestro sentido del olfato para darnos cuenta de que el barrio huele (un poco) a Estambul. Efectivamente, las delicias gastronómicas turcas son uno de los atractivos del barrio, pero también es una buena puerta de entrada para conocer la poderosa y compleja cultura turca de Alemania. Para respirar este ambiente multicultural podemos acercarnos al Mercado Turco en Maybachufer ya en la frontera sur de Kreuzberg.
El viajero también debe pasear por la confluencia de la Oranienstrasse y Skalizer Strasse entre pequeñas galerías, tiendas vintage, cafés alternativos y rincones inclasificables en los que no sabes muy bien qué venden… si es que vende algo.
Muy cerca está el Görlitzer Park, un parque que durante años fue un oscuro centro de menudeo de droga que se ha convertido en el oasis verde de esta zona de Berlín. Este espacio tampoco escapa a la pulsión creativa del barrio abundando los conciertos improvisados, sobre todo en su pequeño anfiteatro.
En Kreuzberg también recomendamos acudir a la Berlinische Galerie, uno de los centros punteros de arte contemporáneo de la ciudad situado en Alte Jakobstrasse, cerca del Museo Judío, otro atractivo imperdible si se quiere profundizar en la cultura de la comunidad judía en Berlín.
Pero en el barrio todavía late esa cultura underground que hunde sus raíces en el Deutschpunk, en Cave y Bowie. Podemos acercarnos al Centro Cultural Køpi para comprobarlo. Se trata de uno de los mayores centros okupas del mundo, ocupado en 1990 evitando el derribo previsto del edificio. Desde entonces ha seguido sorteando dictámenes judiciales y organizando todo tipo de actos contraculturales. Sus habitantes se enorgullecen de ofrecer cobijo a muchas familias incluyendo a niños que han vivido en Køpi desde su nacimiento.
En cuanto a la vida nocturna actual de Kreuzberg, qué podemos decir: el barrio es uno de los más animados de una de las ciudades más orgullosamente noctámbulas del mundo. El entorno de Kottbusser Tor está plagada de locales para todos los gustos.Y el SO36 del 190 de la Oranienstrasse todavía sigue abierto y ofreciendo conciertos…
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